Cosas de locos

Si pienso en lo que quieres que yo haga,
si tengo que hacer caso a tus palabras,
si quieres que te diga lo que pienso,
es de locos

Si quieres que me quite las cadenas
que me hacen sentir seguro aquí abajo
es como si me vaciara las venas,
estás loco

Sólo te pido fuerzas para hacer
de mi debilidad
un férreo vendaval
Desde el convencimiento
que tal vez
hoy todo pueda ser
de nuevo realidad
que ya estás al llegar

De todas formas sé que es necesario
andar contra corriente en esta tierra
y que en el fondo merece la pena
estar loco


Desde la fragilidad

Señor, tú has sido un refugio para los seres humanos
de generación en generación.
Desde antes de que surgiesen los montes,
antes de que naciesen tierra y cielo
tú estabas ahí, Señor

Nuestra vida pasa rápido
Mi años ante tus ojos
son un ayer que pasó,
un suspiro en la noche.

Tú ves nuestros secretos,
tú desnudas nuestras pequeñeces.
Vivimos vidas largas, y en ellas
hay mucho de vacío y vanidad,
hay tantas cosas que se desvanecen
y pasan rápido.

Enséñanos a vivir desde lo profundo,
que lo verdaderamente importante
llene nuestra cabeza y nuestro corazón
Ilumínanos, Señor, enseña a tus hijos.

Sácianos con tu amor cada día
y entonces gozaremos y cantaremos de por vida.
Llénanos de sentido si alguna vez nos ha faltado,
danos paz cuando la hayamos perdido.
Que sepamos descubrir tu acción y tu esplendor.
Haz que de nuestra vida surjan obras dignas.

Señor, tú has sido un refugio para los seres humanos
de generación en generación.




Falta lo esencial

La historia salvadoreña, en consonancia con la de la humanidad, está llena de grandes contrastes. El ser humano ha demostrado a lo largo de la historia que es capaz de grandes cosas. No hemos terminado de conocer un grandioso descubrimiento cuando otro nos vuelve a sacudir, sobre todo en esta era tecnológica. Nuestra especie ha sido capaz de surcar el espacio sideral y llegar a otros planetas; ha sondeado las profundidades del océano y conocido algunos de sus más grandes misterios; ha penetrado la tierra para extraer sus riquezas o rescatar a mineros atrapados a varios cientos de kilómetros de profundidad; ha creado un sinnúmero de artefactos que hacen más fácil la vida diaria.

Sin embargo, también la historia registra abundantes muestras de que el ser humano es capaz de las más grandes atrocidades. Hemos conquistado el espacio y el océano, pero no hemos sido capaces de lograr lo más decisivo para el futuro de la humanidad: convivir armónicamente como miembros de la misma especie, es decir, como semejantes o —en términos cristianos— como hermanos y hermanas. Tampoco el ser humano ha sido capaz de aplicar su prodigiosa inteligencia para convivir respetuosamente con la naturaleza, sabiendo que de ella depende la viabilidad de la vida.

Lo llamativo de nuestra historia es que las dinámicas de destrucción se esconden a veces en el corazón de los mayores avances tecnológicos. La invención del avión supuso la posibilidad de llevar la guerra al aire y bombardear ciudades enteras; la descomposición del átomo dio paso a la bomba atómica; el Internet ha supuesto el nacimiento de nuevos y sofisticados delitos. Es decir, el avance del conocimiento y de la tecnología, a la vez que mejora aspectos de la vida cotidiana, contiene semillas de nuevas amenazas, nuevas desigualdades y mayores diferencias.

A pesar de los grandes avances, después de más de 20 siglos de era cristiana, la humanidad sufre la mayor desigualdad de su historia y ha comprometido seriamente —quizás irreversiblemente— la viabilidad del planeta. Ciertamente, en cada época la gente piensa que vive momentos decisivos y únicos de la historia, pero es un hecho que el tipo de violencia que padecemos en nuestros días apenas tiene precedentes. En El Salvador fuimos capaces de silenciar las armas, pero no hemos podido encontrarle solución a una violencia que arroja una tasa de homicidios comparable a la de la guerra civil. Logramos mantener la frialdad de los equilibrios macroeconómicos, pero no podemos retener a miles de compatriotas que buscan en otra tierra las oportunidades que aquí se les niegan. Tenemos empresarios multimillonarios que invierten en muchos países, pero gran parte de los salvadoreños no puede pagar la canasta básica de alimentos. Construimos centros comerciales de estilo estadounidense, pero nos hemos convertido en el país más vulnerable del mundo, somos el segundo más deforestado de América Latina y estamos al borde de un estrés hídrico de consecuencias desastrosas.

Asimismo, los salvadoreños avanzamos en la democracia al posibilitar la participación de tendencias ideológicas diversas en la arena electoral, pero no hemos podido democratizar los beneficios sociales y económicos del desarrollo. Por primera vez en nuestra vida republicana, un partido de izquierda llegó al Gobierno, pero los problemas de la gente siguen como antes. Es decir, al igual que al resto de la humanidad, nos falta avanzar en lo esencial: la dignificación de la vida y el respeto a la naturaleza como condición indispensable para nuestra supervivencia. El problema de fondo radica en que entendemos el planeta solamente como un recurso a explotar. Y con mucha frecuencia también a las personas las consideramos meros recursos y fuente de enriquecimiento; receptáculos vacíos a los que se debe llenar con necesidades artificiales para la continuidad del consumismo desaforado. Por ello, urge que toda iniciativa ciudadana, partidaria o estatal tenga en su centro el bienestar del ser humano y la convivencia armónica con la Tierra para que avancemos en lo esencial para la vida.



Inspiración cristiana y testimonio personal

La inspiración cristiana es un elemento fundamental de la identidad de la UCA. Y, en ese sentido, motor y fuerza de la proyección universitaria hacia El Salvador y Centroamérica. La inspiración cristiana es, en el contexto universitario, mucho más que una simple declaración de pensamiento. Trata de ser fuerza profética en medio de un mundo marcado por la injusticia, y al mismo tiempo propuesta reflexionada y racional que busca reconstruir las relaciones humanas y sociales desde la justicia, el amor y la defensa y promoción de la vida. El P. Dean Brackley, recientemente fallecido, nos puede ilustrar en torno a lo que significa inspiración cristiana y en torno también a la necesidad de que la propia vivencia de la fe se convierta en fuerza transformadora y solidaria en quienes nos proclamamos seguidores de Jesús de Nazaret. Por eso creemos que dedicar este editorial al recuerdo de nuestro catedrático y jesuita tiene sentido para un país como el nuestro, que se confiesa cristiano.

El P. Dean vino a El Salvador en 1990. Antes de ese año, vivía y trabajaba en el Bronx, en Nueva York, en el mundo de la marginación urbana. Al mismo tiempo, dada su formación intelectual, con su doctorado en ética en la Universidad de Chicago, apoyaba en la docencia de la Universidad jesuita de Fordham. Unía docencia de ética con el testimonio de quien sabe que cuando la ética no se refleja socialmente, solo queda como camino de coherencia intelectual el estar del lado de los excluidos, golpeados y marginados por la sociedad. Impactado por la muerte martirial de los jesuitas en 1989, se ofreció inmediatamente como voluntario para venir a trabajar a la UCA.

Puesto en El Salvador, comenzó de nuevo a buscar coherencia entre su quehacer universitario, profesor de moral social, y su vida personal de entrega a los desposeídos. Al mismo tiempo que daba sus clases con una enorme entrega, se multiplicaba en los quehaceres de solidaridad con quienes sufrían el pecado estructural de nuestras sociedades. Las víctimas de la guerra, los pobres, las mujeres que buscaban respeto y defensa de su dignidad frente al machismo, los estudiantes sin recursos que querían estudiar en la Universidad, todos encontraron apoyo solidario en el padre Dean. Jayaque primero, en donde sucedió a Martín-Baró, así como el barrio marginal de Las Palmas, entre la exferia internacional y la San Benito, fueron dos lugares donde derrochó energías y cariño. Hasta poco antes de morir, mantuvo su preocupación e interés por el programa de becarios que él mismo organizó para jóvenes de escasos recursos, provenientes de zonas rurales. Organizó la parroquia de la UCA pensando en la solidaridad con los más pobres. Se entregó a todos con una alegría profunda y sin hacer distinciones entre personas.

Y al mismo tiempo reflexionaba. Escribió un excelente libro sobre los Ejercicios Espirituales, orientados a la solidaridad y el compromiso social. No había tema de El Salvador en el que se jugaran los valores de justicia, dignidad humana, desarrollo social, construcción de un futuro respetuoso con los derechos sociales de la población que no fuera de su interés. Vivía por y para los demás con una enorme conciencia de que su dedicación al prójimo sería eficaz si escuchaba, dialogaba, se solidarizaba y amaba. La visión estructural y la capacidad de amar y querer a las personas concretas eran en él una síntesis construida precisamente desde su inspiración cristiana.

Las universidades necesitan gente como él. Nuestra propia sociedad salvadoreña no cambiará si no crecemos en la generosidad al estilo del P. Dean Brackley. Su vida es, en ese sentido, un desafío para nuestra creatividad universitaria, para nuestro empeño en la construcción de un El Salvador más justo, y para unir, como él la unió, la fe en Dios con la construcción de una nueva civilización. Esa que Ellacuría llamaba civilización de la pobreza y del trabajo, y que Dean tuvo siempre ante sus ojos, en su mente y en su corazón.



Oremos juntos

Después



Después, cuando menos lo esperas
aparece más fresca la vida.
Y cuanto más alto miras,
cuanto más te sorprendes
más pequeños, más de rodillas
eres ante Dios.
Después, cuando menos lo esperas
el tiempo ha marcado su ritmo,
y un sendero por dentro
ha tejido otra entraña más viva.
Entonces apareces más hermano,
más hijo, más... de rodillas.
Es casi sin querer, al compás del deseo,
de la ilusión, como el hombre
va haciéndose criatura,
más a la imagen
del corazón del amor.
Y después, cuando menos lo esperas
no puedes menos que querer de rodillas.



Y no sé decirte nada.



Rodeado por todas partes,
como una isla,
como una roca solitaria en la mar.

La marea crece,
sube y sube
hasta arriba y cubre la roca.
La erosiona por debajo y la traspasa.

La rodea y abraza por todas partes,
por arriba y por abajo,
por los lados.

Siento tu presencia que me envuelve
me empapa
y me llena.

Estoy metido en Ti.
Siento tu amor
que me toma en las olas de sus brazos,
me cubre de caricias
y me ama.
Y no me dice nada.

Y no sé decirte nada...


El Dios de la fe



En medio de la sombra y de la heridame preguntan si creo en Ti. Y digo:que tengo todo, cuando estoy contigo,el sol, la luz, la paz, el bien, la vida.Sin Ti, el sol es luz descolorida.Sin Ti, la paz es un cruel castigo.Sin Ti, no hay bien ni corazón amigo.Sin Ti, la vida es muerte repetida.Contigo el sol es luz enamoraday contigo la paz es paz florida.Contigo el bien es casa reposaday contigo la vida es sangre ardida.Pues si me faltas Tú, no tengo nada:ni sol, ni luz, ni paz, ni bien, ni vida


Benditos los ignotos

Benditos los ignotos,
los que no tienen página
en internet, perfil
que los retrate en facebook,
ni artículo que hable
de ellos en wikipedia.
Los que no tienen blog.
Ni siquiera correo
electrónico, todo
les llega, si les llega,
con un ritmo más lento.
Tienen pocos amigos.
No exponen sus instantes.
No desgastan las cosas
ni el lenguaje. Network
para ellos es malla
que detiene la plata de los peces.
Benditos los que viven
como cuando nacieron
y pasan la mañana oyendo el olmo
que creció junto al río
sin que nadie
lo plantara.
Benditos los ignotos
los que tienen
todavía
intimidad


Misterio Universal

La pregunta del ateo,
la oración del creyente,
un amor en crecimiento,
un relato que se agota,
se encuentran un día
con el silencio,
como única respuesta
del misterio.
Cuando no soportamos
el silencio del misterio,
convertimos impacientes
la cruz en espada,
y la media luna en alfanje;
comparamos el agua del Jordán
con la del Ganges
para abluciones rituales,
y apretamos el catecismo
como un pasaporte exclusivo.
Cuando no soportamos
el silencio del misterio,
no permitimos gestaciones
en la noche
en lo diferente,
y abortamos
preguntas y oraciones,
amores y relatos.
Pero toda pregunta humana,
toda inquietud verdadera,
tenga el color que tenga,
es una siembra
en el silencio…
… Desde el misterio
brotará a su hora exacta
un alimento para todos…

HERIDA

Hoy el dolor es real
en mi cuerpo y en mi espíritu.
Hoy mi herida quiere invadirme,
llenar mi corazón de cansada pesadumbre,
desgarrarme como una multitud a la estampida,
arrinconar todo mi cuerpo.

Este soy yo: un herido.
Acojo toda mi historia de lucha.
Amo a todas las personas que me hirieron
y me reposo con toda mi ambigüedad
que fue tejiendo sus trampas en mi profundo secreto.

Soy amado por ti, Dios de la vida.
Y quieres que viva en mí
todo lo que tú has sembrado.

Con este día que amanece
quiero girar mis ojos
hacia el sol que me levanta
despertando los colores
y rumor de pasos en todos los senderos.


Que la paz del alba
recorra como agua viva
los laberintos de mi secreto.

Ahora, no mañana, ahora te dejo amanecer y recrearme.
No importa el dolor que nos quede.
Quiero unirme a ti en la búsqueda de la vida,
arriesgarme contigo en la apuesta del camino,
permanecer junto a ti en la paciencia, sumergido.

Más allá de lo que logre descifrar mi secreto,
todo mi misterio está dentro del nido de tus manos,
como una paloma confiada y asustada al mismo tiempo,
a la hora precisa de ser lanzada al aire
para que cree el vuelo, juegue y viva.

Empieza a volar el día.
Aroma de café temprano,
llanto de niños,
saludos breves y estrenados.
Con toda la creación,
amanecen a mis primeros pasos.



HAZME OTRA VEZ, ALFARERO

Toma mi barro otra vez, alfarero.
Recógeme en tus brazos que vengo roto,
y no puedo tocar con las mías tu cuerpo.

Álzame de nuevo a tu torno, alfarero,
que traigo mi gesto sin vida,
y tengo necesidad de tu gesto.

Recréame con tus dedos,
aliéntame con tu aliento;
pon en mi carne tu fuego.

Mete tu mano en mi entraña,
forma mi cuenco, un cuenco frágil y pequeño
donde solamente quepa un corazón bueno.
¡Hazme otra vez, alfarero




¿Quien sabe "Dónde dormirán los pobres" ?

El 3 de octubre se celebra el Día Mundial del Hábitat, instituido por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en 1986, debido al crecimiento de la población y las condiciones del medio. Por este motivo, la ONU creó una agencia especializada en la gestión y el desarrollo integral del hábitat: el Centro de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, que trabaja para lograr que las personas posean un lugar donde hallen paz y dignidad, sin barreras económicas o sociales.

El hábitat, en términos generales, es el lugar donde un organismo halla lo que necesita para sobrevivir: alimento, protección, medios. En la actualidad, la mitad de la población mundial vive en ciudades, por lo que estas se han convertido en el hábitat más importante para los seres humanos. En consecuencia, el Día Mundial del Hábitat se concreta en el día mundial del derecho a una vivienda digna, al acceso a los servicios básicos, a la educación, a la seguridad y, sobre todo, a la posibilidad de vivir en armonía con el entorno. De acuerdo a la legislación internacional sobre derechos humanos, una vivienda adecuada debe contemplar seguridad de la tenencia, disponibilidad de servicios, habitabilidad y localización adecuada.

Sin embargo, uno de los problemas sociales más crónicos del mundo es el déficit habitacional, que ahora mismo afecta a 900 millones de personas que no tienen una vivienda segura en este planeta, cifra que puede llegar, en 2020, a los mil 700 millones. América Latina es una de las regiones donde el problema de la vivienda presenta un alto déficit que afecta de manera dramática a los sectores populares. Tienen aquí cabal cabida las palabras del teólogo Gustavo Gutiérrez, quien afirma que ser cristiano en América Latina es preocuparse por dónde dormirán los pobres: ¿dormirán bajo techo?, ¿en el suelo o en una cama?, ¿hacinados en un cuarto?, ¿en una vivienda de la que pronto serán arrojados?

Esta preocupación ha sido nuevamente expuesta en la Declaración de Cochabamba, dada a conocer en el marco del Día Mundial del Hábitat 2011. Los que suscriben el documento, hombres y mujeres que trabajan en el campo del hábitat y la vivienda para los sectores populares, hacen interesantes reflexiones. A continuación, sintetizamos algunas de ellas. En primer lugar, constatan que la civilización y la técnica proveen sin cesar de nuevas herramientas para provecho de la humanidad, pero que eso se hace a costa de la sustentabilidad de la vida en el planeta, como si fuera posible un crecimiento infinito. Mientras la humanidad alcanza logros tecnológicos impensables pocos años atrás, se incentiva el consumo de productos descartables para enriquecimiento ilimitado de muy pocos, en tanto las grandes mayorías siguen sufriendo graves penurias y la naturaleza quebrantada pasa su factura haciendo más vulnerables a los vulnerables.

En segundo lugar, denuncian que hay muchas casas sin gente y mucha gente sin casas; todos los adelantos tecnológicos para algunos pocos y la falta de las mínimas condiciones de vida para los que son más; barrios segregados y mal servidos en las periferias, y tugurios deteriorados en los centros urbanos para los pobres, y zonas excluyentes diseñadas para los ricos. Estas son algunas de las caras visibles de estas ciudades terriblemente desiguales e injustas.

En la tercera reflexión, se pone de manifiesto la incoherencia de los mandatarios y la injusticia del sistema, ya que mientras los Gobiernos suscriben declaraciones y pactos que reconocen el derecho a la vivienda para todos, se evidencia la falta de acceso al suelo para vivienda, al agua potable, la energía, los desagües para las mayorías; mientras una minoría, que concentra la riqueza y el poder, goza de todos los privilegios. Y eso es así en toda nuestra América, sostienen, porque en todo este vasto territorio impera un sistema económico y social injusto, que explota los bienes comunes y a los seres humanos sin rubores ni límites.

En cuarto lugar, expresan su frustración porque la llegada de partidos “progresistas” a los Gobiernos de muchos países de la región no ha cambiado esta realidad: los discursos cambian, pero no las políticas; la deuda externa sigue importando más que la deuda social, como si los principios cambiaran cuando se está del otro lado del escritorio; la privatización sigue siendo la receta (para la educación, para la salud, para la producción, para generar trabajo) y el derecho a la vivienda, como los demás derechos económicos, sociales y culturales, sigue sin poder ser ejercido plenamente. El derecho escrito sigue acumulando documentos, mientras su goce efectivo sigue huérfano de planes y medidas.

En la quinta reflexión se afirma que los problemas sociales no los soluciona el mercado; que la única salida en este tema es apostar a las potencialidades y organización de la gente; que sus posibilidades son mucho mayores cuando los procesos son colectivos, participativos, autogestionarios y democráticos, como es el caso de las cooperativas de vivienda y otros modelos grupales similares. Finalmente, reclaman a los Gobiernos de la región latinoamericana el reconocimiento y apoyo a los procesos de producción y gestión social del hábitat a través de políticas de Estado, cuyo objetivos sean el acceso a la tierra y a la vivienda de los sectores populares, y evitar el desplazamiento y el desarraigo, los desalojos forzados y la fragmentación urbana, el deterioro y la depredación ambiental.

En El Salvador (cuyo déficit habitacional alcanza las 500 mil unidades), una propuesta en la línea de los puntos antes mencionados es el Anteproyecto de Ley de Vivienda de Interés Social (ALVIS), presentada el 16 de noviembre de 2010 por la Comisión Nacional de Pobladores (CONAPO) y la Fundación Salvadoreña de Desarrollo y Vivienda Mínima (Fundasal). En el Anteproyecto, la vivienda de interés social es aquella destinada a las familias de bajos ingresos de las áreas urbanas y rurales. Dicha vivienda deberá cumplir como mínimo con las siguientes condiciones: estar ubicada en zonas consideradas habitables; tener una superficie que permita superar el hacinamiento y la promiscuidad; contar con espacios propicios para el desarrollo humano familiar; poseer techos, paredes y pisos construidos con materiales que garanticen la seguridad estructural; tener en todos los ambientes iluminación natural y ventilación adecuada; contar con instalaciones de servicios básicos domiciliares; tener acceso peatonal y vehicular en todo momento; y disponer en sus proximidades de servicios urbanos y sociales. Condiciones mínimas para que una gran parte de las familias salvadoreñas puedan desarrollarse con dignidad. La propuesta surge de comunidades que tienen como referente de lucha el cumplimiento del derecho humano a la vivienda. El protagonismo lo tienen las distintas organizaciones comunales, municipales y regionales. Es este un caso ejemplar de ciudadanía activa. La respuesta de los diputados y diputadas ojalá obedezca no a la lógica del mercado, sino a la cuestión clave de una recta política de vivienda: ¿dónde dormirán los pobres?









Partir, en camino...

Partir es, ante todo,
salir de uno mismo.
Romper la coraza del egoísmo
que intenta aprisionarnos
en nuestro propio yo.
Partir es dejar de dar vueltas
alrededor de uno mismo.
Como si ese fuera
el centro del mundo y de la vida.
Partir es no dejarse encerrar
en el círculo de los problemas
del pequeño mundo al que pertenecemos.
Cualquiera que sea su importancia,
la humanidad es más grande.
Y es a ella a quien debemos servir.
Partir no es devorar kilómetros,
atravesar los mares
o alcanzar velocidades supersónicas.
Es ante todo
abrirse a los otros,
descubrirnos, ir a su encuentro.
Abrirse a otras ideas,
incluso a las que se oponen a las nuestras.
Es tener el aire de un buen caminante