Ser bueno, hacer el bien y ser potencia para el bien

  El fuego que enciende otros fuegos
  
Misioneros Trinitarios



Como un cuerpo apostólico que busca lo mejor, para el servicio de Dios en la iglesia, reconocemos que somos pecadores y, sin embargo llamados a ser seguidores de Jesús. Es la mirada de Jesucristo la que nos empuja hacia Dios y el mundo, la que configura nuestro “ser y hacer”, y le da sentido a nuestra vida de misión y potencia nuestra Oración y vida profética.

Hablamos del Dios de Jesús. Tratamos de mostrar como ese Dios se manifiesta y revela en Jesucristo.
El Dios de Jesús es desconcertante porque se manifiesta ligado al abajamiento, la vulnerabilidad y el sufrimiento, la pobreza, la limitación y la impotencia, la propuesta no impositiva, la propuesta y el perdón.

El mero contexto histórico esta caracterizado por los miles de rostros del otro(a) y por la diversidad de la familia humana que se convierte en algo común en las diferentes sociedades y países.

De un modo u otro, cada país representa una sociedad multicultural con presencia de diferentes grupos étnicos, religiosos o ligústicos que tienen lazos con su herencia, cultura, valores y modos de vivir.

La riqueza que produce la diversidad de culturas y variedad de nacionalidades presentes en la congregación invita a cada miembro a abrirse a lo distinto, a ir mas allá de lo que es cultural y religiosamente habitual. Nos remite a la antropología de Jesús que se atrevió a conversar desde lo prohibido con la mujer samaritana.
Con esta acción Jesús se convierte en el modelo para dar el salto de las identidades separadas a la construcción de la comunidad plural.
No se contenta con estar en un mismo espacio físico o con el acercamiento pasivo de las culturas. Se dirige hacia el pozo, toma la iniciativa de ir a la fuente y a través del dialogo sobre el agua viva, Jesús promueve la interacción, el intercambio, la contaminación, la reciprocidad con una mujer de diferente cultura y religión.
 Así pues encontramos nuestra identidad no solos, sino en comunidad; en compañía del Señor, que llama y el compañía de otros que comparten esa llamada.

Para nosotros es fundamental la experiencia de ver y amar al mundo como lo hizo Jesús; una experiencia que sencillamente nos pone con Cristo en el corazón del mundo.

Ser bueno, hacer el bien y ser potencia para el bien.

Ven a ver

El Señor se aparece cuando menos los esperamos, consolando personalmente como una amigo y como el centro de una comunidad fraterna y servidora.

De esta experiencia de Dios que actúa en el corazón de la vida, surge siempre de nuevo nuestra identidad como servidores dela misión de Cristo. Nuestro modo de proceder es descubrir las huellas de Dios en todas partes, sabiendo que el espíritu de Cristo esta activo en todos los lugares y situaciones, y en todas las actividades y mediaciones que intentan hacerle mas presente en el mundo.

Dios esta presente en las tinieblas de la vida, decidido a hacer presente todas las cosas. Y necesita de colaboradores en esta empresa: gente cuya gracia consiste en ser recibidos debajo de la bandera de su Hijo. Nos esperan las naciones, mas allá de definiciones geográficas, naciones que hoy incluyen a los pobres y desplazados, a los que están aislados y profundamente solos, a los que usan a Dios como un instrumento para fines políticos. Hay nuevas naciones y hemos sido enviados a ellas.

 Lo contrario de Dios no es meramente la ausencia de Dios, sino la presencia de ídolos, realidades históricas existentes, absolutizados que por esencia exigen victimas para subsistir.
 Negativamente se dice que uno de los mayores obstáculos para creer en Dios hoy, es el predominio de la injusticia y correlativamente, que existen, ciertas imágenes de Dios que consagran y legitiman las estructuras injustas. Es allí nuestro campo de acción, para la mayor Gloria de Dios y para la salvación de lo hombre; allí donde se encuentran quienes abandonados, se hallan en una mayor necesidad...

Quien es ese Rey de la Gloria, El rey de los pobres

Todos experimentamos la incapacidad existencial de decidir acertadamente el camino que lleva al bien, pues nuestra percepción de la Verdad es equívoca.
La libertad sorprendente de Jesús es el dato primero y mejor confirmado tanto por la oposición de sus adversarios como por la admiración del pueblo y la adhesión de sus seguidores. Jesús se impone como un hombre libre frente a todo y frente a todos los que pueden obstaculizar su misión. Jesús manifiesta una libertad total frente a la presión social ejercida por las clases dominantes.
Jesús es libre frente al poder político de las autoridades romanas sin entrar en cálculos políticos o juegos diplomáticos. Jesús se manifiesta libre frente a los ritos, prescripciones y leyes litúrgicas que quedan vacías de sentido si se olvida que deben estar al servicio del hombre.
La libertad es la experiencia esencial de la vida humana. El tema de la libertad es fundamental para entender el Evangelio, porque el mensaje de Jesús es un mensaje liberador
En tiempo de Jesús "el-pueblo-de-la-tierra", está constituido por los despreciados de la sociedad en la que el prestigio depende no del dinero o del poder político que se tenga, sino según criterios religiosos. Se despreciaba a toda esa multitud marginada en la que generalmente se combinaba pobreza económica y reprobación moral, pues no guardaban el sábado, ni cumplían las normas de pureza ritual. Son pecadores todos los que no pueden cumplir la Ley por la sencilla razón de desconocerla o no poderla cumplir. Son unos desgraciados ignorantes, pues en la sociedad judía el hecho de cumplir la Ley lo es todo. El que no la cumple "no es nada", es un desgraciado para el que no existe ninguna esperanza, porque no es digno de pertenecer al Pueblo Elegido.
Jesús rompe con las convenciones sociales de su época. No respeta la división de clases. Habla con todos. Jamás teme a contraer "impurezas legales" por estar, tocar o comer con un pobre. Conversa y se deja tocar por una prostituta. No cabe duda, Jesús estuvo de parte de los pobres, los que lloran, los que pasan hambre, los que no tienen éxito, los insignificantes... Se preocupa de los enfermos, los tullidos, los leprosos y posesos. Y lo que es más, se mezcla con los moralmente fracasados, con los descreídos e inmorales públicos.

La entrada de Dios entre los pobres y de éstos en la vida de Dios se convierte para Jesús en el camino de su fe, de su conciencia de Hijo, de su fidelidad al Padre, de su vida espiritual. Al interior de este dinamismo Jesús aprende a orar, a contemplar y a cumplir la voluntad de su Padre, a gozarse en que el Padre sea así. El mismo Jesús como pobre recorrió ese camino y experimentó cuánto el amor de su Padre había penetrado en su vida y cuánto Dios se deja conocer, amar y revelar por los pobres. Es el conocimiento que Jesús tiene de su Dios el que le hace elegir a quiénes va a hablar de este Dios. Y elige a los marginados, a los enfermos, a los pecadores, a los que nadie quiere, para anunciarles que Dios los ama. La elección no tiene nada que ver con el valor moral o espiritual de los pobres pecadores. Está basada en el horror que Dios siente por el estado actual del mundo y en la decisión divina de venir a restablecer la situación en favor de aquellos para quienes la vida es más difícil. Con ello vemos que Jesús había penetrado muy hondo en el "corazón" de Dios, en el misterio de su voluntad sobre la tierra.
Por tanto, yo, personalmente, creo que a Jesús le duele el que no se reconozca que su muerte se debió también a su compromiso escandaloso con los pobres. No murió solamente por nuestros pecados, sino por la defensa de la causa de los pobres. Su Evangelio a los pobres no era solamente un concepto espiritualista, sino en relación con los injustamente empobrecidos del mundo real en el que vivimos. Porque Jesús no sólo nos enseña que cuando hagamos banquete -con la importancia que tenía la comensalidad para los judíos que sólo comían con aquellos con los que podían compartir la vida-, para ser bienaventurados en esta tierra, llamemos a los pobres y no se llame a los amigos o vecinos ricos, sino que, además, cuando habla de la parábola de la Gran Cena, símbolo de la acogida de Dios en el Reino y no solamente en esta tierra, sino con perspectivas metahistóricas, también se excluye a los compradores de haciendas, a los compradores de bueyes en tiempos en que tener animales era tener una gran empresa, excluye a los que se aferran al placer mundano.
Nos hemos centrado tanto en un concepto de pecado, también en muchos casos espiritualizado del que queremos que Jesús nos limpie, que hemos olvidado una parte esencial del Evangelio de Jesús? Jesús murió por el compromiso asumido por los pobres de la tierra porque es un Dios justo. Quizás también nuestra vivencia del Evangelio debería llevarnos, siguiendo a Jesús, a un auténtico compromiso con los pobres… ¿Hasta la muerte?

HACIA DONDE VOY Y A QUE?


“Qué mal se ve un hombre que se cree poseedor de la verdad total y se siente al mismo tiempo el único que puede ser árbitro y juez del destino de las naciones y del mundo. Suba nuestra oración por la paz de nuestro mundo y de todos los que habitamos este planeta tierra.”



La clave para entender al Dios de los pobres no es sólo que Jesús nació pobre, que vivió pobre y que murió desnudo en la cruz, sino que hizo todo esto como mensaje de amor a los pobres, mensaje a todos nosotros ante la pobreza del mundo, o mejor dicho, ante los empobrecidos del mundo para que éstos puedan llegar a ser dignificados y valorados a través de nuestro compromiso.
Jesús se da cuenta de que en el mundo existen dos parámetros en los que encajan las personas: el del rico Epulón -una minoría en el mundo hoy- y el del pobre Lázaro en el que los pobres se agrupan por legiones.

El Epulón acumulador y malgastador que omite la ayuda, que no se preocupa de la dignificación del pobre y sólo le deja que coma de las migajas que caen de su mesa, y el pobre Lázaro excluido y al que sólo los perros se compadecen de él y les lamen sus llagas… Y Jesús se pone al lado de Lázaro a quien lleva al seno de Abraham. Sin duda que Dios también se pone hoy al lado del pobre.
Así, la expresión “Bienaventurados los pobres”, se entiende mejor desde la malaventuranza “¡Ay de vosotros ricos! Porque ya tenéis vuestro consuelo”… pero nos da miedo contemplar la bienaventuranza junto a los ayes, junto a las malaventuranzas. Es posible que prefiramos ver a los pobres y a la pobreza como algo natural y no vinculada a la acumulación y derroche de los ricos. Pero esta acumulación y riqueza es, bíblicamente, la causa incontrovertible de la pobreza. “La escasez del pobre está en la mesa de los ricos” es la dura verdad que afirma la Biblia.

Pero queremos seguirte, Jesús. Queremos ir, aunque sea muy poquito a poquito, acercando el reino de Dios y sus valores, el Reino que irrumpe en este mundo con la figura de Jesús, un reino que mete a los pobres y proscritos en su banquete, que pone a los últimos los primeros haciendo una inversión de valores necesaria en el mundo hoy, que busca justicia, que restituye al agraviado, que sana a los quebrantados, que libera a los oprimidos y a los injustamente encarcelados. También a los encarcelados detrás de las rejas de la pobreza por la injusticia y la falta de misericordia humanas. El gran escándalo que llena de negruras y de vergüenza toda la historia de la humanidad, el escándalo que hizo a Jesús una frase a manera de lamento por la fuerza del robo y la injusticia humana: “A los pobres siempre los tendréis con vosotros”.


Experiencia mística y liberación

Hay una distancia importante entre la experiencia mística, por valida que sea y los contenidos concretos en que nosotros la expresamos, los cuales pueden y suelen falsificarla.
Así, cuando Ignacio habla, de “la consolación sin causa” que, en su jerga es la que mas certeza de Dios aporta porque, “solo Dios nuestro Señor puede dar consolación a nuestra anima sin causa precedente”, matiza a continuación que la persona a quien se conceda, debe discernir, “el propio tiempo de tal consolación, del siguiente en que la anima queda caliente y favorecida” porque a veces en este segundo tiempo “por su propio discurso de habitúdines y consecuencia de los conceptos y juicios… forma diversos propósitos y pareceres que no son dados inmediatamente de Dios nuestro Señor”.
La experiencia mística es la de “una inmediatez mediada”. Con Dios no puede haber otro tipo de inmediatez. Y es que la inmediatez de Dios en nosotros no puede dejar de afectar   a todo el ser humano y todas sus dimensiones que están inevitablemente condicionadas (relativizadas) por temperamento, cultura, historia personal… Esa afectación es lo más accesible a la mente humana, la cual tiene luego el peligro de procesar esa experiencia de Dios a través de todos sus condicionamientos y limitaciones.
Con palabras más simples: por inmediata que sea la experiencia de Dios a la hora de formularla será siempre un intento de meter al mar en el pozalito del niño que juega en la playa (valga la imagen de origen agustiniano). O valga también el conocido refrán: “De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso”; y la sublimidad no puede menos que quedar ridícula al tratar de meterla en nuestro pobre lenguaje. Por esta mediación ineludible de nuestra propia creaturidad, sucede que la experiencia mística, sucede que la experiencia mística puede ser leída por el sujeto de ella como una “confirmación” de toda una serie de rasgos culturales  del cristianismo ambiental.

En resumen, pues, cuando hay en el sujeto una madurez y capacidad critica  grandes, y un conocimiento del peligro de falsificar su experiencia al intentar transmitirla, puede intentar tomar alguna distancia, aunque esto vuelva casi informulable e intransmisible una experiencia que todos desearíamos que nos fuese transmitida. Pero eso es muy difícil de conseguir y creo que en nuestro contacto con los místicos  quizás solo deba aspirarse a dos cosas: (a) que esa mediatéz inevitable nos asome al misterio sin fin del Misterio que llamamos Dios, son pretender apresarlo en formulaciones y explicaciones; y (b) atender a la transformación posterior que la experiencia mística produce en el sujeto y que en mi humilde opinión, es su verdadera garantía de calidad.
De la experiencia mística por tanto, importan, no sus contenidos sino sus efectos: es una experiencia liberadora y amortizadora (si vale el neologismo). Quiero decir: nos da capacidad de libertad y capacidad de amar.

Ahora bien, sobre la pobreza y contra la riqueza se ha hablado mucho en la tradición bíblica cristiana, en tonos preferentemente morales o proféticos. Esto es comprensible porque la riqueza no es exclusivamente una cuestión personal, sino un factor decisivo  en la presencia de miserables y victimas de este mundo.
Hay pobres porque hay ricos, se dice a veces generalizando. Y Juan Pablo II en la inauguración de la asamblea de Puebla, criticó nuestro sistema económico porque produce ricos cada vez más ricos, a costa de pobres cada vez más pobres.
Desde un horizonte así se comprenden las palabras mas duras de los evangelios: la imposibilidad de que un rico se salve y la imposibilidad de servir a la vez a Dios y al dinero, que insensiblemente, se diviniza como un dios falso. Por todo esto, la pobreza no puede estar ausente en ninguna experiencia religiosa autentica.

De esa obra de Dios brota en seguida una mirada al corazón humano en este punto que desarrollare en dos pasos:
En primer lugar, la fina percepción de todo lo que el afán de riqueza tiene de locura y ceguera, aunque pretenda justificarse desde la innegable necesidad del ser humano: a los ricos “sus hechos los tienen ciegos”. “Desean que haya guerra” hasta el punto que en mas de una ocasión se ha hablado con razón de la “lucha de clases” como una constante trágica que atraviesa la historia humana.
Y una guerra absurda porque, en realidad, brota de tener mucho lo que no es nada. Primero por razones económicas, porque la tierra como decía Gandhi, da para satisfacer las necesidades de todos, pero no para satisfacer los caprichos de unos pocos, pero también por razones profundamente humanas: porque solo ella evitara, que el mundo ande tan desconcertado, y hará que nade mas armonioso, menos guerra, mas “concertado”.

En segundo lugar, esa riqueza privada y desesperadamente adquirida tampoco trae más felicidad. Uno de los mayores riesgos de la riqueza material es que esta íntimamente ligada con otra forma de riqueza mas sutil: la del honor y del aprecio ajeno.
Si la libertad del dinero y la pobreza son tan importantes, es porque tienen mucho que ver con otra liberación más profunda: la de la propia necesidad de estima, apreciación y aplauso, tan aguda en todos nosotros.
K. Marx ya había detectado esto con absoluta razón: en contra de lo que dicen algunos pseudoteólogos  del capitalismo, el dinero no es un simple “medio inocente de cambio”. Es además, un medio omnipotente porque sirve para conseguir todos los demás medios y lo que estos pretenden. Y es, sobre todo un medio antropológicamente decisivo, porque sirve para conseguir esa estima y aplauso  a que acabo de aludir. Los ricos son gente “de bien”, socialmente considerada y respetada. Ocupan importantes espacios en los medios y hasta hay programas y publicaciones dedicadas a ellos, a compararlos y glorificarlos.

Amar a Dios implica necesariamente amar aquello que Dios más ama (San Vicente de Paúl). Teresa formula de manera muy similar “Esta todo el medio de un alma el tratar con amigos de Dios”. Todas las renuncias que pueda implicar la opción por los pobres desaparecen sin esfuerzo porque, se trata, como decían los padres de la iglesia, de contentar a aquella persona que “ha prestado su rostro a los pobres”.
Sin embargo, sin una conciencia inicial de nuestra miseria, la opción por los pobres del Reino tiene el peligro de ser hecha creyéndonos salvadores en lugar de simplemente perdonados. Y entonces pasara “que al primer airecito de persecución se pierden estas florecillas”. Entonces, “No las llamo devociones apostillo Teresa.  Ni nosotros podemos llamarla opción por los pobres.

Esa radicalidad, esa indiferencia ante cielo e infierno con tal de estar con su Señor, ese no ser suya la decisión, me recuerdan el difícil dilema de la opción de Fernando Cardenal, cuando la curia romana obligo al P. General de los jesuitas a ponerle en la alternativa: o dejar el cargo de Ministro de Educación en el primer Gobierno sandinista  (aun prometedor), o dejar la Compañía, a la que Fernando amaba mas que a si mismo, como demostró su trayectoria posterior. La decisión era muy difícil y las posibilidades de errar muy grandes. Y Cardenal resolvió: “Prefiero equivocarme con los pobres”.
  La opción por los pobres y la fe en el Dios de Jesucristo como “Dios de los pobres” no son meramente una cuestión ética. Como dijo en Aparecida Benedicto XVI, son una cuestión cristológica, y ello significa una cuestión de  aquello que un lejano titulo de Urs von Balthasar calificaba como “mística de Jesús”.

Creo que no hacen falta demasiadas conclusiones, pues lo que he intentado decir es bien simple: que la experiencia de Dios es la mayor fuente de libertad, y que el control de garantía de esa libertad se verifica en que nos va capacitando para amar aquello que a nuestro ego le parece menos amable y quizá lo mas distante de nosotros: los pobres y las victimas de la tierra. Pero que, para el creyente y seguidor de Jesús resulta ser el lugar donde Él nos aguarda, crucificado para resucitar con Él.  



Ser o no ser

La mayor grandeza que el hombre puede experimentar es la aceptación del misterio. Estamos acostumbrados a lo inmediato, a lo palpable sin percatarnos que existe una realidad por encima de lo que fácilmente se puede percibir.
Sencillamente, es mas fácil dejarse llevar por la corriente y vivir la vida de la forma que siempre acostumbramos ver a nuestro alrededor: lo que la gente piensa, lo que hace, reír los mismos chistes, hacer las mismas bromas, odiar al mismo enemigo y amar al mismo amigo... así la vida es mas fácil y se evitan desilusiones y fracasos.
 Recuerdo que en mis tiempos de colegio la profesora sorpresivamente nos hacia alguna pregunta sobre alguna de las materias y todos nos quedábamos fríos, sin decir palabra esperando que alguno tomara la iniciativa o que otro hablara por todos. Era mas fácil esperar que alguien tomara la iniciativa para luego sumarnos al comentario o criticarlo.
 Todos tenemos una forma única, original de ver y vivir la vida; dos personas podemos estar viendo en la misma dirección y percibiendo dos cosas totalmente distintas ¿por qué dejar que otro piense por mi?
Muchos sueños frustrados, desilusiones, fracasos, desilusiones...se deben a que no tuvimos la valentía de “tomar al toro por los cuernos” y sacar adelante nuestros proyectos, somos cobardes y muchas veces preferimos tomar el camino fácil convirtiendo en credo aquello de que “mas vale lo viejo conocido, que lo nuevo por conocer”. Así pasamos la vida, dejándonos arrastrar por la corriente apegados a lo material e inmediato de la vida, nunca nos equivocamos, ni nos caemos porque ni siquiera emprendemos una tarea. Es mas fácil ser el obrero que el maestro constructor, así si hay alguna falla, esta será del maestro y no mía.

Todos los días vemos en los periódicos, como se propaga la violencia, la drogadicción, la corrupción y otros males sociales, nos acostumbramos al mismo panorama, y lo empezamos a asumir como algo normal, y si hoy fueron quince muertos, tranquilo; quizás mañana sean solo diez. El mundo de hoy necesita gente que se sienta interpelada por la realidad en que vive, pero que no se quede en eso; sino, actué social y políticamente a favor de esa realidad. Para esto se necesita ser valiente, creer que se puede aunque muchos crean que es imposible. Ser un soñador; un hombre sin sueños es un hombre sin esperanzas. Somos los responsables de sacar a la luz del mundo y de gritar lo que no nos parece, o disgusta, criticarlo, denunciarlo, eliminarlo...es necesario atreverse a nadar contra la corriente, introducirnos a lo desconocido, en fin ser o no ser.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estas en la tierra; que caminas con tu pueblo acompañando sus luchas y bendiciendo sus esfuerzos.

También nosotros bendecimos tu nombre y te damos gracias Padre, gritamos en coro que tu nombre es santo sobre todas las cosas.
Llévanos Padre a tu viña para ganar el pan de cada día.

No te fijes en nuestras miserias y limitaciones, sino; en nuestro esfuerzo por ser mejores hombres y mujeres cada día. Acompáñanos Padre y ayúdanos a caminar en la misma dirección. En tu dirección.

Padre nuestro que te hiciste hombre, enséñanos a ver el mundo como Tú, que podamos vivir como tu nos has enseñado, dale sentido a nuestras vidas, enséñanos a sentir con el mismo corazón.

Padre nuestro, enséñanos a sentir la necesidad de reforma de nuestros pensamientos y nuestras palabras, que el eco de nuestras pisadas despierte en otros el mismo celo y la misma urgencia de borrar la desigualdad e implantar la justicia.

Padre nuestro que actúas en el corazón de la vida; que aprendamos a reconocer la presencia de esos ídolos que quieren opacar tu imagen y no permitas que ellos nos arrebaten el deseo de seguirte.

         
                                                                                                      Amen


El Dios de los pobres

                                                
En nuestra realidad ya no es causa de asombro reconocer el abismo que nos separa a los hombres. En toda la franja Centroamericana, la riqueza y la pobreza, son dos realidades perceptibles a la vista de toda persona, los pobres partiendo de su situación de cautiverio tratan de organizarse y hacerse cargo de su propia historia; desde esta perspectiva, la acción salvadora de Dios se ve en una perspectiva determinada. Dios aparece en perfecta continuidad con el mensaje bíblico, como el liberador del pobre, que se pone a su lado hasta el extremo de sufrir en la cruz su destino.



La salvación es entonces estrictamente liberación, Dios se presenta como “El Salvador”, precisamente porque no la hay; esto no quiere decir que la salvación cristiana se reduce a su dimensión socio-política, sino, que es un intento de ampliar el concepto tradicional de salvación, para mostrar si constitutiva referencia tanto al pecado individual e histórico, como a la realidad actual mundial y masiva de la pobreza.

Dios ha querido manifestarse al lado de los pobres, no porque tengan alguna cualidad especial; sino simplemente por amor a ellos.
La contradicción entre Dios y el mundo no es una contradicción metafísica, sino histórica: es el pecado como rebelión contra Yahveh, el pecado como orden de este mundo, que crucifica al Hijo como continuamente crucifica al pobre. El Dios que se hace presente entre los pobres, tiene por esto el rostro deformado y escapa a todas las categorías mundanas que quieren conciliar a Dios con un mundo de pecado y de opresión. Justamente por su presencia entre los pobres, por su solidaridad con ellos hasta la cruz y no en virtud de alguna especie de contradicción metafísica entre la creación y su creador, es por lo que Dios escapa a la sabiduría de este siglo y se presenta como el Santo e inmanipulable.
Por eso, si se puede hablar de una presencia de Dios en el mundo, no se puede decir que el orden del mundo sea el analogado principal de la divinidad, sino mas bien que el causante d la crucifixión de Jesucristo y de los pobres, en los cuales se manifiesta el rostro verdadero, no metafísico o idolatra, del Dios cristiano.


    La pobreza constituye en realidad el verdadero problema y el verdadero escándalo, no solo respecto a la existencia de Dios, sino en si mismo, respecto a la humanidad entera. Frente a un mundo en el que aparentemente los “justos” (los “democráticos” y los “civilizados”) son los galardonados con el poder y la riqueza; es donde se afirma decididamente la presencia de Dios al lado de los malditos de este mundo.


Por eso el verdadero “Justificador” no es el teólogo, sino el mismo Dios en cuanto se pone al lado de los oprimidos, echando por tierra toda conciliación de Dios con el orden vigente en el mundo.

El Cristianismo no es una religion

Cristianismo no es una religión sino un modo de vivir. No es una religión pero la hemos convertido en una religión. Y ¿qué es una religión? Es un cuerpo doctrinal. Es un conjunto de creencias, es un conjunto de normas, leyes y decretos en los que se debe creer y que deben regir nuestra vida. Soy mas religioso en la medida que practico esas normas, cumplo esas leyes y asumo los decretos y los dogmas. La ley, el cuerpo doctrinal es medible, objetivable, se puede evaluar y dar opinión de que tan religioso soy o no como creyente. Por eso, entendiendo la religión como atadura, yugo pesado, como practicas rituales, piadosas y culturales podemos afirmar que ninguna religión salva, se llame como se llame. Dice San Ignacio: “No el mucho saber satisface el anima, sino el sentir y gustar interno de las cosas”.

Las religiones se basan en las normas y no en su espíritu, en lo accidental, lo que puede cambiar y no en lo esencial, lo que es de suyo, lo que es inamovible y que no requiere discusión, elucubración, teorización ni interpretación sino practica. La religión judía en tiempos de Jesús era una carga pesada, especialmente para el pueblo pobre, ignorante, maldito. Y era fuente de poder y riqueza para los salariados de la religión y del culto (Saduceos, Fariseos, escribas, levitas..) de quienes poseían el conocimiento de ella y se daban el poder y el derecho juzgar, condenar y excluir de la salvación.

La gente del pueblo: niños y niñas sin derechos por ser insignificantes, viudas pobres y desprotegidas en una sociedad patriarcal, personas enfermas (lepra, parálisis, epilepsia, trastornos mentales ...) o con deficiencia física de nacimiento (ciegos, sordos, tullidos...) o personas excluidas por ejercer trabajos “inmorales” como la prostitución o ser trabajadores del imperio como los cobradores de impuestos. Y aquellas personas que por algún motivo condenaba y excluía la ley como la mujer por su menstruación o infidelidad; las personas extranjeras o de otros pueblos vecinos tratados como perros o cerdos (animales impuros), o quien fuera pariente pero no practicante del judaísmo como las personas samaritanas eran condenadas por la ley y excluidos de la salvación. No eran prójimos.

Para Jesús es importante conocer la Ley y los Profetas, pero para practicar lo que Dios espera de cada persona que lo conoce, lo ama y le quiere servir. Se conoce una religión no para memorizar, discutir y mucho menos poner a prueba al contrincante o la competencia, sino para ponerla por obra. La religión nos pone a discutir; el cristianismo es una invitación a vivir de una manera distinta, vivir como seguidores y seguidoras de Jesús. La discusión no es ¿Quién es el prójimo? Eso lo sabe perfectamente el maestro de la Ley, el Sacerdote o el Levita y lo sabe Jesús. La pregunta es ¿Quién de estos tres se comporta como prójimo? La respuesta, sin aceptar que una persona, no religiosa como el enemigo, o el hereje, el incrédulo o el extranjero como el samaritano, vive los valores del Reino es “El que tuvo compasión de él”. Jesús no pierde su tiempo discutiendo porque “el tiempo perdido hasta los santos lo lloran”. Jesús nos invita a vivir sus enseñanzas, por eso el cristianismo mas que un cuerpo de normas, decretos y leyes, es una practica, una vivencia, un modo de ser y de actuar.

Jesús siempre fue un hombre de oración y acción. Como buen judío asumió la práctica religiosa de su pueblo, de su país y de su cultura. Siempre hacía oración y no sólo en los momentos claves de su vida, cuando tenía que tomar opciones que modificarían su entrega, su compromiso y su misión (Lc. 4, 16-30). Este segundo aspecto es más evidente en los evangelios, pero que lo sea no quiere decir que sólo en esos momentos hacía oración. El pueblo judío es profundamente religioso. Como parte de su oración, y fuente de ella, fue la contemplación y la meditación, sin dejar a un lado la acción. Más bien la acción es la parte constitutiva de la contemplación y la meditación, al estilo de Dios, Dios contempla la realidad, la medita y actúa (Jn. 1,1-14).

Educado en la Torá, fue más allá de ella. Jesús no se contentó, ni se conformó con saber la Ley, aprendérsela de memoria y repetir oraciones pre-establecidas. Supo ver más allá de la Ley, y ese “más allá rompe horizontes, rompe fronteras” es lo que le dio la razón para reinterpretar “la Ley y los profetas” y no quedarse en una lectura literal y mucho menos legalista; ese “más allá” es el “magis” que rompe límites jurídicos y miopías interpretativas. Por eso para el amor comprometido no hay fronteras. La contemplación y  la meditación le impulsaron a una acción humano céntrica, realista y de opción por aquellos y aquellas que la misma Ley, es decir, algo bueno, les había esclavizado como carga pesada, excluido de la vida eterna y condenaba a la no salvación. Jesús desde su fe y desde su práctica pastoral vive la Pasión del pueblo pobre y oprimido por los malos pastores de Israel, pastores religiosos, políticos, intelectuales y cultuales, asalariados y manipuladores de la Ley, que le daban más importancia a mandatos humanos o hechos por hombres, que a los mandatos de Dios dados a Moisés en el Sinaí (Mt. 5, 1- 48).

Antes de la pasión personal, esa que narran los evangelistas, aquella con la que nos dio la vida eterna y verdadera, Jesús vivió en carne propia la Pasión, el dolor, el sufrimiento del pueblo, de esas masas condenadas, desheredadas, excluidas y marginadas, tratadas por los “Sabios de este mundo” como malditas, chusma, ignorantes y  leprosos sociales. A Jesús se le trató como loco, comilón, borracho, con desprecio por ser galileo, por ser de oficios humildes, proceder de una mujer de pueblo y por andar con las ovejas perdidas de Israel en Israel (Mc. 11, 12-32).  Jesús es un hombre de esperanza en medio de un pueblo “al que se le ha robado hasta la esperanza”, digo al que se le ha robado la esperanza porque La ley, la sociedad elitista y el culto economicista se han encargado de empobrecerlo hasta en eso. Jesús lleva la esperanza en su palabra, en sus sentimientos y en sus gestos liberadores, conocidos en la escritura como milagros y curaciones. Quien conoce a Jesús y está en contacto con él, se va con ilusión, se va como persona nueva, reivindicada, liberada y reincorporada a la sociedad, a la familia, al templo y a la sinagoga (Mt, 7, 7-29; Lc, 11,9-13), El corazón de esa persona revive, se llena de esperanza. 

La esperanza nace como una planta nueva en la siembra de Jesús, regada, alimentada y desarrollada por el Dios Amor, padre bueno (Mc. 4, 26-34), el Dios que se alegra como la mujer que encuentra la monedita perdida en su casa y reúne a sus amigas y las invita al banquete de la alegría y la fraternidad por haber encontrado y recuperado aquella “monedita pequeña y sin valor aparente” pero de gran valor para su corazón. Jesús y el Dios que nos dio a conocer es el personaje central de la parábola del buen samaritano, es Dios mismo que se arrodilla para levantar, curar y cuidar a las víctimas, asaltadas por la violencia, por el desprecio y por un culto insolidario. Es más, el personaje que se solidariza con la pasión del pueblo es un extranjero, un marginado y excluido: Un samaritano. Jesús es el Buen Samaritano.

Si te sirve esta bien, si no deséchalo.

La vida es siempre un instinto de crecimiento, es un aprendizaje arduo y constante. Con el tiempo, aprendemos a ubicar lo que somos, lo que nos va formando como hombres y mujeres, la vida que nos habita, a reconocer con una mirada inteligente la historia que nos acompaña…incluso lo que nos disgusta o atrae.
En este mundo, que no se detiene ante los cambios, vamos adquiriendo una forma única y original de vivir la vida, con todas sus problemáticas o desencantos; parecida a un rio en cuya corriente nadan peces que aparentemente son iguales pero en realidad son únicos, cada cual va en la dirección que quiere, a la velocidad que quiere… así, en esa corriente que es la vida ubicamos el tipo de pez que somos y la dirección en la cual queremos nadar, asumimos quienes somos ante las intangibilidades abstractas de la existencia.

Cada persona es única y distinta de las demás, cada quien se enfrenta a sus propias dificultades, las dificultades hacen que el hombre o mujer explote sus propias cualidades y sepa adoptar una conciencia nueva para verdades que hasta ahora (para el o ella) has permanecido mudas.
Sin dificultades nos seria imposible llegar a superarnos y descubrir nuestro verdadero ser. En los momentos más críticos es cuando el hombre saca a relucir lo mejor de si mismo.
Lo importante es disfrutar y aprender de cada una de las circunstancias que se nos presentan en el camino por muy difíciles que sean.
El sentido de la vida es precisamente sentir, muchas veces no disfrutamos ni sentimos el presente porque toda nuestra atención esta en el acontecimiento que debería ocurrir, sin intentar vivir el aquí y el ahora. O nos quedamos atascados en nuestro pasado el cual a veces puede conspirar en contra de nuestra felicidad actual, nos empeñamos a querer sentir otra vez lo mismo, aun sabiendo que esto nunca ocurrirá, así como el agua de un río nunca es la misma; en lugar de ser recuerdos y experiencias que puedan reconfortarnos en momentos difíciles hacemos del pasado la cárcel de nosotros mismos.
Cada persona como dije antes, es única, la deferencia es la que primero nos atrae, así, cuando vemos unas flores por su diferencia hacemos de cada flor una flor única y así mismo con las personas. Es importante saber vivir con la gente que nos rodea, porque ellas nos constituyen, ser agradable con ellas, compartir, hacernos bromas, jugar…lo importante mas que todo es no dejar de ser nosotros mismos para adaptarnos al gusto de los demás, las flores aunque distintas son flores y su naturaleza es ser flor única, las personas igualmente. Si te mantienes firme en tus convicciones tarde o temprano te aceptaran.

Buscar la autenticidad es tarea de todos y todas, saber quien soy, asumirlo y quererme tal cual, para poder querer a los demás. Nadie puede dar lo que aun no posee. Así, el amor comienza por amarse a uno mismo, lo mismo con la realidad “Si quieres cambiar el mundo, empieza por ti mismo”.
Nacidos y nacidas ara la libertad, tenemos el derecho de vivir de la forma que mas nos guste, es nuestra naturaleza y nuestra obligación. Sin olvidar que los demás piensan de la misma manera, no busquemos el bien en el otro sino en nosotros mismos “Se descubre el bien cuando optamos por hacer el bien.
Ahora bien, “Del dicho al hecho, hay mucho trecho”, el tiempo, la experiencia nos convierte en recolectores de conocimiento, el problema es que muchas veces lo adquirimos para saber como decir palabras bonitas y no para vivir de una manera distinta. “No es lo mismo cantarla que vivirla”.
La experiencia me ha regalado esto y lo uso precisamente porque me sirve para vivir, lo mismo puedes hacer tú, si te sirve esta bien, si no deséchalo.

Un abrazo para todos y que Dios les bendiga.

El hombre no es solamente, alma y cuerpo, es además realidad y ficción.

El hombre no es solamente, alma y cuerpo, es además realidad y ficción. Ante los cambios constantes de la realidad, sumados a ellos os problemas, las angustias, los fracasos, enfermedades…parecido a un laberinto la persona se ve constantemente tentada a crear un mundo imaginario, un mundo en que pueda vivir sin ninguna preocupación, alejada de los problemas de la vida, donde ya no hay llanto ni tristeza, ni dolor, un paraíso, se queda ahí ya resignado a que nunca podrá salir de ese laberinto porque seguramente ni tiene salida, o porque es imposible encontrarla. Es una posición muy cómoda, y tranquila. Se trata de un mundo carente de sentido que solo existe en nuestra imaginación y alejado totalmente de la realidad. Todo aquel mundo de ficción tiene su raíz en el odio a lo natural (¡lo natural!); es expresión de un profundo descontento con lo real, se trata entonces de una mentira.
¿Quién es el único que tiene motivos para evadirse mediante una mentira de la realidad? El que la sufre.
Siguiendo la analogía de el laberinto, la persona ya resignada, una vez que se dio por vencida, construye su casa dentro del laberinto, porque igual la vida no se detiene; ahí se queda infeliz por no haber podido alcanzar lo que mas deseaba en la vida-¡salir de ahí!-, construye imaginariamente lo que “pudo haber sido”, lo vive una y otra vez y en ninguna ocasión es capaz de sentir porque aquel se trata de un mundo irreal (anti-natural), imagina lo que pudo haber sido lo que habría fuera del laberinto, pero este no es mas que un grito mental que se desprende de la realidad que “si existe” y que “hoy esta viviendo”. A estas alturas ya se es incapaz de pensar una posible salida de ese laberinto, porque la vista la tenemos más puesta en lo que pudo haber sido y no en lo que se puede hacer y además es menos doloroso.
Los momentos de dificultades hacen que el hombre descubra o invente mil formas de superarlas y le ayudan a crecer, a crear, a soñar…siempre que la persona no se de por vencida. Curiosamente siempre hay culpables, acá no cabe eso de que se es inocente hasta que no se demuestre lo contrario; es mas fácil echar la culpa al otro, el fracaso, el error, todo; viene de los otros (de lo externo): que el clima, que una traición, que el arbitro…cuando verdaderamente el verdadero espíritu del fracaso y la mediocridad esta en cada uno de nosotros, curioso es también que el equipo o la persona ganadora no notara tales circunstancias.

Se es incapaz de llevar en el cuerpo la herencia de un planteamiento objetivo y frío de los problemas. ¡Que horror! Su sufrimiento, su capacidad de dolor, su llanto, evadimos como se pueda este mundo, aprendemos a odiarlo en como se ve y en como se interpreta y acá es donde se empieza la obra; parecida las películas de superman donde el héroe nunca muere. El gran problema es que se asume ese mundo como si fuera real cuando “no lo es”, no es ni siquiera un mundo de sueños, pues los sueños son un reflejo de la realidad (donde igualmente se sufre) que no le quita al hombre la alegría de aprender por mas difícil que sea. Este mundo se escapa de ello pues lo que refleja es “lo que puede ser” y nunca “lo que es”.

Vive tu vida tal cual, con sus luces y con sus sombras, no dejes que nada ni nadie te quite la alegría de aprender, y de crecer; se tu mismo y no lo que los demás quieren que seas, no le des la espalda a los problemas; eso es de cobardes y mediocres…nunca vivas en el futuro, vive y celebra tu presente…

Sobre el poder

                                                                                                    
 
“Él se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente se llenó de temor y glorificó a Dios, que había dado tanto poder a los hombres”. El poder es un don, un regalo, un servicio, pero no siempre el ser humano hace del poder una herramienta para construir la paz, cultivar el amor, edificar la solidaridad, sembrar el perdón y cosechar una sociedad reconciliada consigo misma y con cada persona individual.


La divinización del poder se da cuando decimos que todo poder viene de Dios y justificamos desde Dios la injusticia, o para nuestro propio beneficio. Cuando por el abuso de poder ocultamos nuestras cobardías; para oprimir, humillar, sobresalir y hacemos del poder una práctica idolátrica, como dice el dicho popular “dime de qué presumes y te diré de que careces”. El poder suple lo que como persona no tenemos y queremos reconocimiento para sentirnos importantes y necesarios. Aparece la egolatría, el nepotismo y el despotismo (Mt 20, 24-28). Seguir a Jesús supone renunciar al poder, a la riqueza, al prestigio e incluso a la estima. Es renunciar a los primeros puestos (Mt 20, 20-23).

La claridad que tiene Jesús sobre los riesgos del poder las encontramos en las tentaciones, cuarenta días, período largo de prueba y tentación, es decir, toda la vida (Mt 4, 1-11); la primera tentación es aprovechar el poder para mi beneficio y para dominar, a través de las necesidades, la conciencia y la voluntad de las personas; la segunda es usar a Dios para justificar mi poder, divinizo el poder y hago de Dios una fuente de dominio y riqueza, Dios es mi seguro existencial; la tercera es hacer del poder un ídolo que requiere adoración y víctimas.

El poder es tentación o bendición, según se utilice. Jesús tiene el poder de enfrentarse al poder. Jesús entiende el poder como servicio, como buenas obras, como salvación y liberación. El poder que Dios nos ha dado a los seres humanos, hombres y mujeres, es el poder del amor y el perdón; el poder de la palabra y del testimonio, el poder del corazón y de las ideas; el poder del servicio no remunerado; el poder de la fe que salva integralmente al ser humano. Jesús es un hombre libre de ambiciones, de ataduras, de egoísmos mezquinos, de hipocresías y de abuso de autoridad. La única atadura de Jesús es la del amor compasivo por eso “se la juega” a cada momento (Mt 9, 1-8; Lc 7, 48). Jesús utiliza el poder para servir, redimir y reintegrar.

El Dios de Jesús es el Dios de la vida

Hoy el día amaneció triste, melancólico, frío y silencioso. Es el dolor y la tristeza que se respira en el ambiente. El dolor toca a nuestra puerta y le acompaña la tristeza para darnos malas noticias. La desolación ha ocultado el sol, no nos quita la sed de justicia, y se ha alojado en cada poro de nuestro cuerpo sin esperanza (Is. 5, 1-7). Los hijos e hijas de Dios siguen siendo crucificados y crucificadas no por el imperio romano, sino por la violencia, que como bestia vengativa, merodea nuestras calles y avenidas en busca de víctimas inocentes. Hay que re-crear nuestra vida y nuestra historia. La cruz es la puerta de la resurrección (Is. 11, 1-9).
Los Pastores tienen mucho que hacer y poco que decir. Esos pastores y pastoras que ocupan los puestos públicos del Estado y que fueron elegidos y elegidas para traernos la paz, la seguridad, el bienestar económico y el desarrollo humano a través de la salud y la educación. En estos días de tiniebla y oscuridad estamos en la dispersión obligada, huyendo, resguardándonos, saliendo de puntillas a las calles, a estudiar, a trabajar, a cumplir nuestros compromisos y esperando, sobre todo, buenas noticias (Mt. 5, 13-16). Nuestro único consuelo es Dios (Ez. 34, 11-16).

. Jesús cree y defiende la vida, especialmente de aquellos y aquellas a las que se les arrebata con violencia, con agresividad o a pausas en la pobreza, en la desatención médica, con salarios injustos, o que se mueven, no por destino o predeterminación, en situaciones de miseria endémica o pauperización. Su palabra es de vida y esperanza, ante esas grandes multitudes que lo escuchan, que tienen necesidad de pan y de justicia, de alimento y compasión, de solidaridad y entrega generosa, hasta dar la vida por ese proyecto de Dios en el que él cree: El reino de Dios (Mt. 4, 23 -5, 1-12).

Puerta y camino se juntan y se complementan. En algunos textos de la escritura encontramos la imagen de los dos caminos, este modo de definir la libertad, el discernimiento y la toma de decisiones para llevar una vida coherente es antiguo. El ser humano ha sido modelado por Dios, pero él se desmodelado al dejarse gobernar por sus instintos, sus afecciones y sus intereses egoístas (Gn. 2, 15- 17) Dios nos ha puesto ante el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal para escojamos el mejor camino (Gn. 6, 1-8).
Jesús también nos invita a optar por la puerta estrecha y el camino angosto que nos conduce a la vida. Pocas personas escogemos esto, “pocos son los que lo encuentran”. Ancha es la puerta y amplio el camino de la perdición, de la muerte, de la condena “Y son muchos los que entran por él”. Estamos en la vida con dos opciones: La puerta ancha o la estrecha. Dos caminos, el amplio o el angosto. Estamos ante el camino del bien o del mal, escojamos el camino de la vida, del bien, de la salvación. El camino es nuestra vida recorrida, la puerta es el fin de algo y el principio de “otro algo”, mejor y distinto, principio de nuestra vida y de nuestras opciones. Perdición y vida son dos realidades que están una frente a la otra (Mt. 7,13-14). El camino que escojamos es el símbolo de nuestra vida y del país.

¿Qué es vivir?

Porque quejarse tanto de la vida que nos ha tocado por suerte. La vida no solo es pasar días, noches, años, no es solo comer y dormir… alégrate con la vida porque te da la oportunidad de amar y trabajar, y jugar y mirar las estrellas.
Muy cierto es que la vida además se compone de miles de problemas, dificultades, nuevas experiencias (a veces difíciles).
 Es bueno saber que no estamos preparados para todo; pero por nada del mundo cambiemos lo que esta por venir, eso es vivir. No se puede ser pasivo ante la vida, con un poco de astucia una derrota se puede convertir en una victoria. El que no sabe gozar de la aventura cuando le viene, no debe quejarse si se le pasa; cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender.
Sonríe, disfruta esta vida que es tu vida, sonreír cuesta menos que la electricidad y da más luz, enciende corazones y da fuerzas para el camino.
Piensa un momento, si exagerásemos nuestras alegrías, como lo hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderían importancia.

Ya lo dijo una vez Gibbson: “Todo Hombre recibe dos educaciones, la que le dan y la que el se da; esta ultima es la mas importante”.  La vida es un aprendizaje constante, no se puede pasar todo el tiempo quejándonos de todo, nada es tan malo que no se pueda aprender algo de ello; aprender para la vida. No se puede confundir el conocimiento con la sabiduría, el conocimiento nos sirve para ganarnos la vida, la sabiduría nos ayuda a vivir.  Un intelectual puede muy bien ganar dinero, pero solo un sabio sabrá gastarlo.
 Por tanto no se trata de vivir para aprender, sino de aprender para vivir o como dijo Gandhi: “La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Qué otro libro se puede estudiar mejor que el de la humanidad?

Con el tiempo vamos aprendiendo a “ser”, a crecer, a crear…el resto queda atrás, lo tuyo es la experiencia; pero entiéndase la experiencia no como lo que te sucede sino, como lo que haces con lo que te sucede. En simples palabras es vivir.

Vivir no es solo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar. Aprender a verse a si mismo son una mirada inteligente, no hay cristales de mas aumento que los propios ojos del hombre cuando miran a su propia persona. Vivir es amar. Todos lo problemas tienen una sola raíz, el miedo; que desaparece gracias al amor. El problema es que muchas veces no da miedo amar. El hombre es verdaderamente grande cuando actúa apasionadamente, pues la felicidad es algo que no depende de la posición sino de la disposición. Aquello de “querer es poder”.
Recuerda que el secreto de la felicidad esta en la libertad  y el secreto de la libertad en el coraje, sigue adelante y lucha por lo que quieres y se feliz. La calidad no es para nada un accidente, sino el resultado de un gran esfuerzo y las cosas solo deja de existir cuando se deja de creer en ellas.

“En vez de buscar ser un hombre o una mujer de éxito, busca ser una persona valiosa. Lo demás llegara naturalmente.” (Anónimo)

¿Soy imagen y semejanza de Dios o lo contrario?

En un articulo anterior ya había tocado este tema; muchas personas y principalmente jóvenes me preguntan sobre temas relacionados a la existencia de Dios; la formación teológica que hoy tengo en definitiva es muy poca para explicar temas tan complicados como este; así que lo que yo pueda decir quizás pueda ser mejorado por otros que si tienen esa formación, yo me limitare a explicar de la forma mas sencilla posible mi propia experiencia de Dios.

En el anterior articulo decía que el tema de Dios no es una experiencia fácil para ninguna persona. Aunque se admita su existencia, la persona, tan inevitablemente agarrada a lo material y a lo inmediato, no sabrá demasiado bien que hacer con Dios y tendera aun cierto “deísmo” intuyendo que un dios lejano molesta menos... además, que se trata de una experiencia casi inevitable cuando se empieza a buscar a Dios y además de inevitable es aquilatadora para discernir si se busca al verdadero Dios o a un pequeño ídolo que se adapte mejor a nuestras empequeñecidas grandes aspiraciones.
¿Quien es Dios? Muchas veces lo que buscamos con esta pregunta es una respuesta que se adapte mejor a la perspectiva de Dios que nosotros tenemos o mas bien a lo que yo entiendo. Esta tentación es muy común, intentamos explicar lo que es Dios, y cuando una persona nos pregunta por esto buscamos la forma de dejar claro que no somos ignorante del tema o simplemente se dice que no existe tal Dios. Cuanto se a escrito sobre este tema y se sigue escribiendo y al final siempre queda sin claridad, si la persona aceptara de una vez por todas que nunca alcanzara claridad sobre este tema se limitaría a decir Dios es Dios, Él es el que Es.

Definitivamente mucho podemos decir de Dios, muchas hombres y mujeres que han experimentado profundamente a Dios nos han dado herramientas para hablar de Dios o quizás sobre una experiencia de Dios, meditaciones, oraciones, poemas, historias... No es lo mismo mi experiencia de Dios y lo que Dios es en si. Y como todo lo que Dios hizo esta muy bien todo lo que podamos decir sobre El igual esta muy bien, el error esta en creer que eso que yo Digo de Dios es Dios en su totalidad. Esto seria una contradicción puesto que si yo puedo explicar a Dios es porque ya lo he comprendido completamente, yo soy hecho a imagen y semejanza de El y no lo contrario, un dios que se puede explicar y comprender completamente no pude llamarse Dios.

He desarrollado con los años una experiencia muy linda con Dios, y yo mismo puedo decir un par de palabras sobre lo que es Dios para mi, sin embargo se muy bien que esto que digo de Dios no es Dios en su totalidad sino una experiencia de Dios que me hace sentirle y amarle cada vez mas, se que existe no porque lo hay visto sino porque le puedo sentir. Yo me adapto a la voluntad de Dios y no lo contrario. El problema esta en que nos cuesta demasiado renunciar a nuestra propia voluntad, dice San Ignacio: “la renuncia de la voluntad propia vale mas que resucitar a los muertos” es mas fácil resucitar a un muerto que renunciar a nuestra voluntad porque nos saca de nuestra comodidad. Siempre apegados a lo que nos es mas fácil. Fácil es por ejemplo ocupar un lugar en una agenda telefónica, pero no es tan fácil ocupar el corazón de alguien. Fácil es herir a quienes nos aman. Difícil es curar esa herida. Fácil es dictar reglas. Difícil es seguirlas. Fácil es exhibir la victoria. Difícil es asumir la derrota con dignidad. Fácil es disfrutar la vida todos los días. Difícil es darle el verdadero valor.
Sin embargo en cada una de las circunstancias, y sin importar lo que escojas Dios esta ahí. Esa es mi experiencia, la experiencia de un Dios que me acompaña, en cada momento.
¿Alguna vez te has sentado por allí y has sentido el deseo de hacer algo agradable por alguien a quien le tienes cariño? Ese es Dios que habla a través de su espíritu Santo. ¿alguna vez te has sentido derrotado y alguien parece estar a tu lado para hablarte? Ese es Dios quien quiere hablar contigo. ¿Alguna vez has estado pensando en alguien que amas y no has visto por largo tiempo y la próxima cosa que pasa es verlo o recibir una llamada de esa persona? Ese es Dios, las coincidencias no existen. ¿Alguna vez has sentido que tienes tantos problemas y las cosas ya se están saliendo de su cause y de pronto, un día todo esta resuelto?  Ese es Dios que tomo todas las cosas y las puso en su lugar.

Siempre tenemos que estar abiertos a lo imposible, no todo se explica desde la realidad que es perceptible. Si te cortan un ala, aprende a volar con la otra, si te cortan las dos, aprende a caminar; si te quedas sin piernas, aprende a arrastrarte, sonríe; si no tienes fuerza para sonreír, aun puedes soñar, que es otra forma de volar, en esperanza...
Porque la patria verdadera de la persona humana esta en lo imposible, por eso ¡llega hasta donde no puedas!.
Un anciano solía permanecer inmóvil durante horas en la iglesia. Un día, un sacerdote le pregunto de que le hablaba Dios. Dios no habla solo escucha, fue su respuesta. Bien ¿y de que le habla usted a Dios? Yo tampoco hablo solo escucho. Dios no se esconde a nosotros, siempre se nos muestra pero, siempre queda en el misterio.
El hombre ve el horizonte luminoso y a medida que se acerca a el, el horizonte huye siempre para adelante.
Y el hombre pregunta decepcionado: ¿Para que nos sirve el horizonte pues? La vos responde: para que siempre siga andando.
Así es Dios, se deja sentir, escuchar, mas no se deja poseer.