Reflexiones de a pie
Tras un cortina de derrotas se desenvaina vaivén de nuevos vientos, que traen entre rocíos un manojo de GRANDES ESPERANZAS...…
17 mayo, 2024
Partir, en camino...
salir de uno mismo.
Romper la coraza del egoísmo
que intenta aprisionarnos
en nuestro propio yo.
Partir es dejar de dar vueltas
alrededor de uno mismo.
Como si ese fuera
el centro del mundo y de la vida.
Partir es no dejarse encerrar
en el círculo de los problemas
del pequeño mundo al que pertenecemos.
Cualquiera que sea su importancia,
la humanidad es más grande.
Y es a ella a quien debemos servir.
Partir no es devorar kilómetros,
atravesar los mares
o alcanzar velocidades supersónicas.
Es ante todo
abrirse a los otros,
descubrirnos, ir a su encuentro.
Abrirse a otras ideas,
incluso a las que se oponen a las nuestras.
Es tener el aire de un buen caminante.
16 agosto, 2019
Del modelo Auschwitz al modelo Gaza
En poco menos de una semana Israel desencadenó sobre la Franja de
Gaza una lluvia de bombas que han matado ya a más de 200 personas,
80 por ciento de ellas civiles y una quinta parte niños.
La excusa para los ataques son los misilazos que del otro lado lanzan los
milicianos de Hamas sobre Israel, que acaban de causar la primera
víctima mortal en Israel. Pero la disparidad no es sólo en cuanto a
víctimas: Gaza es un menguado territorio de poco más de 350 kilómetros
cuadrados que vive bajo el acoso sistemático de la potencia militar de la
zona. Cada tanto, sobre su millón y medio de habitantes caen las
bombas, según una repetida lógica de larga data, ante la indiferencia de
las potencias occidentales, que por menos de eso ya estarían preparando
una “intervención militar humanitaria” para frenar al agresor.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, señala el filósofo español
Santiago Alba Rico, se produjeron en Europa varios acontecimientos que
marcaron la historia posterior. El primero, dice, es que durante los
procesos de Nuremberg se registra el rechazo del abominable “modelo
Auschwitz”, signado por “la deshumanización y exterminio horizontal del
otro”; pero antes, la principal potencia vencedora, Estados Unidos, había
impuesto “la legalización de facto de los bombardeos aéreos” sobre
población civil.
El “modelo Hiroshima” se vuelve entonces aceptable y “la
deshumanización y exterminio vertical del otro se asume como rutinaria
o como no penalizable” (1). El bombardeo a Dresde, semanas antes de la
rendición de Alemania, en marzo de 1945, en el que las fuerzas aéreas
estadounidense y británica provocaron la muerte de entre 25 y 35 mil
personas, es considerado por Donald Bloxham, editor del Journal of
Holocaust Education, como un “crimen de guerra”. Apenas derrotados los
nazis, Francia bombardeaba Argelia y Siria, provocando masacres sin que
los capitostes del nuevo orden mundial emitieran la menor protesta.
Los bombardeos aéreos desde entonces han sido cosa común,
incluyendo el horror de Vietnam. “Ahora mismo los drones
estadounidenses bombardean Pakistán o Yemen, los aviones de Bashar al Assad a su propio pueblo y los F-16 de Israel a los palestinos de Gaza.
Todos esos bombardeos nos impresionan tanto como una tormenta de
verano y, desde luego, mucho menos que una cuchillada en el metro”,
remata Alba Rico.
Si de Gaza se trata, los ataques aéreos contra ese territorio palestino
tienen una larga historia, con su secuela de miles de muertos, entre ellos
cientos de niños, que representan entre el 25 y el 30 por ciento de las
víctimas.
El periodista y analista británico Robert Fisk, especialista en los conflictos
de Oriente Medio, reproduce en una columna que publicó esta semana
en el diario The Independent de Londres un diálogo a propósito de los
bombardeos de 2008 que mataron a más de 1.400 palestinos: “‘¿Y si
Dublín fuera atacada con cohetes?’, preguntó entonces el embajador
israelí. Pero en la década de 1970 la ciudad británica de Crossmaglen,
en Irlanda del Norte, fue atacada con cohetes por la república de Irlanda,
y sin embargo la Real Fuerza Aérea no bombardeó Dublín en venganza ni
mató mujeres y niños irlandeses”.
El periodista israelí Gideon Levy insiste en que para Israel no se trata de
combatir el terrorismo sino de matar árabes: “Desde la primera guerra
del Líbano, hace más de 30 años, matar a los árabes se convirtió en el
principal medio de la estrategia israelí. El ejército israelí ya no pelea
contra otros ejércitos, el objetivo principal es la población civil” (Haaretz,
domingo 13). Prueba de ello es la utilización de armas prohibidas en los
bombardeos. “Doctores y personal médico han encontrado en los cuerpos
de fallecidos o heridos restos de armas de destrucción masiva ilegales
para el derecho internacional”, aseguran médicos desde el hospital Shifa,
de Gaza.
El cardiólogo noruego Erik Fosse, que lleva años trabajando en la Franja,
dijo a la prensa que Israel estaría empleando armas que provocan
cáncer. “Los médicos apuntan que podría tratarse de los denominados
explosivos de metal inerte denso (dime, por su sigla en inglés), un arma de
tipo experimental cuyo radio de acción es relativamente pequeño, pero
cuya explosión resulta extremadamente potente” (Russia Today, lunes 13).
En contra de lo que asegura la propaganda israelí, los bombardeos no
son una respuesta a los ataques de Hamas sino un cálculo político para
bloquear cambios en la región, una obsesión del establishment de ese país: impedir la reconciliación entre Hamas y Fatah y evitar la toma de
distancia de la Unión Europea respecto de Estados Unidos.
Para cumplir sus objetivos políticos, los dirigentes israelíes no dudan en
perpetrar masacres cada vez que lo consideran oportuno. Al hacerlo
revelan un estilo “claramente fascista”, apunta el israelí Uri Avnery.
Avnery es una de las personalidades israelíes más destacadas. A sus 90
años no pronuncia la palabra “fascista” a la ligera, menos aun tratándose
de un judío. Repasando una realidad que le duele, llega al fondo del
problema: al revés de lo que debería ser, su país es “un ejército dotado
de Estado”, dice.
Nota
(1) Alba Rico no lo menciona, pero antes de la Segunda Guerra Mundial –
probablemente como ensayo para el futuro–, durante la guerra civil española, la
aviación nazi había lanzado operaciones de “exterminio vertical” de población civil en
zonas resistentes del País Vasco, como en Guernica.
22 abril, 2013
Panamá: ¿es un país en desarrollo?
El Vaticano en crisis /José M. Castillo www.religiondigital.com/100612
Análisis socio-económico de Panamá Erick Simpson Aguilera
Guerra de Irak: un billón de dólares y un millón de muertos
Esta guerra costó un billón de dólares, pero lo que tiene números escalofriantes es sobre todo el costo humano: más de 70.000 soldados estadounidenses y cerca de un millón de iraquíes muertos, sin contar la astronómica cantidad de heridos y de inválidos.
La guerra de los números
Nada justifica la pérdida de una sola vida y aquí estamos ante cifras aterradoras.
Oficialmente habrían sido 3.865, los soldados estadounidenses víctimas de la guerra de Irak (1). La Asociación de Antiguos Combatientes estadounidenses habla de 70.000 o sea una cantidad de soldados muertos mayor que la de Vietnam que habrían sido 58.195.
Según esa Asociación, 73.846 estadounidenses habría muerto en Irak, de ellos 17.847 en el campo de batalla y 55.999 entre el personal de apoyo.
También existe, para meditar, una curiosa cantidad de las llamadas enfermedades no diagnosticadas que llegarían a 14.874.
La cantidad de denuncias interpuestas por los soldados por las discapacidades generadas por la guerra fue 1.620.906, el 36% de los soldados se consideran víctimas de diferentes discapacidades.
Un tema tabú es la cantidad de suicidios de antiguos combatientes que el Pentágono procura esconder. Solo durante el año 2005, la televisora CBS descubrió a través de una investigación, que han sido 6.256 lo que representa un promedio de 120 suicidios por semana.
Es difícil establecer la cantidad de iraquíes muertos en esta guerra. En realidad nadie sabe cuántos iraquíes murieron en este conflicto. La frialdad de los números apunta hacia cifras que varían entre los 100.000 y 1,2 millones de muertos, dependiendo de la fuente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud iraquí, en una encuesta realizada en 2007, llegaron a la conclusión de que se habrían producido 151.000 muertos iraquíes durante los tres primeros años de guerra, es decir un promedio de 120 diarios.
Otra investigación realizada por la revista médica “The Lancet” publicada en 2006, daba cuenta de más de 600.000 iraquíes muertos. Este número escalofriante significa más de 500 muertos diarios y un total del 2,5% de la población.
Finalmente el instituto británico de sondeos de opinión Opinion Research Business (ORB), daba cuenta de que en el 2007, el 16% de los iraquíes entrevistados afirmaba que había al menos un muerto en su familia y en algunos casos dos. Llegando a la conclusión de que haciendo cuentas habría sido más de un millón los iraquíes muertos durante la guerra, en una población de 26 milllones de habitantes.
Los EE.UU. abandonan un Irak radioactivo
Más de 1.620 toneladas de residuos radioactivos (uranio empobrecido) estallaron en suelo iraquí. Un enorme desastre ecológico. Comparativamente la bomba de Hiroshima tenía 64 kg. lo que representa 14.000 bombas de Hiroshima.
Durante centenares de años esos residuos radioactivos continuarán matando. Algunos científicos estiman que existe actualmente suficiente material radioactivo como para matar a un tercio de la población mundial.
A pesar de que nunca se encontraron en Irak, armas de destrucción masiva han sido los estadounidenses quienes las han instalado ahora en el terreno en forma de material radioactivo. La tasa de malformaciones congénitas aumentó 600 veces.
El costo de la reconstrucción de Irak ha sido valuado en 100.000 millones de dólares. El negocio del siglo. Prácticamente todo fue destruido por los bombardeos: pozos petroleros, hospitales, carreteras, aeropuertos, puertos, redes eléctricas y de agua, escuelas…
Las empresas elegidas para realizar la reconstrucción son solo seis, todas estadounidenses, todas seleccionadas por el Ministerio de Defensa de los EE.UU. El primero de la lista es Halliburton, cuyo antiguo presidente era el vicepresidente estadounidense Dick Cheney, quien todavía forma parte del consejo de la filial Kellog Brown and Root. También está la empresa Bechtel Corp, que estaba presidida por George Schultz, antiguo secretario de Estado de EE.UU.
La principal diferencia entre el Plan Marshall y la reconstrucción de Irak reside en que el primero estaba destinado a reconstruir lo que los nazis habían destruido durante la segunda guerra mundial, mientras que en Irak fueron los propios EE.UU. los que destruyeron las redes de agua, electricidad, aeropuertos, escuelas y hospitales.
Todo induce a creer que esa destrucción fue premeditada, si no cómo se explicaría el bombardeo de las redes de agua y electricidad en Bagdad, mientras los estadounidenses no se cansaban de pregonar que sus “bombas inteligentes” solo destruían y con gran precisión objetivos bien definidos.
Como es el Pentágono el que decide cuáles son las empresas que van a participar en la reconstrucción, los EE.UU. se contratan a sí mismos. En la elección de las empresas reconstructoras no interviene cualquier organización internacional.
Desde el punto de vista estrictamente comercial, el acuerdo de Camp David de 1989 preveía que las empresas egipcias e israelíes tendrían un tratamiento especial en el caso de que fueran necesarias en la reconstrucción de países de Oriente Medio. Egipto nunca se benefició de ese acuerdo mientras que las empresas israelíes ya han obtenido contratos por valor de 7.000 millones de dólares.
Nota
(1) Según icasualties.org, 4.484 militares estadounidenses murieron en Iraq.
El nombre de la Rosa
18 marzo, 2013
Cuestionario sobre literatura griega y latina
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