INTELIGENCIA ESPIRITUAL
Dan Millman

CONTENIDOS:
Prefacio e Introducción
La Ley del Equilibrio
La Ley de las Elecciones
La Ley del Proceso
La Ley de la Presencia
La Ley de la Compasión
La Ley de la Fe
La Ley de las Expectativas
La Ley de la Integridad
La Ley de las Acciones
La Ley de los Ciclos
La Ley de la Rendición
La Ley de la Unidad
Epílogo: Despedida de la Santa
PREFACIO
No podemos enseñar nada a nadie; Tan sólo podemos ayudarles a que descubran por sí mismos
Galileo Galilei
¿Cuáles son los principios de la vida
más importantes que has aprendido? Algunos años atrás me hice esta pregunta.
Desde entonces, el tiempo y la experiencia me han ido dando respuestas e
intuiciones que han desembocado en Inteligencia Espiritual. La Inteligencia
Espiritual pertenece a cada uno de nosotros. Se encuentra en nuestros corazones
y está en el corazón de cada religión, cultura, y sistema moral. El método que
uso para tener acceso a estas Leyes Universales es preguntarme, "Si me encontrase
a solas con mi Yo Superior en las montañas, en la forma de un ser de sabiduría,
¿qué me enseñaría tal ser?" La respuesta es el manantial interior de
sabiduría que todos tenemos.
Todos los viajes son reales, pero no
todos son factuales. En Inteligencia Espiritual, presento las Leyes
Espirituales de la vida a través de una serie de conversaciones y experiencias
con una santa ficticia – una mujer de una comprensión y gracia Divina
extraordinaria que me enseña a través de vivas manifestaciones del mundo
natural.
Al contrario que en mis previas
aventuras, este libro se parece más a una parábola que a una novela. El
estereotipo de una santa en las montañas nos ofrece estas Verdades simples pero
poderosas, con sus realidades visuales y emocionales. Al mismo tiempo que la
santa me guía por los caminos de la montaña, invito al lector a viajar conmigo
y explorar las Leyes más iluminadoras que están destinadas a dominar los
revueltos caminos de la vida. Tales Leyes han expandido mis perspectivas y me
han proveído de un trampolín para cambiar el curso de mi vida. Confío y espero
que podrán hacer lo mismo por ti.
INTRODUCCIÓN:
ENCUENTRO CON UNA SANTA
Nos sentamos juntos, la montaña y yo,
hasta que sólo está la montaña
Li Po
Durante años, por razones de salud y
placer, con frecuencia he ido de escalada a las montañas cercanas a mi casa – a
través de los estrechos caminos repletos de cervatillos y hacia las vertientes
forestales pobladas de robles, pinos y frutales – merodeando por donde el
impulso me llevase entre de las montañas, dirección a la costa.
En una de aquellas ocasiones, hace
algunos años, cuando mi familia había salido durante un largo fin de semana, me
levanté antes del amanecer y partí sin plan alguno exceptuando escalar a mis
anchas y explorar nuevos territorios. Las montañas, con no más de dos mil pies
de altura, tenían suficientes subidas y bajadas para perder de vista la
civilización, dando una sensación de misterio y soledad cuando me imaginaba a
mí mismo a cien millas de cualquier parte.
Las sinuosas colinas eran un reflejo
de los picos y los valles de mi propia vida interior. Por aquel entonces, me
sentía perdido en un valle repleto de sombras de duda. Mi vida se había
convertido en una mera rutina ordinaria. Por esta razón, aquella mañana me
había llevado a las montañas un indescriptible deseo de emoción, de
perspicacia, de cambio. Pronto iba a descubrir por mí mismo la verdad del
dicho: "Ten cuidado con lo que deseas; te podría ser concedido."
Aquella mañana las nubes bajas de la
costa se habían desplazado hacía las montañas, y después de haber escalado
cierta distancia me encontré en un pliegue entre laderas, rodeado por una
niebla tan espesa que no podía ver más allá de unos pocos metros. El aire se
volvió frío y quieto, y de repente perdí todo tipo de orientación. Al escuchar
un riachuelo atrás, por debajo de mí, lo procuré ir manteniendo detrás,
confiando así poder escapar del territorio de aquel valle.
Pronto llegué a una llanura acompañada
de viejos robles justo por encima de un vertiginoso barranco. Me había, por
accidente, aproximado a aquella llanura desde el único ángulo posible – un
camino estrecho entre unas paredes rocosas. Mientras escalaba una de aquellas
rocas enormes, la niebla desapareció para mostrarme una pequeña cabaña justo
delante de mí. Me aproximé y llamé suavemente a la puerta.
Para mi sorpresa, una voz potente y de
inesperada calidez contestó, como si fuera un invitado largamente esperado:
"Adelante viajero, pasa!" Así que zafándome del castigado camino de
la vida, abrí la puerta y encontré a la santa, sentada tranquilamente,
sonriéndome. Sin motivo alguno los pelos de los brazos se me erizaron.
Ella estaba sentada con una gracia
felina, erecta pero relajada, balanceada sobre un cojín de hojas sobre el
suelo. Estaba revestida con una túnica verde. Quizás se cree que está en
Sherwood Forest, pensé.
Sus ojos cautivaron mi atención – ojos
almendrados, de color avellana, que iluminados por los rayos del sol brillaban
a través de una pequeña grieta en la pared – ojos puestos como joyas en una
cara de brillante piel color oliva, coronada por un corto cabello marrón que no
dejaba ningún claro signo de su edad, raza o cultura. Ella parecía estar
envuelta por un brillante campo de energía, el cual yo supuse ser un mero reflejo
de luz.
Comencé a sentirme extrañamente
perdido, desorientado. De alguna forma perdí mi noción espacio-tiempo: ¿Estaba
en una selva primitiva, una vertiente en la Inglaterra de Shakespeare, las
tierras altas Escocesas, o una montaña por encima de los Inmortales Chinos?
"Hacía mucho tiempo que no tenía
una visita," dijo. "Estoy contenta de que hayas venido pues tengo
mucho que compartir. Y necesito tu ayuda en una misión de suma
importancia."
¿Estaría perdida? ¿Necesitaría un
guía? Confundido pero intrigado simplemente dije, "De acuerdo, esto parece
interesante."
"Eso mismo creo yo,"
contestó. "Pero primero necesitarás un poco de entrenamiento – para
prepararte."
"¿Prepararme? Um, si va a llevarme más de un par de horas, no estoy seguro de tener tiempo."
"¿Prepararme? Um, si va a llevarme más de un par de horas, no estoy seguro de tener tiempo."
"Tienes menos y más tiempo de lo
que te imaginas," dijo – una respuesta extraña. Juzgando por su
comportamiento extraño pero inocente, decidí seguirle el juego para ver donde
conducía todo esto. Me hizo un gesto para que me sentara. "Ponte cómodo,
viajero; sé porqué has venido y sé que has viajado lejos."
Estaba a punto de decirle que
estábamos a una hora de mi casa; entonces sentí que no se refería a mi paseo
matutino sino al tortuoso camino de mi vida.
De repente mi mente se vio abordada
por una serie de innumerables imágenes e impresiones de muchos tiempos y
culturas diferentes. Tenía la extraña sensación que de alguna manera estaban
conectadas a ella. Entonces las dudas comenzaron a invadir mi mente: Seguro,
pensé, que esta es una mujer solitaria y estoy buscando aquí una aventura donde
no la hay.
"¿Quién eres?" pregunté
"Un reflejo en un estanque
tranquilo," dijo. "Un reflejo de la luna en una noche oscura, tan
joven como el rocío de la mañana y tan vieja como la tierra. Todas las cosas
están en mí, y yo estoy en todas las cosas. Más allá de aquí, viajero, no te lo
puedo decir, ya que mi vida es tan misteriosa como la tuya. La única diferencia
entre nosotros es que yo vivo en los brazos del Espíritu Santo, al cual tu te
estás despertando."
Sin palabras al principio, finalmente
pregunté, "¿Cómo te debería de llamar? ¿Tienes un nombre?"
"¿Un nombre?" Parecía
sorprendida. "He tenido tantos nombres que casi ni me acuerdo."
"Bueno, ¿cómo te llamas a ti
misma?"
"¡Rara vez me he llamado a mi misma!,"
respondió con una sonrisa. Y ahí quedó todo.
"Bueno, ¿y de dónde vienes?"
"Me he aventurado entre el pasado
y el futuro. Vivo en la eternidad del presente. Nos hemos encontrado el uno al
otro una y otra vez. Yo he trabajado contigo en una vieja gasolinera y he
caminado junto a ti través de la selva Hawaiana. He vivido en grandes ciudades.
Me he sentado en altas cortes bajo arqueadas cúpulas lineadas de plata y oro.
He conocido las comodidades de un hogar y la soledad de un monasterio en las
montañas. He trabajado en sucios campos, he conocido el riesgo, la fortuna de
las grandes compañías, y he sentido el frío latigazo de la pobreza. He caminado
por debajo de constelaciones de estrellas como joyas, a través de sombras
formadas por el reflejo de la luna. He recorrido los mares, he ganado y perdido
fortunas, he conocido la salud y la enfermedad, el placer y el dolor. Y he
encontrado tesoros que deslumbrarían tus ojos – piezas de seda luminosas,
esmeraldas grandes como puños, y brillantes joyas de todos los colores – pero
yo compartiría contigo el mayor tesoro de todos, un regalo que crece cuanto más
se da y nunca pierde su lustro."
Mientras continuaba, su voz se fue
convirtiendo en la voz de todos los habitantes del Planeta, cambiando como el
viento, soplando a través de sucios pasillos de historia y a través de lugares
de luz radiante. "La Magia está viva en el mundo, viajero. Yo voy a
transmitirte los secretos de la alquimia."
"¿Cómo convertir el plomo en
oro?"
Sonrió. "Jugar con minerales es
un simple juego de químicos. La alquimia de la que yo te hablo puede transmutar
los elementos básicos de tu vida – los temores, la confusión, las
preocupaciones, y las dificultades que encuentres – en el oro de la libertad y
la claridad, el tesoro de la serenidad y la felicidad. Las leyes de la
Espiritualidad, la Inteligencia Espiritual, eso compartiría."
"¿Te refieres a la Espiritualidad
– crees en Dios? ¿Tienes una religión?" pregunté.
Ella sonrió. "No es necesario que
creas en el sol para deleitarte al calor de su luz matinal. Simplemente es
obvio. Así es como yo conozco a Dios. Y referente a mi religión,"
prosiguió, mirando en la distancia como si estuviera recordando tiempos
pasados, "me he sentado en los resplandecientes templos de los Israelitas
y debajo de las gloriosas cúspides de las mezquitas del Islam; me he postrado
en preciosas Catedrales y me he bañado en la luz del Cristianismo; me he
sentado en los dulces vestíbulos y orado, he vivido como una shaman en las
grandes llanuras Africanas, he meditado en los templos Budistas, y he inhalado
el dulce aroma de incienso en los bancos del Ganges. Y en todos los lugares, en
todas las religiones he encontrado el mismo Espíritu Santo – una Divina
Voluntad que transciende el tiempo, las creencias, y la cultura – revelando las
Leyes universales que forman parte del tesoro de Dios."
"¿Me podrías decir algo más sobre
estas leyes?" pregunté.
"Eso me propongo," contestó.
"Dentro del misterio de la vida, el Universo se rige acorde a unas Leyes
tan reales como la ley de la gravedad. Conectadas a la fábrica de la
existencia, reflejando la inteligencia primitiva del Universo, la Inteligencia
Espiritual, estas Leyes Espirituales dirigen la mecánica del Universo – los
movimientos de las flores orientándose hacia el sol y las olas rompiendo en la
costa. Ellas gobiernan el movimiento de la tierra, los ciclos, las estaciones,
y las fuerzas de la naturaleza. Bajo su canción, incluso las Galaxias
danzan."
Con un poco de polvera y un extraño
sonido, una pequeña pila de ramas y hojas en un círculo de piedras prendió
fuego, como si las llamas se hubieran encendido por sí mismas. "Merlín me
enseñó esto," dijo, con ojos brillantes. Incluso en mi estado actual de
fascinación, una parte escéptica de mí pensó, bueno, quizás sea Merlín, ¡o
quizás un fluido muy inflamable!
Entonces, mientras veíamos una fina
capa de humo elevarse entre las paredes y atravesar el techo, ella continuó
hablando:
"La Inteligencia Espiritual rige
el orden innato e inteligente del universo. Trasciende conceptos, costumbres y
creencias. Forma la base de la moralidad humana. Constante como el movimiento
de los planetas, la Inteligencia Espiritual es aplicable no sólo a la mecánica
de la Naturaleza, sino a todos los aspectos de la existencia. Te puede guiar a
través de las profundidades y los problemas de tu vida de la misma manera que
las estrellas y las brújulas guiaban a los antiguos marineros en sus cruzadas.
"Algunas de sus Leyes,"
añadió, "tienen especial relevancia en asuntos prácticos de la vida
humana. Los libros y las enseñanzas religiosas tratan estas grandes verdades –
principios simples y poderosos para encontrar nuestra paz interior en un mundo
difícil. Aquellos que siguen las Leyes prosperan y encuentran plenitud;
aquellos que las ignoran o las resisten se enfrentan a las consecuencias, que
les instruirán en el camino hacia su despertar, para así un día poder encontrar
paz a la luz del entendimiento supremo."
"¿Dónde aprendiste estas
leyes?" pregunté.
"Residen dentro de cada uno de
nosotros como una gran recámara de sabiduría intuitiva. Y también son reveladas
en todos los lugares del mundo natural." Entonces, levántandose rápida y
grácilmente, caminó hacia la puerta y me invitó a seguirla.
"Ven viajero; deja que las
montañas sean tu aula de clase."
Me propuse aprender cualesquiera que
fuesen las Leyes de lo que llamaba Inteligencia Espiritual – esos
"tesoros" a los que se refería – para poder compartirlos con mis
hijos, y quizás con otras personas que estuviesen interesadas. Pero aún no me
había comenzado a percatar de su completo impacto, poder, y magia. A pesar de
eso, supe que algo inusual se aproximaba cuando salí de la cabaña y me encontré
a cuatro pasos de un plácido lago que no había visto antes.
LA LEY DEL EQUILIBRIO
ENCONTRANDO EL CAMINO
INTERMEDIO
Si la gravedad es la cola que cimienta
el Universo, el equilibrio es la llave que abre Sus secretos.
El equilibrio es aplicable a nuestro cuerpo, mente y emociones, a todos los niveles de nuestro ser.
Nos recuerda que todo lo que hacemos, lo podemos rehacer y deshacer, y que si el péndulo
en nuestras vidas o hábitos oscila demasiado hacia un lado, inevitablemente va a oscilar al otro.
Sé humilde puesto que estás hecho de tierra sé noble puesto que estás hecho de estrellas
El equilibrio es aplicable a nuestro cuerpo, mente y emociones, a todos los niveles de nuestro ser.
Nos recuerda que todo lo que hacemos, lo podemos rehacer y deshacer, y que si el péndulo
en nuestras vidas o hábitos oscila demasiado hacia un lado, inevitablemente va a oscilar al otro.
Sé humilde puesto que estás hecho de tierra sé noble puesto que estás hecho de estrellas
Proverbio Servio
"Vamos a favor del viento, y por
eso él todavía no ha percibido nuestra presencia," dijo la santa
suavemente, dirigiendo mi mirada hacia el final del lago, donde un pájaro
blanco estaba en perfecto equilibrio sobre una pierna. "¿Puedes tú mantener
el equilibrio como ese pelícano?" me preguntó.
"¿Qué..., te refieres a
sostenerme sobre una pierna?"
"Me refiero a sentir lo que ese
pelícano está sintiendo dentro. ¿Puedes permanecer tan calmado a lo largo de tu
vida cotidiana?"
"Sí ... Quizá ... No sé. Todavía
estoy intentando descubrir cómo hemos llegado hasta aquí."
Ella repitió su pregunta: "Tú no
sientes frecuentemente esta serenidad, ¿verdad?"
"Bien, no, supongo que no."
"Una respuesta honesta y un buen
punto de partida," dijo la santa mientras se sentaba a la luz en la
soleada montaña y contemplaba el lago. "Considera, por un momento, la
importancia del equilibrio en el orden natural de la vida humana. Somos
criaturas de moderación: No podemos nadar igual que un pez, correr tan rápido
como los leopardos, o levantar tanto peso como los gorilas, pero tenemos todas
estas habilidades con cierta moderación, en equilibrio."
La santa volvió a señalar al
blanquecino pájaro, todavía parado al final del lago. "Cada cuerpo humano
suspira en busca de un estado de equilibrio interior, de paz interior. ¿Puedes
sentir tú esto dentro de ti ahora?"
En el instante que ella puso su palma
de la mano sobre mi pecho, sentí invadir mi cuerpo una gran paz y tranquilizó
mi mente. "Lo sientes," susurró.
"Sí." Miré con placer.
"Este sentimiento de serenidad te
proporcionará un punto de referencia; aumentará tu consciencia real, y
disminuirá tu tolerancia al desequilibrio, a los desequilibrios que normalmente
experimentas."
"¿En qué sentido?"
"Bueno, supongo que entenderás
que sirve de bien poco aconsejar a las personas tensas que se relajen si no
conocen lo que se siente cuando se está relajado. Pero una vez que experimentan
un estado de profunda relajación, tienen un punto de referencia; pueden notar
la tensión con mayor facilidad y pueden seguir unos pasos para desprenderse de
ella. Y ahora que conoces lo que se siente cuando estás en verdadero
equilibrio, comenzarás a notar lo que es estar fuera de equilibrio en cualquier
faceta de tu vida; funciona como una señal automática para que puedas volver a
ese lugar de equilibrio en tu interior. La Ley del equilibrio se puede aplicar
a partir de notar tus faltas de equilibrio."
"¿Tan simple como eso?"
Ella rió. " Muy simple, pero no
siempre fácil, porque cualquiera que sea el estado físico o emocional al que
estés acostumbrado – incluso si es un estado de tensión o desequilibrio extremo
– parecerá normal para ti. Lo que mucha gente llama neurosis es de hecho un
desequilibrio o exageración de un pensamiento, impulso, o emoción que todos
sentimos de vez en cuando. Por ello cambiar a un estado de equilibrio verdadero
puede causar una sensación extraña al principio."
"Entonces, ¿cómo puedo hacer este
cambio hacia el verdadero equilibrio?"
Un pez saltó sobre la superficie del
lago, provocando un pequeño oleaje que radiaba alrededor de su superficie
cristalina mientras la santa se disponía a responder: "Ve a ese lugar
tranquilo, a ese lago dentro de ti. Mira. Escucha. Presta atención a cualquier
oleaje dentro de tu cuerpo o de tu vida provocado por hacer demasiado o
demasiado poco en las áreas de la alimentación, la bebida, el ejercicio, el
trabajo o la comunicación."
Mientras lo consideraba, otro
pensamiento surgió. "Con todo lo que está ocurriendo en el mundo hoy,
emplear toda esta energía en mirar en el interior y encontrar equilibrio y
serenidad parece bastante egocéntrico."
Sonriendo, la santa me invitó a que
caminara con ella alrededor del lago. "Mucha gente confunde egocentrista
con egoísta. Pero una vez tú encuentras tu propio equilibrio, también
encuentras paz interior y poder interior para realmente marcar una diferencia
en el mundo."
Se agachó y cogió una rama fina y
delgada, de algunos pies de longitud, y se preparó para ponerla en equilibrio
sobre un dedo. La rama se mantuvo perfectamente recta al principio; entonces
comenzó a balancearse para delante y para detrás. "Los deseos y las
ataduras te empujan hacia delante. El miedo, la resistencia y el esquivo te
detienen. En muchas ocasiones los extremos de cualquier tipo, incluso tomar una
postura rígida en cualquier cosa, te puede conducir fuera de ese punto de
equilibrio que valora todas las partes. ¿Lo entiendes?"
"Eso creo pero no estoy
seguro," respondí.
"¡Estupendo! Eso quiere decir que
estás preparado para aprender."
Mientras continuábamos a través del
camino, me di cuenta que la santa pisaba con tanta suavidad las ramas caídas
que prácticamente no podía oírla; su propio estado de equilibrio era exquisito.
"Como todas las Leyes que intento compartir contigo," continuó,
"la Ley del Equilibrio no es sólo una filosofía sino una forma de vida,
con aplicaciones muy prácticas." Viendo mi mirada confusa, recogió una
piedra, me la dio, y señaló un pino a unos diez metros. "¿Ves el tronco
del árbol de allá? A ver si lo puedes tocar con la piedra."
Cogí aire, me concentré, y lancé.
Fallé por unos centímetros a la izquierda. Ella me pasó otra piedra. Volví a
lanzar y me acerqué mas, pero todavía a la izquierda del centro. Entonces me
dio cuatro piedras más, me miró a los ojos, y habló despacio. "Es
importante que toques el tronco con una de estas piedras." No entendí
porqué era tan importante, pero sabía que lo decía en serio; noté mi corazón
acelerarse.
"¡Aplica la Ley del
equilibrio!" me recordó.
"¿Cómo?"
"Ya te he dicho que cuando estás en desequilibrio, parece normal para ti. Por esta razón, sigues inclinándote hacia el lado más familiar. Por tanto la manera más fácil de encontrar el centro es sobrecorregirte – practicar deliberadamente lo opuesto de lo que estás acostumbrado a hacer. Por ejemplo, si hablas demasiado rápido o demasiado flojo, para que la gente te entienda, entonces deberías deliberadamente hablar de una manera que a ti te parezca demasiado lenta o demasiado alta."
"Ya te he dicho que cuando estás en desequilibrio, parece normal para ti. Por esta razón, sigues inclinándote hacia el lado más familiar. Por tanto la manera más fácil de encontrar el centro es sobrecorregirte – practicar deliberadamente lo opuesto de lo que estás acostumbrado a hacer. Por ejemplo, si hablas demasiado rápido o demasiado flojo, para que la gente te entienda, entonces deberías deliberadamente hablar de una manera que a ti te parezca demasiado lenta o demasiado alta."
"Y ya que he lanzado demasiado
hacia la izquierda," dije, "debería intentar lanzar muy a la derecha.
¿Verdad?"
"Correcto," dijo ella.
"El problema es que sólo me
quedan cuatro intentos; no quiero errar el centro ni por la izquierda ni por la
derecha. Quiero darle."
"Estoy segura de ello. Pero una
vez hayas trabajado con los dos lados, es mucho más fácil encontrar el centro,
sea el de un árbol o cualquier otra cosa."
"Entiendo," dije.
"Hacer es entender,"
contestó, señalando el árbol.
Dubitativamente, pero con ganas de
probar la Ley, deliberadamente lancé hacia la derecha; para mi sorpresa, volví
a errar hacia la izquierda de nuevo.
"Lo ves," dijo la santa.
"Acostumbrado a lo que haces normalmente – a lo que sientes como normal –
no has corregido lo suficiente. Esta es la razón por la que modificar cualquier
hábito es difícil, y es por eso que la gente aprende tan despacio. ¡Esta vez sé
audaz! ¡Asegúrate que los dos próximos lanzamientos son a la derecha del
árbol!"
Me aseguré del todo: La primera piedra
fue dos metros a la derecha; y lo mismo con la segunda. "Mi último
intento," dije nervioso.
"La ley del equilibrio te
ayudará," dijo ella, "y yo también." Me dirigió hasta el árbol
hasta que me encontré a sólo dos metros. "Nadie dijo que tenías que
complicarte tanto la vida," añadió con una sonrisa. "Si te fijas,
estás demasiado lejos, ¡acércate más!"
Riendo, toqué el árbol de pleno.
Mientras continuábamos el camino
alrededor del lago, la santa habló sobre otro aspecto de esta ley: "El
equilibrio comienza con la respiración," dijo. "Inspirar y expirar
son los ritmos primitivos de la vida misma. Inspirando encuentras inspiración;
expirando encuentras desahogo. Inspirar y expirar – nacimiento y muerte con
cada respiración.
"Siente tu respiración
ahora," dijo ella. "Date cuenta de qué manera los ritmos de tu
respiración están desequilibrados, al igual que tus emociones. Cuando sientas
furia, acéptala completamente, y lleva tu respiración al punto de equilibrio.
Cuando sientas lástima, abrázala con cariño, y lleva tu respiración al punto de
equilibrio. Cuando sientas miedo, hónralo, respira profundamente y encuentra tu
equilibrio.
"Cuando exhalas, das; cuando
inhalas, recibes. Si recibes más de lo que das, sientes ese desequilibrio como
una necesidad de reciprocar y completar el círculo de relaciones. Si das más de
lo que recibes, sientes cansancio, y eventualmente te quedas sin nada más para
dar."
"He leído sobre santos que dieron
mucho y recibieron muy poco."
"Eso es lo que puede parecer,
pero tales seres viven en un estado de abundante felicidad, y gratitud,"
contestó. "La ley del Equilibrio nos asegura que aquellos que dan
libremente, en nombre de Dios y con generosidad, reciben en abundancia."
Mientras escalábamos camino a la cima
a través de un sendero repleto de ciervos, me acordé de algo que me había dicho
cuando nos conocimos. "Anteriormente me has dicho que necesitabas mi
ayuda," dije, "para algún tipo de misión."
"Esto es tu preparación," me
recordó. "Primero aprende la lección del pelícano. Encuentra equilibrio en
tu vida y en todas las cosas. Honra la Ley y sigue los pasos a la sabiduría.
Explora el abanico de la experiencia humana, pero, ya que los extremos
habituales crean estrés, siempre vuelve a la base, al camino del medio. Deja
que tus acciones y palabras salgan con suavidad, como el cambio de las
estaciones. A partir del estado de equilibrio en tu interior, encontrarás la
claridad y la paz en el mundo exterior."
Mientras las palabras de la santa se
convertían en silencio, y continuábamos hacia los picos, me giré por última vez
hacia el pelícano. Todavía yacía tranquilamente en el borde del lago.
LA LEY DE LAS ELECCIONES
RECLAMANDO NUESTRO PODER
Somos a la vez condicionados y
dichosos debido a la gran responsabilidad de la libre voluntad, de poder
elegir.
Nuestro futuro estará determinado, en gran parte, por las decisiones que tomemos ahora.
No siempre podemos controlar nuestras circunstancias, pero sí podemos y realmente escogemos nuestra respuesta a todo aquello que sale al paso.
Reclamando nuestro poder de elección, encontramos el coraje para vivir plenamente en el mundo.
A pie y con corazón ligero parto a carretera abierta, saludable, libre, el mundo ante mí.
El largo camino marrón dirigiose hacia donde yo escojo.
Nuestro futuro estará determinado, en gran parte, por las decisiones que tomemos ahora.
No siempre podemos controlar nuestras circunstancias, pero sí podemos y realmente escogemos nuestra respuesta a todo aquello que sale al paso.
Reclamando nuestro poder de elección, encontramos el coraje para vivir plenamente en el mundo.
A pie y con corazón ligero parto a carretera abierta, saludable, libre, el mundo ante mí.
El largo camino marrón dirigiose hacia donde yo escojo.
Walt Whitman
La superficie cristalina del lago, brillando
como un cristal pulido, se empequeñecía finalmente desapareciendo mientras
escalábamos una pequeña cuesta. Poco después, el camino se ensanchó y se
dividió en tres sendas. "Dirige tú por un rato," dijo la santa.
"Pero no sé hacia donde
vamos."
Me miró y sonrió. "Una creencia
interesante, viajero, pero creo que siempre has sabido hacia donde te dirigías,
fueras o no consciente de ello. Por tanto, ¿qué camino vas a escoger?"
"¿Hay alguna diferencia?"
"¿En el fondo del fondo? De
ninguna manera," contestó. "Al final, todos los caminos conducen al
mismo Destino. Pero uno de estos senderos podría llevarte a un verde valle,
otro a un pico rocoso, y el tercero a las entrañas de unos obscuros bosques. No
puedes estar seguro de dónde lleva cada camino; a pesar de ello, tienes que
escoger."
Sonreí hacia ella. "Tengo la
sensación que estás intentando decirme algo."
"Escoge tu camino; después
hablaremos."
"De acuerdo. Vamos por ahí,"
dije señalando.
"¿Bien?" dijo ella como si
no me hubiera oído. "¿Vas a escoger?"
"Ya lo he hecho. He escogido el
camino del centro."
De nuevo volvió a hablar como si fuera
sorda a mis palabras. "Nuestro tiempo juntos es limitado, viajero. Sugiero
que escojas para que podamos proseguir."
"Pero yo ..." De repente
entendí, y comencé a dirigirme hacia el camino del centro.
"¡Justo eso! La Ley de las
Alternativas nos dice que las decisiones no son tomadas con palabras, sino con
acciones." Señalando el cielo, la santa luego preguntó, "¿Ves ese
pájaro planeando por encima de nosotros?" Mientras asentí, ella se
arrodilló y señaló una araña cercana, en su red. "Como ese pájaro en las
alturas y la pequeña araña, la mayor parte de las criaturas del Planeta tienen
un abanico de alternativas muy pequeño; actúan por instinto y a la llamada de
su naturaleza. Pero tú tienes libre elección – el poder de la alternativa. Tu
vida representa un ejercicio de este poder, y tu destino está determinado, en
gran parte, por las decisiones que tomes ahora.
"Libre elección," continuó
ella, "quiere decir que puedes escoger abrazar las Leyes que están en lo
más profundo de tu intuición, o puedes dejar que tus impulsos, miedos, y
hábitos lleven el show. Si alguna vez resistes o ignoras la sabiduría superior
en favor de la gratificación inmediata, las consecuencias de tus elecciones
eventualmente te guían de vuelta al equilibrio con las Leyes de la
Espiritualidad, con la Inteligencia Espiritual; una decisión lleva a un camino
de rosas y otra a obstáculos y tests que te instruyen y fortalecen. Por tanto
todos los acontecimientos te sirven de alguna manera."
"No siempre me da la impresión de
haber escogido mis direcciones en la vida; algunas veces parece más cosa del
destino."
"La mayoría de decisiones son
dirigidas por la sabiduría del subconsciente. Tu interior tiene más información
de la que tu mente consciente puede acceder, por lo tanto hay veces que, sin
saber porqué, atraes a gente o a experiencias a tu vida que conscientemente no
quieres, pero que sirven para un bien mayor, para tu aprendizaje."
"¿Qué hay sobre los pobres, la
gente abusada, el hambre? ¿Me estás sugiriendo que ellos de alguna manera
escogen sufrir?"
"La santa se detuvo y miró hacia
los obscuros bosques que acechaban. "El dolor tiene muchas caras; las
personas ricas conocen muy bien el sufrimiento. Todo lo que uno puede hacer es
tomar las mejores elecciones posibles dentro de su grupo particular de
circunstancias – elecciones hacia la vida, hacia el amor, hacia el servicio,
hacia la conexión. Pero no importa lo que la vida presente, siempre puedes
escoger cómo responderás interiormente: puedes resistirte y maldecir tu
destino, o puedes hacerte cargo y abrazarlo, expandiéndote a vivir cada
momento."
"¿Qué hay sobre aquellos que
muestran disconfort o dificultades porque se preocupan por otras
personas?"
"Si tú voluntariamente decides
apartar tus deseos personales por el bien de los niños, queridos, u otros, esto
puede representar un acto espiritual de sacrificio propio. Pero si te sientes
como un mártir, será mejor que te lo hagas mirar. Asumir demasiada
responsabilidad por los demás acaba por privarles de lecciones que surgen de
sus propias elecciones. Aquellos que sufren necesitan nuestra compasión y
ayuda, pero si llevamos el peso por ellos, les estamos robando parte de su
fuerza y respeto propio."
Medité sus palabras mientras
escalábamos el camino en silencio. Entonces se me ocurrió otra pregunta:
"Hay veces que me pregunto por las elecciones que he hecho, sobre mis
relaciones, mi trabajo -"
La santa interrumpió. "Cuando
vuelvas a casa te sugiero que le pidas el divorcio a tu mujer."
"¿Qué? ¿De qué estás
hablando?"
"¿Por qué no divorciarse? Tienes
el poder de hacerlo en cualquier momento. Simplemente llama a un abogado
-"
Era mi momento de interrumpir.
"¡No puedo hacer esto!"
"¿Por qué?"
"Por que causaría mucho dolor.
Por mi mujer. Por mis hijos. Y por mí. Las finanzas se convertirían en un caos.
Y además, hice una promesa cuando me casé. Hice un compromiso. Y ¿qué tipo de
ejemplo daría a mis hijos?"
"Por lo tanto estás
atrapado," dijo ella.
"¡No estoy atrapado!"
"Desde luego suena como si lo
estuvieses," dijo suavemente. "Has dado una serie de razones – muy
buenas, estoy segura – por las cuales no deberías divorciarte. Pero sólo cuando
reclames el poder para poder finalizar tu relación puedes comprometerte
totalmente a ella. Sólo entonces puedes escoger pasionalmente continuar casado
en vez de tener que hacerlo por una razón u otra. ¿Lo entiendes?"
"Sí," dije sonriendo.
"Creo que sí."
"Y no estoy sólo hablando de tus
relaciones," dijo ella. "Esto vale para tu trabajo, tus amigos, tu
localización, y tu vida."
"No entiendo."
"Como otras personas, habiendo
olvidado el poder de la elección, te sientes atrapado en una relación, otros se
sienten atrapados en su vida o por ciertas circunstancias, y las cosas se han
de poner muy mal hasta que encuentran el deseo, el coraje, y el respeto
personal para tomar nuevas decisiones.
"A no ser que seas consciente de
que tienes el poder de decir no," continuó, "nunca puedes
verdaderamente decir sí. A tus relaciones. A tu trabajo. A tu vida. A cualquier
cosa. No tienes que esperar para hacer cambios positivos y poderosos. No tienes
que ir a la escuela; no tienes que ir al trabajo; no tienes que ir a la guerra;
no tienes que estar casado o tener hijos, o actuar como otra gente espera o
desea. No tienes que hacer nada. Simplemente reconocer que cada acción o
inacción tiene consecuencias, y tu voluntad para aceptar esas consecuencias te
da el poder y la libertad para escoger quien eres, dónde estás, y que harás. Es
entonces cuando la vida pasa de ser una obligación a una oportunidad bendita.
Es entonces cuando los Milagros ocurren."
El camino que había escogido nos
condujo bien entrado el bosque, debajo de una gruesa capa de agradables
árboles. En aquel lugar protegido, mientras el viento susurraba a través de las
ramas más altas, la santa compartió sus últimas palabras sobre la Ley de las
Elecciones: "Darse cuenta del poder de escoger y cambiar las direcciones
en cualquier momento, sin tener en cuenta presiones externas o ideales, es como
subir a la superficie del mar después de una larga inmersión. De todos modos,
este poder te podría intoxicar mientras ves posibilidades atractivas a tu
situación actual. Puedes sentirte tentado a cambiar una relación, un trabajo, o
cualquier faceta de la vida que sientes difícil o frustrante. Algunas nuevas
alternativas pueden ser apropiadas o fuera de lugar pero la alternativa heroica
a menudo comporta ser responsable donde estás ahora y participar completa e
intencionadamente, con más presencia y pasión que nunca antes.
"Y cuanto más honres la Ley de
las Elecciones," continuó la santa, "más vivirás con una clara
intención – creando tu vida – en vez de preguntarte si estás en el camino
adecuado, con la persona correcta, o haciendo el trabajo adecuado; vivirás cada
día por elección, y al máximo."
Mientras consideraba las elecciones de
mi vida, y cómo me habían traído hasta aquí, también pensé en el trabajo y en
mi familia, acordándome de la casa que había dejado hacía unas ocho horas. Me
encontré a mi mismo diciendo, "Estoy muy agradecido por lo que me has
enseñado, pero debería de volver a casa pronto. Hay cosas que debería de hacer
por la casa."
Ella murmuró "Escoger significa
dejar alguna cosa que quieres por otra que quieres más. Es tu vida; vete cuando
lo escojas."
Había medio esperado que ella
intentaría convencerme para que me quedara más tiempo, y su indiferencia me
cogió desprevenido. Tenía una extraña sensación que si me iba no habría vuelta
atrás. "Yo – supongo que puedo quedarme un rato más," contesté.
"No pareces muy convencido."
"No, lo estoy, de verdad. Quiero
quedarme; simplemente no había esperado estar fuera tanto tiempo, y tenía
algunos planes."
La santa sonrió como si me conociese
mejor que yo mismo, lo cual era del todo posible.
Mientras los árboles daban paso a una
extensión de praderas, me fui abriendo a un extenso panorama, que iba a la par
con mi creciente consciencia. Me sorprendió, era extraño que no viese ninguna
de las conocidas casas o la ciudad más allá, pero aquí, con esta mujer, este
ser, me sentía como si estuviera en otro reino, y por todo lo visto, el paso
del tiempo aquí representaba un abrir y cerrar de ojos en mi mundo ordinario.
"Continuemos nuestro viaje," dijo la santa, encarando un camino que
se empinaba.
LA LEY DE LOS PROCESOS
TOMANDO LA VIDA PASO A PASO
El proceso transforma cualquier viaje
en una serie de pequeños pasos intermedios, que son necesarios
para alcanzar cualquier meta.
El proceso transciende el tiempo, muestra la paciencia, descansando sobre unos sólidos cimientos de cuidadosa preparación, e implica confianza a nuestro potencial que se está desarrollando.
Subimos a grandes alturas con una escalera de caracol
para alcanzar cualquier meta.
El proceso transciende el tiempo, muestra la paciencia, descansando sobre unos sólidos cimientos de cuidadosa preparación, e implica confianza a nuestro potencial que se está desarrollando.
Subimos a grandes alturas con una escalera de caracol
Francis Bacon
El camino estaba inclinado con tal
precisión que me sentía como si estuviera subiendo una escalera, directamente
hacia arriba de la montaña. A pesar de estar acostumbrado a escalar, a ese
nivel sentí mi corazón más acelerado y mi respiración más trabajada. La santa,
de todas formas, no parecía afectada, y hablaba sin esfuerzo. "¿Te has
percatado de que el camino de esta montaña refleja los caminos de la vida –
como cada día caminamos hacia nuestras metas?"
"No había notado ningún
camino," contesté, de cuclillas, mientras miraba la cima. "Pero sí
que me he dado cuenta de que el pico no parece estar más cerca."
"Si uno sólo se centra en el
final del viaje, la meta siempre aparece en la distancia. Esto lleva a muchos a
abandonar sus objetivos cuando surgen obstáculos o el camino se inclina. Ya
sabes que cada viaje empieza con el primer paso, pero también has de dar un
segundo paso, y un tercero, y tantos como hagan falta hasta alcanzar el
destino. La Ley del Proceso," dijo la santa, "es la garantía de la
Naturaleza de que podemos conseguir casi cualquier objetivo, sin importar como
de grande, dividiéndolo en pasos pequeños y seguros."
"Esto parece bastante
obvio."
"Obvio del todo," afirmó.
"Es por eso que tanta gente lo pasa por alto."
"¿Has dicho que dando pequeños
pasos se puede alcanzar casi cualquier objetivo?"
"Bueno," dijo sonriendo,
"No puedes cruzar de un lado de un barranco al otro en dos saltos. Pero sí
que puedes aplicar un proceso paso a paso para prepararte. Y ya que no tenemos
ningún barranco a mano ... "La santa cogió una piedra, me la dio, y señaló
un almendro a unos quince metros de distancia. "¿Crees que puedes dar a
ese tronco?"
"¡Qué! ¿Desde quince metros?
Sinceramente lo dudo. Incluso lanzando hacia la izquierda, y luego hacia la
derecha, está demasiado lejos."
"De acuerdo, entonces"
contestó ella, dirigiéndome directamente hacia el árbol hasta que lo tuvimos a
un paso. "¿Y ahora qué?"
"Claro que puedo darle
ahora."
"Entonces hazlo."
Y así lo hice, y después ella me
retrasó un metro, me dio otra roca, y dijo, "otra vez." De esta
manera, retrasándome un metro cada vez, acerté en cada lanzamiento hasta que
estuve a unos diez metros, cuando fallé. "Acércate un metro y vuelve a
lanzar," dijo ella. Mi piedra volvió a dar de pleno en el centro.
Continuamos hacia detrás, hasta que erré dos veces a trece metros, me adelanté
un metro, y le volví a dar. Finalmente, después de varios fallos, toqué el
árbol desde quince metros.
Mientras volvíamos de nuevo al
empinado sendero, ella continuó hablando. "¿Ves cómo funciona esta Ley en
cualquier faceta de la vida? Dividiendo cada tarea en pasos manejables, no
tienes que esperar al final del viaje para tener éxito; creas una serie de
muchos pequeños éxitos por el camino."
Llegamos a un riachuelo, crecido por
las lluvias primaverales. La santa cruzó primero, caminando con soltura a
través de un camino de salientes piedras. Yo la seguí, saltando de una piedra a
la siguiente. Viendo dos piedras cerca, tomé una rápida decisión y traté de
alcanzar la más lejana, me quedé un poco corto, resbalé sobre un poco de musgo,
y caí al agua. Sin hacer ningún esfuerzo por reprimir una carcajada, la santa
se acercó para echarme una mano. "Como ves, en cualquier proceso, incluso
cruzando un riachuelo, si te saltas pasos, antes o después te vas a mojar."
El camino comenzó a ensancharse, así
que podíamos andar el uno al lado del otro. En poco tiempo, antes de que mi
ropa se hubiese secado, llegamos a un terreno embarrado. Miré hacia la derecha
y la izquierda para cruzarlo por los laterales, pero los lados del pequeño
cañón tenían demasiada pendiente. La santa movió su cabeza hacia atrás y se
puso a reír.
"¡La Naturaleza es una aula tan
maravillosa! Sus lecciones aparecen en el momento más apropiado."
"¿Qué quieres decir?"
"¡Abre los ojos!" dijo ella.
"¿Cómo refleja tu vida este camino de barro?"
"¡En estos momentos no tengo ni
idea!"
"Deja que lo deletree. Por el
camino, entre tú y tus objetivos, ¿encuentras frecuentemente una senda de
rosas?"
"No, suelo encontrar con más
frecuencia un camino de zarzas."
"Sí, los objetivos que valen la
pena requieren esfuerzo, riesgo y sacrificio. Tienes que persistir a través del
miedo y de la duda; tienes que utilizar recursos interiores y convertirte en
más de lo que eras antes. Cada nuevo reto te sirve de iniciación: conoces el
desánimo; te sobrepones a las incomodidades, al aburrimiento, y a la
frustración; y descubres de que estás hecho."
Mientras nos hundíamos hasta los
tobillos en el barro, ella añadió, "Lo que te empuja a través de los
caminos embarrados de la vida es la visión que te inspiró a iniciar la
búsqueda. Te puede conducir como un imán a través de las tempestades. Por
tanto, el primer paso en cualquier proceso es crear una dirección, escoger un
objetivo que brille para ti."
"Esto es a veces una pregunta
dura para mí – decidir qué objetivo seguir."
"Bueno, no siempre vas a
descubrirlo esperando una revelación Divina, seguridad absoluta, una visión
mística, o la voz de Dios. Por lo tanto no sopeses ideas o dudes; no dudes tu
dirección o dependas de otros para que te digan que es lo que debes o no debes
hacer. Ves hacia lo que te atrae o te excita o te inspira – hacia lo que toca
tu corazón. Pregúntate a ti mismo desde lo más profundo qué es lo que realmente
te vale la pena el esfuerzo y los sacrificios que comporta perseguir un
objetivo."
Mientras nos lavábamos los pies y los
zapatos en un riachuelo, la santa me ofreció otro consejo: "Recuerda,
viajero, que grandes sueños en el futuro distante son una carga difícil de
llevar. Los mejores objetivos podrían ser aquellos que puedes tratar la
siguiente semana, el siguiente día, la siguiente hora, o el siguiente paso;
crea un proceso que conlleve muchos pequeños éxitos."
"Muchos pequeños éxitos,"
repetí hacia mí mismo mientras continuábamos hacia arriba a un barranco.
"Pero ¿qué hay sobre las personas que parecen obtener la fama de un día
para otro? ¿Dónde estuvo su proceso?" pregunté a la santa.
"Cualquier empresa de éxito
real," respondió ella, "es como construir una casa; comienza con unos
fuertes cimientos y continúa con paciencia hasta finalizar. Algunas casas se
construyen con rapidez, pero sin unos cimientos estables; parecen muy bonitas,
pero no duran mucho tiempo. Si miras cuidadosamente a los éxitos aparentemente
meteóricos, te darás cuenta que han necesitado unos diez años de
preparación."
"Diez años ... " dije,
mayoritariamente a mí mismo.
"¡Piénsalo!" dijo ella.
"En diez anos puedes conseguir casi todo. Puedes convertirte en un médico
o un científico. Puedes desarrollar habilidades de alto nivel en un deporte,
juego, o arte marcial. Puedes convertirte en un experto en cualquier tema.
Puedes crear una fortuna o transformar tu cuerpo."
"¡De todas formas, diez años
todavía me sigue pareciendo mucho tiempo!"
"Mirando hacia delante, sí; pero
mirando hacia detrás, los siglos pasan como un chasquido de dedos, el pestañeo
de un ojo."
De repente, ella señaló hacia el
cielo. "¡Mira! Allá arriba en la cima." Miré; todavía parecía muy
lejana. "Ahora mira hacia atrás," dijo ella. Me giré para ver las
colinas de debajo. "Hemos hecho un largo camino, paso a paso. "Hemos
tardado un buen rato desde que comenzamos. Pero mirando hacia atrás -"
Yo acabé su frase. "No parece
nada largo."
Nos dirigimos a través de los árboles
a una zona oscura y sombría, perdiendo de vista el cielo. La santa se sentó,
recogió una semilla y me explicó, "de la misma manera que esta pequeña
semilla crece y se convierte en un almendro gigante, de la misma manera que un
río forma un cañón de piedras pacientemente, de la misma manera que tú has
crecido desde que eras un bebé a un hombre maduro, tú puedes y vas a cumplir
todo lo que desees, paso a paso."
"Haces que parezca tan cierto.
¿Cómo puedes estar segura? Después de todo, yendo paso a paso uno también puede
fracasar."
"Pocas cosas son seguras en este
mundo," dijo ella, "pero la gente raramente fracasa; simplemente
dejan de intentarlo." Mientras salíamos de bajo la cúspide de árboles a un
enorme cielo descubierto, nos giramos y miramos hacia las colinas por debajo de
nosotros mientras la santa ofrecía unas últimas palabras sobre la ley del
proceso.
"El progreso duradero no ocurre
en unos pocos momentos dramáticos, sino hora a hora, día a día. Y mientras el
tiempo va pasando, cada proceso requiere reparaciones: el camino a la felicidad
siempre está en construcción. Concéntrate en tomar la vida paso a paso hasta
que lo hagas bien; aparca lo que puedas hacer después. Cuando la disciplina y
la paciencia unen fuerzas, se convierten en persistencia, que dura más allá de
los picos y los valles, hasta completar las intenciones. El entusiasmo marca el
ritmo, pero la persistencia logra el objetivo. Proceso, paciencia, y
persistencia son las llaves que abren las puertas de cualquier destino. El
tesoro no sólo está al final del viaje, fíjate; el proceso mismo es su propia
recompensa."
Nos encontramos, casi por sorpresa, de
pie en el pico de la montaña. Secándome las cejas, recorrí toda la magnífica
vista de debajo, muy dulce por habérnosla ganado. Miré a la santa que señalaba
hacia otro pico más alto a lo lejos, y otro más allá. "Consigue una meta,
y creas otra; el viaje nunca finaliza," dijo ella mientras nos girábamos
para descender la montaña.
LA LEY DE LA PRESENCIA
VIVIENDO EL MOMENTO
El Tiempo es una paradoja, que viaja
de un "pasado" a un "futuro" sin existencia alguna excepto
en nuestras propias mentes.
La idea del tiempo es un convenio del pensamiento y del lenguaje, un acuerdo social.
Aquí va la Verdad más profunda: Sólo tenemos este momento.
Sólo es posible vivir feliz para siempre un momento detrás de otro.
La idea del tiempo es un convenio del pensamiento y del lenguaje, un acuerdo social.
Aquí va la Verdad más profunda: Sólo tenemos este momento.
Sólo es posible vivir feliz para siempre un momento detrás de otro.
Margaret
Bonnano
Nuestro regreso fue más rápido que la
escalada, pero estaba tan perdido en mis pensamientos que casi no me di ni
cuenta. ¿Hacia dónde íbamos? ¿Qué es lo que vamos a hacer ahora? ¿Seré capaz de
recordar todo lo que me está explicando? ¿Cuándo voy a llegar a casa? ¿La veré
mañana?
Como si en respuesta a mis
pensamientos internos, ella dijo, "Pareces preocupado. Quizás ahora sea un
buen momento para describirte la Ley de la Presencia. "Sí," reflejó,
" ahora es siempre un buen momento." La santa señaló hacia las
colinas de debajo, entonces preguntó, "¿Ves el sol iluminar aquel campo de
calabazas – allá, contra el césped de esmeraldas? Para mí son tan bonitas como
cualquier obra de arte de cualquier museo del mundo." Caminamos en
silencio mientras los colores caían sobre un cielo enrojecido.
Unos minutos después, mientras
rodeábamos una pared de rocas familiares, su cabaña apareció. La santa abrió la
puerta de paja y de nuevo me invitó a entrar. Rápidamente encendió el fuego.
Entonces se levantó y se excusó para ir fuera – supuse que para hacer sus
necesidades físicas como yo había hecho anteriormente.
Los minutos pasaban y ella no volvía.
Comencé a sentirme inquieto, preguntándome cuándo volvería a casa y cómo encontraría
mi camino en la oscuridad – si, de hecho iba a volver a casa esa noche. Supuse
que siempre podría dormir en las colinas; la temperatura era fresca pero no
hacía frío y mi familia no volvería hasta el lunes por la tarde, en dos días.
Lo que pasó después fue tan increíble
que comencé a dudar de mis sentidos. En vez de la santa, una gata grande entró
en la cabaña. Ella comenzó a andar deliberadamente, como si supiera exactamente
a donde iba. Tenía una piel negra, brillante, parte siamés, quizás, y parte –
bien, parte santa. Digo esto porque la siguiente cosa que supe fue que ella me
habló – no con su boca, si no con su mente. Su voz era como la de la santa,
pero más lenta. Se sentó alta, como hacen los gatos, me miró fijamente, y fue
directamente al grano. "¿Has considerado alguna vez que el tiempo es una
paradoja?" me preguntó antes de empezar a lamer la piel sobre su lomo.
Sintiéndome muy extraño, contesté en
alto, "No puedo decir que lo haya hecho. No desde que leí mi última novela
de viajes por el tiempo."
Su voz de nuevo resonó en mis oídos o
mente: "El tiempo se comprende entre un pasado y un futuro que no tienen
ninguna realidad objetiva. El Tiempo es una convención de pensamiento y
lenguaje, un acuerdo social."
"En otras palabras, ¿el tiempo sólo
existe porque decimos que existe?"
"Exactamente," susurró.
"El tiempo es como una película de la vida que consta de diferentes
montajes que pasan ante una lente. Cada montaje es donde tú existes, en un
momento actual, pero los montajes parecen moverse. Puedes proyectar tu mente en
lo que llamamos el pasado o el futuro, pero no puedes vivir en ningún otro
momento que en el presente. Yo y los de mi especie somos maestros del
presente." Habiendo dicho esto se estiró grácilmente y atendió a su piel.
Consideré lo que había dicho. Siempre
me habían gustado los gatos, a pesar de su aire de superioridad fría. Y tan
excéntrico como parecía aprender la Ley de la Presencia de una gata, también
sentí que en ciero modo era totalmente apropiado. No había conocido ningún gato
que le diera tanta importancia al pasado o al futuro. Como los santos más
sabios, los gatos viven cada momento como si fuese todo nuevo.
La gata me miró con total atención.
"Yo, y los de mi especie, tenemos presencia porque estamos completamente
presentes. Aquí y ahora. ¿Puedes tú decir lo mismo?"
"¿Yo? Bueno, sí. Yo – yo algunas
veces me siento como si estuviera aquí. Eso es ..." Mientras me había
estado intentando explicar, ella se había girado hacia otras cosa más
importantes, como observar a una mariposa nocturna sobre la luz del fuego.
Como si no hubiera dicho nada
relevante, ella continuó. "Lo que has hecho esta mañana o ayer o el año
pasado se ha desvanecido ahora, no existe excepto en tu mente. Lo que ha de
venir es sólo un sueño. Sólo tenemos este momento, ¿lo ves?"
"¡Lo veo!" dije, no seguro
del todo de lo que veía.
"Todavía no he acabado. ¿Te das
cuenta que tus sensaciones sobre el pasado son sólo un rayo de impresiones y
memorias ocurriendo en el presente? Los arrepentimiento del pasado son
impresiones presentes ocurriendo ahora. Las ansiedades sobre el futuro no
tienen ninguna realidad excepto en tu mente, en este momento, como imágenes,
sonidos y sentimientos. En otras palabras, el pasado y el futuro están pasando
ahora mientras tú los creas."
En un intento de conseguir algo de
dignidad, dije, "Sí, esta Ley de la Presencia parece bastante
abstracta."
"El tiempo es abstracto,"
replicó. " De todas formas, puedes practicar la Ley de la Presencia de
diferentes formas para despejar arrepentimientos, preocupaciones, o confusión.
Tu habilidad para volver a enfocar tu atención de nuevo en el presente va
aumentando con la práctica. Algún día, quizás seas capaz de vivir en el
presente como yo lo hago, con naturalidad."
Demasiado, pensé. Esta gata tenía
razón. Y claramente practicaba lo que predicaba. Entonces mi mente divagó por
un momento, y miré hacia la puerta. ¿Dónde estaba la santa? Tendría que haber
vuelto hacía ya un buen rato.
"¡Hollaaa!" oí a la gata,
devolviéndome al presente. "¿Entiendes que la Ley del presencia puede
cambia tu vida para siempre? Para siempre, por supuesto, siendo ahora
mismo."
"Ya conozco el valor de vivir en
el presente," contesté, intentando salvar algo de dignidad personal.
"Saber y hacer no son necesariamente
la misma cosa, especialmente en tu caso," dijo alegremente. "Cuando
tienes un problema, implica algo pasado o futuro. Tú mantienes los problemas
vivos en tu mente en el presente poniendo tu atención y energía, dejándolos
vivir sin alquiler en tu cabeza. Yo, en cambio, no les doy mi tiempo. La vida
es demasiado corta," dijo con finalidad.
"Bueno, bien, su excelencia, ¿ha
acabado?"
"Ni mucho menos. No hasta que
verdaderamente hayas entendido que el pasado y el futuro no son mas que un mal
hábito de tu mente – de tu mente. Las preocupaciones sobre el pasado y el
futuro son como las ilusiones de un hombre loco que oye voces o ve criaturas,
que en realidad existen sólo en su imaginación."
La ironía de oír esto de una gata no se me escapó.
"Pero," continuó,
"cuando te vas dando cuenta de lo que haces contigo mismo más y más,
puedes corregir este hábito como cualquier otro, recordando y aplicando la Ley
de la Presencia." Paró de lamer su piel y me dio su completa atención.
"Sinceramente espero que aprecies la Ley de la Presencia y el tiempo que
me he pasado explicándotela." Sin esperar mi respuesta, ella continuó:
"La presencia es como una máquina del tiempo que se enciende en la mente,
liberándote de la ansiedad, y dando vía a una nueva forma de vivir. En otras
palabras, te pareces más a mí."
"Casi no puedo ni esperar,"
dije sonriendo.
"Como he dicho para poder tener
presencia, has de estar presente y ser consciente de dónde estás y en qué
momento estás. La presencia te enseña que lo que haces hoy es importante,
porque estás intercambiando un día de tu vida a cambio. Por tanto, deja que
esta ley deje tu mente clara de ruinas innecesarias y te devuelva a un estado
de claridad, simplicidad y paz interior."
"Como tú," me ofrecí.
"Y no olvides que no importa como
de reales y convincentes sean tus pensamientos, siempre puedes llamar a las
puertas de la Ley de la Presencia, recordándote a ti mismo que sólo ahora
existe, que sólo el ahora es real. Si lo haces como un acto de reverencia,
haciendo cada momento sagrado, vuelves a aquel lugar de paz interior del que
realmente provienes y donde todo está bien."
"¿Es así de sencillo volverse
gata?"
"Podría representar un tramo
considerable, en tu caso," dijo, arqueando su espalda, bostezando y
caminando alrededor del fuego hacia la puerta. "Acoge con amor este
momento, pon un pie delante del otro, y aguanta todo lo que está ante ti.
Porque no importa por dónde divague tu mente, tu cuerpo siempre permanece aquí
y ahora. Cuando sientas ansiedad, pon tu mente a descansar en el presente.
Respira profundamente, y vuelve aquí y ahora." La gata se volvió a estirar
lujosamente, y sin decir más palabras se fue por la puerta.
Casi tan pronto como la gata se hubo
ido, la santa reapareció y se sentó, sin dar ninguna explicación. "¿Por
dónde iba?" dijo ella. "Ah, sí, estábamos discutiendo la Ley de la
Presencia."
"Creo que ya ha estado
suficientemente cubierta" dije. Detecté algo, como diversión en sus ojos.
"¿Y dónde has estado tú?" pregunté.
"Oh, fuera, disfrutando el aire
de la noche – apoyada a la cabaña allá, detrás de ti."
"Pero – espera un momento,
¿estabas tú ...?" Ni me molesté en acabar. Simplemente miré mientras la
santa, con gran presencia, puso una pequeña olla suspendida en un palo verde
sobre el fuego, y dejó caer dentro unas hojas de té. Me preguntaba si nos
pasaríamos la noche hablando, pero entonces lo dejé ir y disfruté del momento –
y del té, el cuál resultó ser magnífico.
LA LEY DE LA COMPASIÓN
EL DESPERTAR DE NUESTRA HUMANIDAD
El Universo no nos juzga; sólo nos
provee de consecuencias y de lecciones y de oportunidades para equilibrarnos y
aprender a través de la Ley de la causa y el efecto.
La Compasión nace del reconocimiento que cada uno de nosotros lo estamos haciendo tan bien como podemos dentro de los límites de nuestras creencias y capacidades actuales.
Que yo alimente a los hambrientos, perdone un insulto, y ame al enemigo – Estas son grandes virtudes.
Pero si tuviera que descubrir que los más pobres entre los mendigos y el más imprudente entre los ofensores
están todos dentro de mí, y que yo sobrevivo necesitando de las limosnas de mi propia caridad; que yo mismo soy el enemigo que tiene que ser amado – ¿Entonces qué?
La Compasión nace del reconocimiento que cada uno de nosotros lo estamos haciendo tan bien como podemos dentro de los límites de nuestras creencias y capacidades actuales.
Que yo alimente a los hambrientos, perdone un insulto, y ame al enemigo – Estas son grandes virtudes.
Pero si tuviera que descubrir que los más pobres entre los mendigos y el más imprudente entre los ofensores
están todos dentro de mí, y que yo sobrevivo necesitando de las limosnas de mi propia caridad; que yo mismo soy el enemigo que tiene que ser amado – ¿Entonces qué?
C.G.Jung
Mirando a través del pequeño fuego,
podía ver las llamas reflejadas en los ojos de la santa. Su cara, ahora
iluminada por la luz del fuego, aparentaba no tener edad, excepto por unas
líneas alrededor de los ojos – de reír, supuse. Sonreía con frecuencia, de tal
manera que cuando parecía profundamente seria, podía detectar un subrayado
sentido del humor y de la perspectiva.
Después de pasar un rato en silencio,
mirando hacia los troncos que quemaban, me invitó a ir fuera para aprender la
Ley de la Compasión. Nos levantamos juntos y anduvimos a través de la puerta.
Miré alrededor desconcertado. ¿Había
cambiado el terreno otra vez, o era un espejismo al reflejo de la luna? Ante
nosotros había un terreno nivelado con suficientes árboles para ofrecer refugio
de una tormenta, que omitía la polución y traía un agradable olor de tierra y
de hojas mezcladas con hierbas.
"Todo se siente tan vivo,"
remarqué.
"Y lo está," contestó ella,
mientras acariciaba el áspero tronco de un árbol cercano. Bajo la luz de la
luna creciente, las redondeadas colinas se convertían en curvas del cuerpo de
la Tierra. "Extiende tu mente mucho más allá de estas colinas,"
continuó ella. "Alcanza y atraviesa los océanos, los glaciares, los
volcanes, los arrecifes, las grandes montañas por encima y por debajo de los
océanos, todo lleno de vida, todo – la carne y los huesos, la sangre y el
Espíritu de la Tierra, nuestra madre."
Ella acercó su dedo para mostrarme una
pequeña pulga, la cual saltó y desapareció. "Si fueras una pulga,"
dijo ella, "y estuvieras en la espalda de un elefante, sólo verías un
bosque de pelos grises creciendo alrededor de ti, sin ninguna idea de donde
estabas. Pero si saltaras muy arriba en el aire y miraras atrás, verías que de
hecho vives en la piel de una criatura viviente. Esto es lo que les pasó a los
primeros astronautas en el espacio: partieron de la tierra como científicos y
pilotos y regresaron como místicos, porque vieron un único, glorioso, sagrado,
azul y verde planeta vivo respirando. La visión trae humildad, y con ella, un
sentido de extrañeza y compasión que es trasladado a los problemas de la vida
ordinaria.
"Así como puedes aprender
equilibrio de una cigüeña y presencia de un gato, puedes aprender la Ley de la
Compasión de la Tierra, sobre la piel de la cual vivimos, los árboles de la
cual talamos y quemamos, la riqueza de la cual explotamos, haciendo nuestros
negocios sin pensar o pedir permiso o agradecer."
La santa miró hacia el oscuro cielo.
"Durante muchos siglos he hablado con la Tierra. Conozco su corazón, y te
digo que ella comprende de una forma tan profunda que te caerían lágrimas de
los ojos si pudieras acercarte a lo más superficial de su compasión. La tierra
nos perdona porque sabe que somos carne de su carne – somos una parte de ella
que todavía está aprendiendo y creciendo.
"Y por tanto yo te pido
esto," ella continuó, agachándose, cogiendo un poco de rica tierra en sus
manos, y dejándola caer entre sus dedos, "si la Tierra puede perdonar tus
errores, ¿no puedes perdonar tú, y ofrecer a los demás compasión?"
Me estiré y miré al cielo estrellado.
"No creo que sea tan bueno teniendo compasión."
"¿No te das mucha a ti mismo,
verdad?" preguntó ella gentilmente.
"No, supongo que no."
"Entonces este es el lugar para
comenzar; cuanto más amor – y gentileza te des a ti mismo, más podrás dar a los
demás." Se levantó y volvió a la cabaña. Yo la seguí. Mirándome por encima
del fuego, con luz en sus ojos, la santa reveló el corazón de esta Ley.
"El tiempo ha llegado, viajero, para que te veas a ti mismo y a los demás
de una nueva forma, libre de juicios y expectativas que aparecen entre ti y el
mundo. El tiempo ha llegado para entender que todos nosotros – amigos y
adversarios – hacemos lo mejor que podemos dentro de nuestras capacidades,
límites y creencias.
"Rumi, la poeta, una vez
escribió, 'Mucho más allá de las ideas de lo que está mal y de lo que está
bien, hay un lugar. Te conoceré allí. Cuando el Alma esté estirada en esa
hierba, el mundo estará demasiado lleno para hablar sobre él.' Rumi pudo
escribir esas palabras porque entendió que los juicios son una invención humana
– que Dios no está aquí para juzgarnos, sino para proporcionarnos los medios
para aprender de nuestros errores para crecer y evolucionar." La santa se
giró hacia mi y me preguntó, "Si puedes aceptar que Dios no te juzga,
¿porque deberías juzgar tú a los demás?"
"Procuro no juzgar a los
demás," dije, "pero, ¿qué hay sobre la gente violenta o cruel?"
"La Ley de la Compasión no es
arbitraria o condicional," dijo ella. "Sabemos que gente
profundamente problemática y destructiva existe en este mundo, y que las
personas molestadas tienden a molestar a otros. La compasión no significa dejar
que esa gente te pise o que continúe con ese comportamiento destructivo;
algunos individuos necesitan ser separados de la sociedad. Pero uno puede tener
compasión a lo diabólico sin sucumbir a ello. En una lucha puedes sentir
compasión por tus adversarios, incluso cuando la lucha es a muerte."
"Pero, ¿por qué sentir compasión
de la gente cruel o despiadada? ¿Por qué no simplemente odiar lo que es
odioso?"
"Esta es una pregunta importante,
y se merece una respuesta clara – una respuesta que has de encontrar por ti
mismo. Pero considera esto: El odio y la compasión son diferentes tipos de
energía; ¿con cuál quieres llenar tu mundo?"
"No puedo discutir tu buena voluntad,"
respondí, "pero todavía encuentro muy difícil ser amable con los
obstinados o aquellos que atacan a los niños."
"¡Nunca dije que la compasión
fuera fácil!" dijo ella. "Pero fácil o no, la Ley te dirige a actuar
con amor y entendimiento en vez de odio o ignorancia. Para hacerlo se requiere
un gran salto de perspectiva – al entendimiento de que vives en un universo tan
justo como misterioso. Esta profundidad de entendimiento fluye de la intuición
perspicaz a la inteligencia innata del Universo, la Inteligencia Espiritual.
Que tú obtengas ese entendimiento a través de la observación, la razón, o
creencia religiosa, revela, finalmente, que en el mundo natural no tienes
amigos, no tienes enemigos. Sólo tienes profesores."
"Parece que uno tiene que ser un
santo para practicar esta Ley."
Sonriendo, ella contestó, "La Ley
de la Compasión presenta una demanda de amor que trasciende nuestras limitadas
perspectivas. Esto puede parecer demasiado difícil a veces. Por tanto recuerda
que la compasión comienza contigo mismo. Sé gentil y ten paciencia. Todos
nosotros tenemos muchos pensamientos y sentimientos, positivos y negativos, que
salen de la mente y del corazón. No tienes que ser un santo, pero en vez de
creer o resistir los pensamientos negativos, deja que la compasión los lave, en
una ola de amor y entendimiento."
"Todavía me parece muy
santurrón."
La santa se levantó y descansó unos
momentos antes de girarse para encararme. "¿Puedes recordar un momento en
tu vida donde estabas metido en medio de una discusión calurosa – cuando te
sentiste ofendido, envidioso, o engañado?"
"Sí," dije.
"Vuelve a uno de esos
momentos," dijo ella, "y siente el dolor y el enfado."
"De acuerdo, los siento."
"Ahora imagina, en medio de esta
calurosa discusión, que la persona con la que estás discutiendo de repente se
agarra a su corazón, da un grito, y cae muerta en tus pies."
"Dios mío," dije,
visualizando lo que me había pedido.
"¿Dónde está tu enfado ahora?
¿Dónde está tu envidia o celos, tu ofensa y tu dolor?"
"Esos sentimientos han
desaparecido," contesté. "Pero – pero ¿qué ocurriría si estuviera
contento de que hubiera muerto? ¿Si no lo pudiera perdonar?"
"Entonces puedes perdonarte a ti
mismo por no perdonarle a él. Y en ese perdón encontrarás la compasión que cura
el dolor de ser humano en este mundo. Para pedir ese perdón cuando lo
necesitas," añadió, "imagina a tu mejor amigo, amor, o adversario,
muerto en tus pies como un día lo estarás tú a los pies del Espíritu Santo.
Entonces verás a través de unos ojos diferentes, porque la muerte es el gran
igualador. Todos vamos a dejar este mundo y dejar a aquellos que queremos.
Todos sentimos esperanza y desesperación; todos compartimos sueños y pérdidas.
Todos estamos unidos sin saber porqué, en el misterio de la vida, haciéndolo lo
mejor que podemos."
"Quizás esto es a lo que Platón
se refería cuando escribió, 'Sé amable, puesto que a todo el que conoces está
luchando una dura batalla.'"
"Sí," dijo la santa.
"Ahora lo entiendes." Con eso, se dirigió a una cama de hojas y se
estiró. La miré durante unos instantes, en la caída llama del fuego, mientras
se quemaban los últimos tronquitos y morían.
LA LEY DE LA FE
CONFIANDO EN EL ESPÍRITU SANTO
La Fe es nuestra conexión directa a la
sabiduría Universal, recordándonos que sabemos más de lo que hemos oído, leído
o estudiado – que sólo tenemos que mirar, escuchar, y confiar en el Amor y la
sabiduría del Espíritu Universal que opera a través de todos nosotros.
La Fe le pide al Alma que vaya más lejos de lo que puede ver
La Fe le pide al Alma que vaya más lejos de lo que puede ver
William
Clarke
Cuando me desperté ella ya no estaba,
y no tenía idea de si volvería. Me levanté rápidamente, fui afuera, y la
busqué, pero no encontré ningún signo, ni una huella. Mientras los minutos
pasaban, las dudas vinieron, como nubes negras a través de mi mente. ¿Existía
ella realmente, o había sido todo un excéntrico sueño? No, por supuesto que
había sido real, y bueno, y cierto.
Entonces mientras miraba hacia los
bosques, la vi, de pie bajo las tranquilas sombras matinales al lado de tres
ciervos. En ese instante ella parecía uno de ellos, un ciervo en forma humana,
y me sentí como un forastero. Se giraron al mismo tiempo y me vieron. Los
ciervos se metieron en el bosque y desaparecieron mientras la santa se me
acercó.
"Hay algo que me gustaría enseñarte,"
dijo ella, dándome unas cuantas fresitas silvestres. "A los ciervos les
gustan, pero quizás tú las encuentres un poco ácidas." Ella tenía razón;
de todas formas satisfacieron mi hambre y me llenaron de una sensación de
ligereza y vitalidad. Entonces, fuimos de escalada. Parando sólo para beber con
las manos de una pequeña cascada, la seguí, paso a paso, a un pequeño prado de
hierba, donde crecía un colorido campo de flores – rojas, amarillas, y
espléndidas azules.
"Mirar cómo se abren las flores
bajo la luz de la mañana me recuerda a la Ley de la Fe," dijo la santa.
"¿Trata esta Ley sobre alguna
religión?" pregunté.
"La fe no requiere una creencia
en un Dios exterior – sólo una creencia en flores," dijo ella, riendo.
"Pero si uno aprecia las flores, ciertamente está apreciando a Dios – no
como una mera creencia mental, sino como un sentimiento de admiración y
misterio. La Ley de la Fe consiste en creer en el amor inherente y en la
Inteligencia que trabaja a través de ti y en toda la creación."
"Bueno, honestamente, no puedo
decir que confíe en todo el mundo."
La santa rió. "La fe no es ciega.
Todos conocemos a gente que es deshonesta o peligrosa, y por lo tanto debemos
ser fuertes y cautelosos en este mundo. Esta es la razón por la que una santa
árabe ofreció el recordatorio: Cree en Alá, pero ata a tu camello.
"Practicar la Ley de la Fe no
significa confiar en todas las personas para hacer la cosa más adecuada. Tiene
un significado más trascendente y superior. La Fe es el reconocimiento de que
el Espíritu Santo trabaja, a través de cada uno de nosotros – a través de cada
persona y cada circunstancia. La Fe implica también una actitud de que
cualquier cosa que suceda sirve un bien superior, a pesar de las apariencias
contrarias.
"Esto es como una moraleja, ¿no?
Especialmente difícil si uno padece una tragedia."
"La fe es una de las más grandes
moralejas, uno de los más grandes saltos de consciencia que un ser humano puede
hacer. Porque todo lo que tienes que hacer es, bien, tener fe."
"¿Y cómo hago ese salto?"
La santa se sentó, acomodándose como
una hoja en la cuesta de césped, y me preguntó, "¿Qué pasaría si supieras
con certeza que una inteligencia superior estuviera trabajando a través de ti y
a través de todo el mundo por el mejor bien de la humanidad – que de hecho hay
un propósito para cada placer y dolor?"
"Si supiera eso, marcaría una
gran diferencia."
"La Ley de la Fe no
necesariamente requiere que creas esto, viajero, pero te guía para que vivas tu
vida como si esto fuera cierto; en otras palabras, con fe. Y mientras vives en
la Luz de esta Ley, ésta transformará tu percepción y experiencia del mundo.
Comenzarás a ver cada dificultad como una prueba para instruirte; encontrarás
lecciones y oportunidades en cada reto."
"¿Estás sugiriendo que valore la
fe por encima de la razón?"
Ella rió, aparentemente encontrando mi
comentario divertido. "La fe no es lo opuesto de la razón. Aplicar la Ley
de la Fe es una de las cosas más prácticas, razonables, y constructivas que
puedes hacer para vivir una vida inspirada."
Estirándose para tocar uno de los
pétalos de las flores, ella añadió, "Como una de las formas de la
naturaleza más delicadas y vulnerables, la vida de una flor es corta y sutil.
Una pelota descuidada, un invierno seco, una fuerte lluvia puede marcar una
diferencia de vida – muerte a una delicada flor. Y aún así, cada mañana se abre
completamente. Las flores tienen muchas cosas que enseñarnos sobre la fe.
Cuando cultivas el jardín de la fe en tu propia vida, tú, como esta flor, cobrarás
vida de una forma diferente."
Miré hacia abajo y toqué la delicada
flor, tan frágil y vulnerable. Por primera vez, me di cuenta de que yo no tenía
ni la fe de una flor. Las siguientes palabras de la santa respondieron con
precisión mis sentimientos más interiores. "La fe es el orden Divino que
propagan todas las cosas, la luz bajo tus ojos, la inteligencia del Amor y de
los misterios que se emanan del corazón de la creación."
"¿Cómo puedo experimentar esa
calidad de fe en mi vida diaria?" pregunté.
"Para comenzar escucha a la
sabiduría intuitiva de tu corazón, tu Inteligencia Espiritual, donde habla el
Espíritu Santo dentro de ti. Hay tanta gente que sólo se apoya en los libros,
los profesores, científicos, físicos, oráculos, u otros para pedir consejo o
para que les dirijan, o para validar sus puntos de vista..."
"¿Pero no estoy yo apoyándome en
tu consejo y dirección?"
Una pequeña llovizna comenzó a caer,
convirtiéndose en una fuerte lluvia. La santa me condujo bajo unas ramas que
sobresalían mientras respondía. "Los profesores y los libros tienen su
valor, y fuentes de guía e inspiración podrían entrar en tu vida de diferentes
formas. Pero nunca olvides que el tesoro ya está dentro de ti; los otros no te
pueden dar nada que tú no tengas ya; sólo pueden darte llaves para que accedas
a tu propia riqueza interior. Escucha bien a aquellos que hablan desde la
experiencia y abraza la sabiduría allí donde la encuentres, pero siempre
compara la guía externa con la sabiduría de tu propio corazón."
"Ha habido veces que he confiado
en mí mismo, he tomado una decisión, y me he equivocado."
"Puedes escoger un camino por
encima de otro, después encontrarte con un gran dolor y dificultad como
resultado de esa decisión. ¿Quiere eso necesariamente decir que has tomado la
decisión equivocada en términos de tu mayor bien y aprendizaje?"
"Bien, no, supongo que no."
"Fe es asumir que siempre tomas
la decisión acertada."
"Me encantaría tener tanta Fe en
mí mismo."
"La confianza en uno mismo,"
ella me ofreció, "se desarrolla naturalmente, a partir de tu propia
experiencia; aprendes a desarrollar, equilibrar e integrar la confianza en tus
instintos corporales, las intuiciones de tu corazón, y las habilidades de tu
mente, accediendo de esta manera a tu propia Inteligencia Espiritual."
En el mismo momento que una pequeña
gota de agua enfriaba mi frente, la santa señaló a una piedra de la cual caía
agua por una grieta, formando una cascada que rompía en las rocas de debajo.
"¿Puedes ver cómo al parecer el agua salga de las rocas?" preguntó
ella. "De todas formas, tú sabes que el agua no viene de las rocas, si no
que fluye a través de ellas – que la fuente del agua está encima. Como el agua,
la sabiduría superior no proviene de tu cerebro si no que fluye a través de él.
Tú eres como una garrafa para ser llenada con hechos; tú eres mas bien un
receptor que una emisora de radio, conectado a la Inteligencia Espiritual que
opera a través de la creación. Todo lo que tienes que hacer es escuchar y
confiar."
"Ojalá estuviera tan seguro de
eso como tú," dije.
La santa volvió a sonreír. "Fe
significa vivir con incertidumbre, viajero, - sentir tu camino a través de la
vida, dejando que tu corazón te guíe como una linterna en la oscuridad. No hay
seguridad absoluta excepto en la fe absoluta. Esto no significa que todas las
circunstancias irán a favor de ti o que la justicia Divina siempre opere para
herir o curarte. Todo tipo de eventos, maravillosos y terribles, pueden suceder
en este mundo. Nuestra pequeña mente no siempre puede ver el marco completo de
los acontecimientos o saber lo que es para nuestro bien mayor. Por tanto, a
pesar de la inseguridad y confusión de la vida, cuando puedas aprender a vivir
con fe, como una flor, confiando en el Espíritu Santo trabajando acorde a un deseo
más allá del alcance de nuestra mente, verás el Espíritu Santo operando en
todas partes, en cada uno y en todos.
Durante muchos minutos, mientras
subíamos y bajábamos un camino serpenteante, mi mente se mantuvo en silencio,
hasta que finalmente, otra pregunta surgió. "¿Cuando sea capaz de acceder
a tal sabiduría interior, seré guiado, como tú, y evitaré cometer tantos
errores?"
Ella rió. "Hace unas semanas
tropecé y me caí rodando media montaña abajo."
"¿De veras?"
"Sí, pero mientras permanecía estirada
en el suelo, encontré una piedra maravillosa, que me la hubiera perdido si no
me hubiera caído. Por tanto, ya ves, tener fe no significa ser infalible y que
todas las cosas vayan a favor tuyo. La fe incluye la voluntad de ampliar tu
abanico, cometer errores, y aprender de ellos – en otras palabras, confiar en
el proceso de los acontecimientos, en el proceso de tu vida. Cuánto más confíes
de esta manera en tu Inteligencia Espiritual, más trabajarás junto a Ella
directamente como una fuerza viviente de tu vida."
Cuando la santa acabó de hablar, la
lluvia paró. Saliendo de debajo de algunos árboles hacia el calor solar, sentí
un extraordinario sentimiento de calma y bienestar. En ese momento, supe que a
pesar de los retos y tests a los que se enfrenta la humanidad, nuestro mundo
estaba en las manos del Espíritu Santo, inclinándose, como una flor, hacia la
luz.
LA LEY DE LAS EXPECTATIVAS
LA EXPANSIÓN DE NUESTRA REALIDAD
La Energía sigue al pensamiento; nos
movemos hacia, pero no más allá, de lo que podemos imaginar.
Aquello que asumimos, esperamos, o creemos crea y da color a nuestra experiencia.
Expandiendo nuestras más profundas creencias sobre lo que es posible, cambiamos nuestra experiencia de la vida.
Nuestras vidas están moldeadas no tanto por nuestras experiencias, sino por nuestras expectativas.
Aquello que asumimos, esperamos, o creemos crea y da color a nuestra experiencia.
Expandiendo nuestras más profundas creencias sobre lo que es posible, cambiamos nuestra experiencia de la vida.
Nuestras vidas están moldeadas no tanto por nuestras experiencias, sino por nuestras expectativas.
George Bernard Shaw
Continuamos en silencio a través del
serpenteante camino de ciervos, hasta que llegamos a una llanura, donde la
santa se detuvo bruscamente. Me volvió a dar una piedra y señaló hacia el
tronco de un árbol a unos seis metros de distancia. "Tengo un reto para
ti," anunció.
"¿Otro árbol?" pregunté.
"Sí. Pero esta vez sólo tienes
una piedra – un intento para dar al centro del tronco."
"¿Y si no lo hago?"
"Tengo más tesoros para
compartir, pero si fallas, nuestro tiempo juntos se habrá acabado," dijo
ella.
"¿Hablas en serio?"
"Todo lo que digo va en
serio."
"¿Por qué es tan importante que
le dé al árbol en un sólo intento?" pregunté, señalándolo.
"No ese árbol," me corrigió.
"El otro, allá." Señaló a un almendro muy grande, a unos treinta
metros.
"¡Es imposible que le dé en un
solo intento! ¿Qué hay sobre la Ley del Proceso? ¿No debería comenzar más
cerca?"
"Esto no trata sobre la Ley del
Proceso. Esto va sobre la Ley de las Expectativas – sobre cómo tus creencias y
todas las ideas que asumes moldean tu experiencia."
"Bueno, entonces lo admito. No
creo que pueda dar a ese árbol."
"Yo creo que lo harás," dijo
ella sonriendo.
"¡Si tú lo crees, entonces dale
tú!" respondí, sosteniendo la roca con nerviosismo.
Ignorando mi comentario, la santa se
sentó y me invitó a hacer lo mismo, pero yo lo decliné. "Preferiría estar
de pié si no te importa. Estoy un poco tenso."
"Céntrate en el presente",
me recordó. "Siempre tendrás tiempo de preocuparte después si
quieres."
Entonces me senté y escuché.
"Antes de que algo se manifieste en este mundo," comenzó ella,
"primero aparece como un pensamiento o imagen en la mente de alguien. Tus
pensamientos colorean las ventanas de tu mundo; tus creencias se convierten en
los cimientos de tus experiencias. En otras palabras, cada pensamiento positivo
es una oración, y cada oración es contestada."
"¿Tú realmente crees eso?"
pregunté.
"Lo que yo crea ahora mismo es
menos importante que lo que tú crees," contestó ella. "No lo que tú
piensas que crees; tales creencias superficiales tienen un impacto pequeño.
Sólo los más profundos conceptos que tienes asumidos tienen el poder de moldear
tu realidad."
"Esto me recuerda un viejo
poema," dije. "Dos hombres miraron a través de los barrotes de una
prisión; uno vio polvo, el otro vio estrellas."
"Sí," dijo ella. "Lo
que ves depende de donde escoges mirar, y dónde miras de lo que esperas ver: Si
crees, por ejemplo, que no se puede confiar en la gente, verás el mundo a
través del filtro de estas expectativas y subconscientemente irás en busca de
evidencias que apoyen tu expectativa. Tus creencias influencian las
alternativas que escoges, las direcciones que tomas, incluso los amigos,
adversarios, y destino que encuentras. Tus creencias ponen en movimiento
procesos interiores y comportamientos que influyen cómo te mueves, actúas, y
sientes. A unos niveles más sutiles, tus pensamientos incluso afectan el color
de tu campo de energía, al cual otra gente responde. Si, por ejemplo, percibes
a la gente de alrededor de ti como amigos a los que gustas, estás relajado y
expansivo; tu energía y comportamiento los acerca a ti. Esta es una de las
maneras de cómo tus expectativas moldean tu realidad."
"Todo esto tiene sentido, y no
puedo esperar a aprender cómo me va a ayudar todo esto a dar a ese tronco en mi
primer intento."
"Tu único intento," me
corrigió ella, haciéndome un gesto para que me levantara. "Ahora, enfoca
toda tu atención en el árbol, prepárate para lanzar la piedra, y grita, ´Puedo
tocar el tronco con facilidad´."
Sintiéndome estúpido, dije, "De
acuerdo. Puedo tocar ese árbol con facilidad." No me lo creí ni por un
segundo, por supuesto. De hecho, estaba lleno de dudas: No había forma de que
diera a ese árbol que estaba a treinta metros en mi primer intento o
probablemente en ninguno – no si lanzaba a la izquierda y luego a la derecha,
no si me acercaba, lo cual ella no me dejaría hacer de ninguna manera, no si
fuera un jugador de béisbol profesional. A nadie se le puede exigir una cosa
así; ¡estaba demasiado lejos!
"Darle al árbol es fácil,"
dijo la santa, respondiendo otra vez a mis pensamientos. "El reto es
superar los pensamientos negativos que te paran."
Cogió una piedra. Me quedé
completamente boquiabierto mientras ella lanzaba la piedra al aire, y golpeaba
al centro del tronco. "Esto sólo era para conseguir tu atención,"
dijo ella sonriendo, mientras yo miraba con los ojos completamente abiertos.
"No es suficiente con que te repitas una y otra vez que puedes
hacerlo," me explicó ella, "no mientras tus dudas más profundas te
estén robando la manifestación de tu Inteligencia Espiritual, quitándote el
enfoque y la fuerza. Quiero que saques estas expectativas negativas al
descubierto –a la luz de tu consciencia ordinaria donde las puedas ver tal y
como son. Adelante, ¡sácalas de un grito con todas tus fuerzas!"
Me sentí muy estúpido, pero hice lo
que me pidió; grité todas las razones por las cuales no podría golpear aquel
árbol. Voceé todas mis dudas, tal y como me iban surgiendo, una y otra vez, con
fuerza.
"Ahora," dijo ella,
"mira al árbol otra vez, y crea esta expectativa: Puedo golpear el árbol
con facilidad."
Por tanto, lo dije otra vez - "Puedo golpear al árbol con facilidad" y la cosa más extraña ocurrió: No apareció ni una sombra de duda. Era simplemente cierto. Lo sentía; ¡lo creía completamente! Sonó auténtico y real. Mientras miraba el árbol, sentí una línea de energía que me unía al árbol, y sabía que la piedra seguiría esa línea hasta el objetivo. Me puse de pie, en equilibrio. No existía nada mas que yo, la piedra, y el árbol. Por un instante, desapareció mi identidad. Es entonces respiré profundamente y lancé la piedra. En el momento que la dejé ir, sabía que daría a su objetivo. La vi volar, atraída al árbol como un imán. La piedra dio al árbol en el centro, y mientras le daba, algo cambió dentro de mi. Entendí la Ley de las Expectativas: antes de poder hacer algo, debía creerlo; tenía que realmente esperarlo.
Por tanto, lo dije otra vez - "Puedo golpear al árbol con facilidad" y la cosa más extraña ocurrió: No apareció ni una sombra de duda. Era simplemente cierto. Lo sentía; ¡lo creía completamente! Sonó auténtico y real. Mientras miraba el árbol, sentí una línea de energía que me unía al árbol, y sabía que la piedra seguiría esa línea hasta el objetivo. Me puse de pie, en equilibrio. No existía nada mas que yo, la piedra, y el árbol. Por un instante, desapareció mi identidad. Es entonces respiré profundamente y lancé la piedra. En el momento que la dejé ir, sabía que daría a su objetivo. La vi volar, atraída al árbol como un imán. La piedra dio al árbol en el centro, y mientras le daba, algo cambió dentro de mi. Entendí la Ley de las Expectativas: antes de poder hacer algo, debía creerlo; tenía que realmente esperarlo.
Moviendo la cabeza en afirmación la
santa dijo, "Antes de hacerlo, lo viste ocurrir en tu mente. Y en tu vida
diaria, si creas imágenes positivas, circunstancias felices, y resultados
exitosos, estos se vuelven reales para tu mente más profunda, la cual a partir
de tales experiencias construye para atraer otras similares. La Ley de las
Expectativas te recuerda tu poder intrínseco para moldear tu vida a través de
imágenes y expectativas que tú creas. A base de airear todas tus dudas, las
arrancas de las profundidades de tu mente para que se disuelvan a la luz de la
consciencia."
"¿Qué pasaría si me creara la
expectativa de que puedo volar? ¿Podría utilizar el mismo proceso?"
"No me gustaría disipar tu
entusiasmo, viajero, pero las Leyes Espirituales que se manifiestan en este
plano de realidad, son muy antiguas para nuestras creencias humanas; la
gravedad existe, creas o no en ella."
"Por tanto, incluso dispersando
todas mis dudas, sería incapaz de volar."
"¡Claro que sí que puedes
volar!" dijo ella. "¡Puedes flotar en el aire, volar hacia el
espacio, y aterrizar en la luna! Grandes dudas e investigaciones científicas
tuvieron que ser superadas antes de que la humanidad pudiera hacer lo imposible
y volar. Al igual que en ti, dentro de las Leyes Espirituales no hay límites
excepto en nuestras creencias. Nuestro futuro como individuos y especie
reflejará nuestra habilidad para entender y aplicar la Ley de las
Expectativas."
Mientras bajábamos hacia el valle, la
santa continuó. "La Ley de las Expectativas subraya la importancia de
examinar tus viejas creencias e ideas fijas que asumes, reemplazando dudas
auto-destructivas por imágenes vivas, y creando nuevas creencias basadas en
claras intenciones."
"¿Qué pasa si no hay ninguna
evidencia para apoyar esa creencia?" pregunté.
"Esto es lo que he tratado de
transmitirte," dijo ella. "¡Créelo de todas formas! Las expectativas
atraerán la evidencia."
"Lo haré lo mejor que
pueda," respondí. "Pero hablando de dudas auto-destructivas,"
dije, "leer los periódicos a veces me deprime; es fácil perder las
esperanzas en la humanidad, con todos nuestros problemas medioambientales,
niños abandonados, crimen, y avaricia."
"Yo estoy repleta de
esperanzas," dijo la santa. "Estoy llena de Fe. Existen problemas
reales. Pero incluso cuando nos centramos en los temas que más ayuda necesitan,
es más sabio enfocar nuestra atención en resultados positivos y en nuestro
potencial humano. La Ley de las Expectativas nos enseña que lo que enfocamos se
expande; forcejear y recrearnos en los problemas sólo los fortalece dándoles
energía. Por lo tanto céntrate en las soluciones, no en los problemas."
La santa miró hacia un halcón que
estaba por encima de nuestras cabezas, flotando como una cometa al viento, y
compartió un último recordatorio sobre la Ley de las Expectativas. "Como
los antiguos alquimistas, viajero, tú puedes transmutar la duda en confianza, y
el miedo en coraje. Nuevas expectativas traen nuevas alternativas. No esperes
que las experiencias te lo confirmen. Crea una visión positiva de qué te gustaría
y seguro que lo conseguirás."
LA LEY DE LA INTEGRIDAD
LA VIDA EN NUESTRA VERDAD
Integridad significa vivir y actuar
alineado con las Leyes Espirituales y con nuestra más alta conciencia,
a pesar de impulsos a hacer lo contrario.
Del corazón de la integridad, reconocemos, aceptamos, y expresamos nuestra auténtica realidad interior, inspirando a los demás no con palabras, sino con nuestro ejemplo.
No estoy seguro de ganar pero estoy seguro de ser verdadero.
No estoy seguro de tener éxito pero estoy seguro de vivir de acuerdo a la luz que tengo.
a pesar de impulsos a hacer lo contrario.
Del corazón de la integridad, reconocemos, aceptamos, y expresamos nuestra auténtica realidad interior, inspirando a los demás no con palabras, sino con nuestro ejemplo.
No estoy seguro de ganar pero estoy seguro de ser verdadero.
No estoy seguro de tener éxito pero estoy seguro de vivir de acuerdo a la luz que tengo.
Abraham
Lincoln
Después de ver el halcón girar con las
corrientes de aire, nos dirigimos hacia un valle profundo donde los árboles
llevaban un lazo de musgo de esmeralda. Mientras descendíamos reflexioné sobre las
Leyes que había aprendido hasta el momento, pero apenas pude recordar algún
detalle.
Refiriéndose a mis preocupaciones, la
santa dijo, "no tienes que recordar todas las palabras, viajero. Las
palabras son sólo sonidos. Algunas voces tienen el poder de penetrar el corazón
y tocar el alma. Esta autoridad espiritual sólo la adquieres viviendo acorde a
las Leyes de la Espiritualidad."
Deteniéndose, ella miró en la lejanía
y señaló un pico ante nosotros. "¿Puedes ver la cima de esa colina?"
"No querrás que le de con una
piedra, ¿verdad?"
Ella sonrió. "No, nada de eso.
Sólo quiero que vayas hasta arriba del todo y vuelvas aquí en treinta
minutos."
Miré hacia la cima. "¿Treinta
minutos? Pero si hasta corriendo a tope todo el camino de ida y vuelta, dudo que
– quiero decir, supongo que podría trabajar con mis creencias -"
"Te quedan veintinueve
minutos," dijo ella.
Me callé y salí.
La carrera fue difícil y dolorosa. A
mitad de camino para arriba, mis pulmones quemaban de tal manera que consideré
la posibilidad de dar media vuelta antes de alcanzar la cima. Sentí que no
podía continuar, pero tenía que hacerlo, y por tanto lo hice; llegué a mis
límites y los superé.
Cuando volví casi caí a sus pies.
Llegué diez minutos tarde. Estaba respirando con fuerza y me estaba planteando
que significaba ese fracaso, cuando la santa preguntó, "¿por qué no te has
vuelto antes de llegar a la cima? De esa manera habrías podido llegar a tiempo.
¿Quién hubiera sabido la diferencia? Yo no lo hubiera sabido."
"Yo sí," dije recuperando la
respiración. "Yo lo hubiera sabido."
Ella sonrió. "Ahí la tienes: la
Ley de la Integridad consiste en vivir en consonancia con tu mayor conciencia a
pesar de los impulsos a hacer lo contrario – sobre cómo te comportas cuando
nadie te está mirando."
La santa me guió, todavía jadeando,
hacia una cuesta que nos llevó a un lago estacional, todavía lleno de las
lluvias del invierno. Sin rastro alguno de conciencia de identidad, se quitó
sus ropas exteriores y se metió en el lago. Yo hice lo mismo. No era una
experiencia diaria estar a solas en las montañas, casi desnudo con otra mujer
que no fuera mi esposa. La santa era suficientemente atractiva; me encontré
preguntándome si tenía una vida amorosa. Sentí un poco de culpabilidad. No es
que tuviera ningunas intenciones sexuales – yo tenía mis reglas – pero no puedo
negar que el pensamiento no cruzara mi mente.
Justo entonces, ella se giró hacia mí
y respondió a mis pensamientos: "Romper los códigos de la sociedad es como
nadar hacia arriba por un río, contra la corriente de los valores
contemporáneos. Puede ser hecho si es el deseo más profundo de tu corazón, pero
hace la vida más difícil – exhausta – y tiene consecuencias."
"¿Cómo cuales?"
"Tales como agitar las creencias
y emociones de otros que se toman esas creencias muy en serio," dijo ella.
"Por tanto, ¿significa tener
integridad seguir los estándares sociales?"
"Seguir los estándares de vuestra
sociedad y evitar lo que no está considerado ético, legal, o moral, no es cosa
de integridad; eso es tener sentido común."
"Por tanto ¿recomiendas
conformidad porque es más fácil?"
"Yo no recomiendo que aceptes
algo ciegamente o te rebeles ciegamente. Simplemente mantén los ojos bien
abiertos, y pon más atención a la Inteligencia Espiritual de tu corazón en vez
de complacer o negar impulsos o deseos aleatorios. Sigue la guía en integridad
de Martin Luther: Ama a Dios y haz lo que te apetezca."
Haz lo que te apetezca, pensé,
preguntándome por un momento si esto era algún tipo de invitación, y qué haría
si lo fuera. Mis reflexiones fueron pronto interrumpidas por las palabras de la
santa mientras se ponía la ropa y me indicaba que yo también debería hacer lo
propio. "Como decía, viajero, la Ley de la Integridad pide una genuina
expresión de nuestra realidad interior. También reconoce que si la envidia, la
avaricia, y la manipulación influencian nuestras acciones y expresiones, las
consecuencias son inevitables, están construidas en la mecánica del universo.
Al romper las Leyes Espirituales, el propio acto es el castigo, poniendo en
movimiento fuerzas sutiles las consecuencias de las cuales no nos podemos
escapar más de lo que nos podemos escapar de la ley de la gravedad."
En ese instante ya nos habíamos
adentrado más en el valle, donde empinadas vertientes y gruesos matorrales
componían los sonidos de nuestro paso. Perdido en el pensamiento sobre lo
convencional, los deseos, y la integridad, casi choqué con la santa, que se
había parado para señalar un lagarto que había salido de la grieta de una roca.
"Ese lagarto no intenta ser algo diferente," dijo ella. Entonces
comenzó a señalar un objeto detrás de otro, diciendo, "Esto es un árbol.
Allí hay una riera -"
"Sí," interrumpí. "Ya
los veo."
"¿Pero puedes sentirlos?"
"No estoy muy seguro de qué
quieres decir."
"A diferencia de las criaturas
del mundo natural, los humanos están rodeados por el artificio social,
apartándose de su propia verdadera naturaleza."
Entonces, casi hablando en un susurro,
ella dijo, "Los shamans – los curanderos de los nativos – practican el
arte del cambio de forma. Este arte no consiste en cambiar tu cuerpo sino en
propagar tu conciencia a los animales, árboles, o riachuelos para poder
sentirlos – aprender sus lecciones – identificándose con cada uno de ellos para
poder sentir sus cualidades interiores y convertirte interiormente en ellos.
Esto es posible porque el Yo auténtico contiene todas estas cosas."
"¿Qué tiene todo esto que ver con
la Ley de la Integridad?"
"Supuse que lo
preguntarías," dijo ella sonriendo. "Mi amigo Lao-tzu una vez dijo,
´El oso polar no tiene que bañarse para ponerse blanco; y tú tampoco tienes que
hacer nada excepto ser tú mismo´. El mundo natural está repleto de tal
autenticidad; el caudaloso río, el movido viento, y los ruidosos grillos están
contentos de ser ellos mismos. ¿Estás tú completamente contento con quién eres
– no ser nada más, ni nada menos?"
"¿Qué pasa si quiero convertirme
en algo más?" pregunté.
"¿Más?" la santa sonrió.
"¿Cómo podrías ser más? ¡Tú ya no tienes límites! Cuando dejes el cuerpo,
viajero, nadie en las puertas del cielo te preguntará si fuiste un santo; te
preguntarán si fuiste tú mismo, si hiciste el papel para el que has venido a la
Tierra.
"La sabiduría de los años,"
continuó ella, "de Platón a Shakespeare, nos recuerda, ´Conócete a ti
mismo,´ y ´sé verdadero.´ Integridad significa ser íntegro, conociéndonos a
nosotros mismos y siendo nosotros mismos, para que nuestras acciones sean
auténticas, consistentes con nuestras intenciones supremas – para que nuestro
cuerpo, mente, emociones, y actitudes se complementen entre sí, formando un
todo mucho mayor que la suma de las partes.
"No tiene sentido hablar de
integridad hasta que entendamos nuestros más profundos incentivos, valores, y
motivos – hasta que aceptemos quienes Somos, nuestra Luz, en vez de quienes
esperamos ser o pretendemos ser. Una persona puede donar a los pobres por amor
y compasión; otro puede hacerlo por culpabilidad, o por la necesidad de
impresionar a los demás; cada uno de los dos demuestra caridad; sólo uno
muestra integridad. Motivos e intenciones marcan una gran diferencia en las
vidas de los que dan y en los que los que reciben, porque damos mucho más que
monedas; damos la moneda de nuestro ser."
"Me está dando la impresión que
es mucho más difícil conseguir vivir la integridad de lo que pensaba."
"Todo es difícil hasta que se
convierte en fácil," contestó la santa. "Se necesita coraje y ser
abierto para conseguir autenticidad – ser capaz de decirte a ti mismo y al
mundo, ´Te guste o no, este soy yo,´ y después vivir esa verdad. Pero una vez
que aceptas tu humanidad, la integridad no es nada difícil. No se trata de ser
perfecto o infalible; todos hemos cometido errores. Sólo podemos hacerlo lo
mejor posible y aprender de nuestros fallos, para que podamos hacerlo mejor la
próxima vez. Estar unido a la Ley de la Integridad significa aceptar nuestras
flaquezas y aferrarnos a nuestra fuerza interior, y así convertirnos en
ejemplos vivientes que enseñan el camino a otros."
"Quizás esto es a lo que se refería
Mahatma Gandhi cuando decía, ´Mi vida son mis enseñanzas´."
"Sí," respondió ella.
"Los niños nunca han sido muy buenos escuchando a sus padres, pero nunca
fallan a la hora de imitarlos."
"No creo que sólo te estés
refiriendo a los niños."
"De hecho no," replicó la
santa. "Todos nos influenciamos los unos a los otros por medio de nuestro
ejemplo, y todos aprendemos imitando, seamos o no conscientes de ello.
Influimos a los demás no tanto por lo que decimos, sino por cómo vivimos.
"Una vez caminé por una carretera
junto a una señora que se hacia llamar a sí misma Peregrina De La Paz,"
continuó la santa. "Ella viajaba por fe, caminando hasta que era ofrecida
refugio y ayunando hasta que era ofrecida comida, recordándonos, ´Vivid acorde
con vuestra Luz suprema y más Luz os será otorgada.´ Esto resume la esencia de
lo que es integridad, viajero, y tú eres llamado a practicarla."
LA LEY DE LA ACCIÓN
DAR MOVIMIENTO A NUESTRA VIDA
No importa lo que sintamos o sepamos,
no importan nuestras dotes potenciales o talentos, sólo la acción les da vida.
Muchos de nosotros entendemos conceptos como el compromiso, el coraje, y el amor, pero en realidad saber es hacer.
Hacer trae la comprensión, y las acciones convierten conocimientos en sabiduría.
No puedes atravesar el mar simplemente mirando al agua.
Muchos de nosotros entendemos conceptos como el compromiso, el coraje, y el amor, pero en realidad saber es hacer.
Hacer trae la comprensión, y las acciones convierten conocimientos en sabiduría.
No puedes atravesar el mar simplemente mirando al agua.
Rabindranath
Tagore
Emergiendo del valle, escalamos una
pequeña, pero pronunciada pendiente y desembocamos en una cuesta justo por
encima de la cabaña de la santa. Mi estómago no dejaba de rugir. Exceptuando aquellas
fresitas, no había comido en dos días. Justo entonces la santa anunció,
"Es hora de comer."
"¡Que bueno!," dije yo.
"Justamente lo que estaba pensando -"
"Lo sé," dijo ella.
"Puedo oír a tu estómago rugir." Sonriendo me llevó a un jardín que
ella misma había cultivado. Un riachuelo fluía a través de él, y era usado para
irrigar las coloridas hierbas, frutas, y verduras que crecían allí.
"Coge cualquier cosa que te
apetezca."
Cocinamos un potaje con patatas,
salpicado con pimiento y algunas hierbas que no reconocí, servidas junto a una
ensalada fresca. Mientras nos sentábamos a comer, la santa habló de la Ley de
la Acción. "No puedes vivir de buenas intenciones," comenzó.
"Para preparar esta comida, he despejado el terreno, cavado el suelo, y
sembrado las semillas, antes de recoger la cosecha. Hacen falta más que sueños
y buenas intenciones para vivir en este mundo; se necesita acción."
Mientras comíamos, me explicó un
incidente – de una vida anterior, supuse. "Yo no siempre aprecié la
diferencia entre las ideas y la acción," dijo la santa. "Cuando era
una joven estudiante en la India, aprendí una importante lección. En aquellos
tiempos, yo procedía de una familia privilegiada, y pasaba la mayoría de mi
tiempo leyendo. Un día, durante un viaje, mientras un barquero me llevaba a
través de un ancho río, le describí todos mis conocimientos y cómo los había
conseguido. El barquero me escuchó atentamente; entonces, después de un rato,
me preguntó: ¿sabes nadar? ´No,´ contesté, ´no puedo.´ ´Entonces me temo que
todos tus conocimientos son una pérdida,´ dijo el barquero. ´El barco se
hunde.´"
Los dos nos reímos mucho.
"Entonces, ¿qué pasó?" le
pregunté.
"Oh, me ahogué," contestó
ella. "Fue una lección que nunca olvidaré. Este mundo es un reino de
energía y acción; no importa lo que sepas o quién seas – tampoco importa la
cantidad de libros que hayas leído o los talentos que tengas – sólo la acción
tiene el potencial de darles sentido en la vida. Las filosofías impresionan y
las ideas abundan, pero las palabras, no importa como sean de elegantes, son
baratas. Es fácil hablar de compromisos, coraje, y amor, pero hacer es
entender, y la sabiduría nace a partir de la práctica."
La seguí mientras se acercaba al final
del jardín. Escalamos algunas rocas, y observamos el bosque que se extendía a
nuestros pies.
"Mucha gente disfrutaría con una
vista como esta," dijo la santa. "A lo mejor aspiran a escalar hasta
aquí, y quizás estén deseando tener la satisfacción de estar aquí de pie. Pero
mientras muchos de ellos no han alcanzado la cima y disfrutado de la vista,
nosotros lo hemos hecho – no porque seamos más inteligentes o más fuertes o lo
merezcamos más, sino simplemente porque hemos hecho la escalada. Sólo aquellos
que hacen la escalada disfrutan de la cima."
Después, mientras volvíamos a nuestra
comida, la santa observó, "Emprender acciones nunca ha sido fácil en este
mundo; fuerzas de duda e inercia están por todos los lados, hasta entre nuestra
mente y cuerpo. Convertir las ideas en acciones requiere energía, sacrificio,
coraje, y corazón, porque actuar es arriesgar. Tenemos que superar todas las
buenas razones que nos invitan a apartarlo, a dejar que lo haga otra persona, a
permanecer en la sencilla silla de las buenas intenciones. Pero la Ley de la
Acción envía el mismo mensaje una y otra vez: es mejor hacer lo que es mejor
que no hacerlo y tener una buena excusa."
"Yo pienso que se necesita coraje
para levantarse cada día de la cama, y por tanto todo el mundo aplica la Ley de
la Acción."
"Todos los seres vivos actúan,
pero la mayoría de las personas no actúan sino que reaccionan - y sólo
reaccionan como consecuencia de sufrir dolor o miedo, cuando las relaciones se
convierten en un infierno o cuando los cuerpos físicos caen enfermos del
estrés. La Ley de la Acción nos enseña a superar las inercias a la vez que las
impaciencias, actuando con coraje, claras intenciones, y compromiso."
"¿Cómo podemos superar la
inercia?"
"Aceptando tres realidades
fundamentales," contestó ella. "Primero, aceptando nuestra humanidad
y nuestra presencia física en el mundo; segundo, dándonos cuenta que nadie va a
vivir por nosotros y que sólo nos hacemos más fuertes a partir de nuestros
propios esfuerzos; y tercero, aceptando que la acción puede inicialmente
comportar cierta incomodidad – y después ¡a continuar con ello!
"Ya no nos podemos permitir el
lujo de esperar hasta que nos sintamos a salvo y seguros, inspirados o
motivados – hasta que el miedo o la duda miren en la otra dirección. Ya no
podemos esperar a que alguien nos dé permiso para actuar. Siento una gran
urgencia. Es por eso que he vuelto a aparecer, en este tiempo y lugar – para
cumplir lo que estoy hablando contigo ahora. Ha llegado el momento de actuar de
acuerdo con nuestros ideales supremos, a pesar de temores, dudas, o
incertidumbres que surjan. Sólo podemos mostrar coraje en la cara del miedo.
Cada día necesitamos coraje, porque cada día nos enfrentamos a miedos – no
necesariamente en situaciones dramáticas como atrapar a un ladrón o salvar a
una persona que se ahoga, si no de formas diversas como expresando nuestros
sentimientos, rompiendo un viejo hábito, o tomando el riesgo de ser
diferente."
Nos levantamos y comenzamos a repelar
lo poco que quedaba de nuestra comida. "Me gusta guardar las sobras como
una ofrenda para los animales, pero no demasiado cerca de la cabaña." Me
dirigió a través de algunos árboles hasta el final de una vertiente tan
inclinada que casi era un barranco.
De pie en el borde del precipicio, la
santa comenzó a tirar algunas sobras a los ciervos que merodeaban por abajo. De
repente, la vertiente en la que estábamos, ablandada debido a las lluvias
torrenciales, cedió. Antes de que mis ojos se percataran, ella desapareció de
mi vista. Me incliné adelante y la vi despeñándose por la pendiente. Me
encontré a mi mismo saltando por encima del precipicio, intentando mantener mi
equilibrio mientras me deslizaba tras ella. Los dos nos deslizábamos en una
caída vertical.
Ella estaba consciente, pues la vi
agarrándose a las raíces de los árboles, intentando frenarse. Todo sucedió a
cámara lenta, con todo lujo de detalles. Sabía que me estaba llenando de
morados y rascadas, pero no sentía ningún dolor.
Quería ayudarla, pero primero tenía
que ayudarme a mí mismo; comencé a agarrarme a raíces y hierbas. La suerte
estuvo conmigo, y, mientras la superaba en la caída abajo, nos cogimos de la
mano. Esto debió ser cuando una piedra me golpeó en la cabeza, porque no
recuerdo nada más.
Me desperté estirado junto a un lago.
Mi cabeza estaba mojada con sangre. Abrí los ojos y vi a la santa, con la cara
sucia pero sonriente mientras limpiaba mi cabeza con un trapo mojado. "La
cabeza ha dejado de sangrar," dijo ella. "Parece ser que vas a
sobrevivir."
"Tú, también," dije
intentando devolverle la sonrisa.
Más tarde, en el fresquito de la
noche, mientras nos refugiábamos al lado del fuego en la cabaña, hice una
reflexión sobre lo que había pasado, y finalmente el miedo me sacudió:
"¡Nos podíamos haber matado! O me podría haber matado – no sé que te
hubiera pasado a ti."
"Hubiera sido más sabio y mucho
más seguro si te hubieras quedado donde estabas," respondió ella.
"Pero mostraste coraje al venir tras mí."
"No intentaba ser un héroe; no me
lo pensé. Simplemente te vi caer y salté."
"Bueno, una perfecta demostración
de la Ley de la Acción."
"Si en el futuro necesitas más
demostraciones, preferiría lanzar piedras a un árbol."
Ella sonrió. "Algunas veces estas
cosas ocurren."
"Bueno, debe ser tu año de
despeñarte montañas abajo," dije refiriéndome a la caída que me había
explicado anteriormente.
"¿Crees que es un signo claro de
que debería vivir cerca del nivel del mar?" me preguntó ella. Entonces,
más seria, añadió, "Podía haber sido diferente. Te podías haber matado. Tu
impulso por ayudar ha sido admirable pero con poca vista."
"¿Qué?"
"Tu asumiste que no me podía ayudar a mí misma."
"Tu asumiste que no me podía ayudar a mí misma."
"Bueno, sí que parecías necesitar
un poco de ayuda."
"Y la necesitaba. Pero, ten en
cuenta que cada ley contiene las semillas de su opuesto. A veces la compasión
requiere acción, pero esta Ley también contiene la sabiduría de estar tranquilo
y quieto, la acción de la inacción."
"Como la meditación," dije.
"Sí. Hay un momento para la
acción y otro para estar quieto. Algunas veces puedes mostrar el coraje más
grande, la paciencia, y la sabiduría permaneciendo tranquilo incluso cuando
deseos o impulsos irresistibles te piden que actúes."
"¿Cómo puede saber uno el momento
de actuar, y cuándo estar quieto?"
"Aquellos que tienden a la
inercia y el miedo necesitan enfocar más en el deseo de actuar con bravura y
decisión. Aquellos dados al discurso o a la acción impulsiva serían sabios
parando, respirando profundamente, y observando sus impulsos sin sentirse
obligados a actuar sobre ellos. En cualquier caso, escucha a la sabiduría de tu
corazón; entonces sabrás cuando has de estar tranquilo y cuando has de
actuar."
Después de eso, nos sentamos
conjuntamente en la tranquilidad de la tarde, mirando a las llamas mientras el
calor del fuego nos apaciguaba el dolor de nuestra reciente aventura. Mientras
oscurecía, el cansancio me hizo dormir. Me estiré de lado, mirando las llamas,
escuchando su voz: "El fuego transforma la materia en energía,
recordándonos que todas las cosas pasan y cambian. Al final, todos somos
consumidos por los fuegos sin llama de la vida. Actúa con bravura, viajero,
mientras todavía tengas el tiempo, mientras todavía tengas un cuerpo."
Tras sus palabras vino el silencio.
LA LEY DE LOS CICLOS
LA DANZA A LA CANCIÓN DE LA NATURALEZA
El mundo Natural se mueve en ritmos,
secuencias, y ciclos – el paso de las estaciones, el movimiento de las
Estrellas, la subida y el flujo de las mareas.
Las estaciones no se empujan las unas a las otras; ni las nubes avanzan al viento a través de los cielos.
Todas las cosas suceden en su momento adecuado – subiendo, cayendo, subiendo, como las olas de los mares, en la rueda del tiempo.
En cada corazón del invierno yace una primavera templada, y detrás del velo de cada noche espera una puesta sonriente.
Las estaciones no se empujan las unas a las otras; ni las nubes avanzan al viento a través de los cielos.
Todas las cosas suceden en su momento adecuado – subiendo, cayendo, subiendo, como las olas de los mares, en la rueda del tiempo.
En cada corazón del invierno yace una primavera templada, y detrás del velo de cada noche espera una puesta sonriente.
Kahlil
Gibran
Aquella noche en la cabaña, tuve un
sueño vívido; al menos pienso que fue un sueño: la voz de la santa me
despertaba. Ya había luz fuera, a pesar de que parecía que me acababa de
dormir. No sentía ningún dolor de mi caída anterior; de hecho, casi no sentía
mi cuerpo. La santa dijo, "Ven." No recuerdo sus labios moverse.
Después yo estaba de pie al lado de la puerta de la cabaña, mirando fijamente
un brillante día de verano. La hierba de California se había puesto marrón, y
el aire era seco y polvoriento.
"Cierra los ojos," dijo
ella. Recuerdo unos pocos momentos de total oscuridad y silencio. Entonces mis
ojos se abrieron a un día nuboso de Otoño. Debía haber llovido, ya que el polvo
se había asentado y la seca hierba mostraba tonos verdosos. Un viento frío me
golpeó la cara, así que cerré mis ojos.
Cuando los abrí sentí un frío
invernal; los árboles que nunca habían sido verdes estaban desnudos. Restos de
hielo se difuminaban sobre las dispersas hojas. Salí afuera, sentí la dura,
fría tierra, y oí unos truenos en la distancia.
Con un relámpago, el aire se volvió
primaveral de nuevo, y oí la voz de la santa. "El mundo natural baila a la
música del cambio – el paso de las estaciones, las revoluciones de los cielos,
y el día convirtiéndose en noche. Todas las cosas ocurren en su propio momento
adecuado, cambiando y creciendo, apareciendo y desapareciendo, creciendo y
decreciendo, el flujo y el reflujo. Cualquier cosa que sube baja, y cualquier
cosa que baja puede subir otra vez. Esta es la Ley de los Ciclos."
Después ya era la mañana. Me levanté
fresco pero decididamente dolorido. Después de darme unas bofetadas de agua
fría en la cara y de comer unas cuantas fresas, la santa me invitó a andar con
ella hacia un lugar especial más arriba en las montañas. Mientras subíamos por un
camino rocoso, le dije lo del sueño.
"Las estaciones tienen muchas
cosas que enseñarte, y tu sueño es un signo de que estás preparado para
entender."
"¿Entender el qué?"
"Que los vientos de cambio pueden
venir como un fiero huracán, destrozando tu vida, o como una suave brisa que
cuida tu cara – que ese cambio es la única constante, y que ocurre a su propia
manera, en su propio tiempo adecuado."
"Siempre he tenido diferentes
sentimientos sobre el cambio. Algunas veces cuando la vida parece apagada, lo
deseo, pero cuando las cosas van bien, un cambio puede ser – bueno,
difícil."
"El cambio por sí mismo no es
difícil," replicó la santa. "Pasa con tanta naturalidad como una
puesta de sol. Pero la mayoría de nosotros buscamos rutinas familiares para
crear una sensación de control y orden, por tanto, el cambio puede parecer una
bendición o una maldición, dependiendo de nuestros deseos; la misma lluvia
bienvenida por las flores es maldecida por los excursionistas que desean un día
soleado.
"La Ley de los Ciclos nos
recuerda que al mismo tiempo que las estaciones cambian, también debemos
hacerlo nosotros, que nuestros viejos hábitos no han de controlar nuestra vida,
que nuestro pasado no tiene porqué convertirse en nuestro futuro, y que la
inercia del cambio nos lleva a una mayor consciencia, sabiduría, y paz."
Mirando hacia su exuberante jardín, la
santa añadió,
"hacer de jardinera a través de
las cuatro estaciones revela otras lecciones del mundo natural: que las
semillas sólo se reproducen de su mismo tipo, que sólo recoges lo que siembras,
que cuando recoges la cosecha has de guardar algunas semillas para la siguiente
plantación, que tienes que acabar un ciclo para poder comenzar otro, que hay un
momento para todas las semillas para crecer, cambiar, y eventualmente morir,
para ser enterradas y plantar una nueva cosecha. Tal y como las semillas y los
ciclos, nuestras vidas van de la misma manera.
"Disfruta cada estación de tu
vida, viajero. Prepara el terreno pacientemente, planta las semillas, haz el
trabajo, y recogerás abundantes frutos. Acepta la buena fortuna y la adversidad
como aceptas el cambio de estaciones. Disfruta la helada belleza de un día de
invierno y los calurosos días de verano, ya que con suficiente rapidez, cada
estación, cada día, cada momento, pasa a la historia, y su parecido exacto
puede no ser visto nunca más. En vez de desear el verano en medio del frío
invierno o pedir vientos frescos en los bochornosos días de verano, abraza a
cada estación por sus propios regalos. Alinéate con los ciclos del tiempo y
transformación, navegando sobre el cambio como los barcos sobre las olas."
"Me estás diciendo que los ciclos
de cambio van a suceder me guste o no, y que por tanto debería
aceptarlos."
"Eso, y más," contestó ella.
"La Ley de los Ciclos también revela cómo cooperar completamente en tu
propia evolución, ser un experto en dominar el tiempo, y encontrar grandes
fortunas."
"¿Cómo?"
"Todas las cosas tienen un momento más favorable y uno menos favorable," contestó ella. "Las puertas se abren y se cierran; las energías suben y bajan. Un pensamiento o una acción iniciados cuando la energía está subiendo o ganando momentum viaja fácilmente hacia la finalización, pero un pensamiento o acción iniciado en un ciclo de descenso tiene un impacto reducido. Es entonces cuando la Ley de los Ciclos se combina con la Ley de la Acción para revelar que la paciencia es la mejor parte de la sabiduría – la sabiduría de saber cuándo hay que actuar y cuándo hay que estar tranquilo, cuándo hablar y cuando callar, cuando trabajar y cuando descansar, cuándo subirte a la energía de un ciclo en construcción y cuándo esperar a la siguiente ola."
"Todas las cosas tienen un momento más favorable y uno menos favorable," contestó ella. "Las puertas se abren y se cierran; las energías suben y bajan. Un pensamiento o una acción iniciados cuando la energía está subiendo o ganando momentum viaja fácilmente hacia la finalización, pero un pensamiento o acción iniciado en un ciclo de descenso tiene un impacto reducido. Es entonces cuando la Ley de los Ciclos se combina con la Ley de la Acción para revelar que la paciencia es la mejor parte de la sabiduría – la sabiduría de saber cuándo hay que actuar y cuándo hay que estar tranquilo, cuándo hablar y cuando callar, cuando trabajar y cuando descansar, cuándo subirte a la energía de un ciclo en construcción y cuándo esperar a la siguiente ola."
Mientras salíamos del camino y nos
dirigíamos directamente hacia un espeso bosque de árboles y arbustos la santa
pausó por un momento y me explicó una historia. "En los tiempos antiguos,
el rey Salomón sentía una gran agitación interior e imploraba por la vuelta de
tiempos simples y más tranquilos, por tanto decretó que un maestro en joyería
le hiciera un anillo mágico que fuera inscrito con unas palabras siempre
ciertas y apropiadas, en todos los momentos y en todas las condiciones –
palabras que ayudasen a aliviar el sufrimiento y aportasen gran sabiduría y
perspectiva. Este maestro joyero construyó un anillo especial, pero sólo
después de muchos días de contemplación consiguió las palabras de poder divino.
Finalmente, el joyero presentó el anillo a Salomón. En él estaban inscritas las
palabras ´Y esto también va a pasar.´"
El terreno cambió bruscamente cuando
salimos del bosque y llegamos a una llanura soleada. Vi un naranjo repleto de
grandes naranjas que podía oler desde donde estaba, y diversos manzanos,
brotando, pero todavía sin fruta, y dos árboles más que no reconocí.
"Son nogales," dijo la
santa, respondiendo a mi pregunta interior, en el momento exacto, como de
costumbre. Entonces, inclinándose respetuosamente hacia uno de los nogales,
cogió una pequeña fruta verde de una de las ramas y me la dio.
"Ábrelo," dijo ella.
"No creo que esté a punto para
comer todavía," dije.
"Ábrelo," repitió. Primero
lo intenté con mis dedos, después golpeando el verde caparazón entre dos
piedras. Finalmente, encontré una piedra afilada e intenté abrirla, pero no
tuve éxito. Cuando la santa me tocó el hombro, me giré para ver que la santa
tenía un puñado de nueces maduras. "De la cosecha del año pasado. Las
tenía almacenadas por aquí cerca."
Cogió una pequeña piedra y le dio un
golpe seco a la cáscara, y se abrió por la mitad. Hizo lo mismo con más nueces,
y disfrutamos de un buen aperitivo. Mientras mordíamos, ella me explicó,
"Estoy aquí para compartir contigo verdades simples que hacen que la vida
funcione mejor. Pero no te puedo prometer iluminación; eso tiene su propio
momento. Nosotros los humanos somos como la cáscara de la nuez: si tratas de
forzarla en el momento equivocado, es casi imposible, pero una vez que está
madura, le das un golpe en el lugar adecuado, y se abre con facilidad. La vida
diaria es tu proceso de maduración. Y un día, alguien o algo aparecerá y te
dará el golpe."
Nos sentamos bajo la sombra de los
manzanos, comiendo nueces y naranjas mientras el sol subía hacia las copas de
los árboles. Me apoyé contra el manzano y escuché los sonidos de un riachuelo
cercano, sintiendo una gran familiaridad con el mundo natural. El sol calentó
mis huesos, transportándome a un estado de calma profunda. Me estiré, miré a
través de las hojas resplandecientes y vi como las nubes circulaban por encima
de nosotros. Como si estuviera previsto, la santa dijo, "¿Ves cómo las nubes
se mueven con facilidad con el viento, sin prisa o resistencia?" Esta era
una idea que ya había considerado anteriormente, pero su gentil voz,
articulando mis pensamientos más interiores, tocó algo profundo dentro de mí de
manera que las nubes y el viento penetraron hasta el centro de mi consciencia.
En aquel momento la naturaleza se había convertido en mi profesora.
La santa finalizó su instrucción sobre
la Ley de los Ciclos con una historia: "Hace muchos años, mientras viajaba
por Polonia, visité el humilde santuario de un rabí conocido por su gran
sabiduría. Su sencilla habitación donde estaba llena de libros. A parte de eso,
no tenía nada más excepto una mesa y un banco.
"Rabí, pregunté, ¿dónde están los
muebles?"
"¿Dónde están los tuyos?" me
preguntó él a mí.
"¿Los míos? Respondí sorprendida.
Pero si sólo estoy de paso."
"Yo también, dijo el rabí. Yo
también."
LA LEY DE LA RENDICIÓN
EL ABRAZO A UNA VOLUNTAD SUPERIOR
Rendirse significa aceptar por
completo este momento, este cuerpo, y esta vida.
Rendirse implica apartarse a uno mismo de su propio camino y vivir de acuerdo con una voluntad Superior,
expresada como la sabiduría del corazón.
Mucho más allá que una aceptación pasiva, la rendición utiliza cada reto como un escalón hacia el crecimiento Espiritual y la expansión de la conciencia.
Algunos creen que aguantar es lo que hace a uno fuerte; algunas veces es dejar ir.
Rendirse implica apartarse a uno mismo de su propio camino y vivir de acuerdo con una voluntad Superior,
expresada como la sabiduría del corazón.
Mucho más allá que una aceptación pasiva, la rendición utiliza cada reto como un escalón hacia el crecimiento Espiritual y la expansión de la conciencia.
Algunos creen que aguantar es lo que hace a uno fuerte; algunas veces es dejar ir.
Silvia Robinson
La mañana se convirtió en la tarde. Un
golpe de viento agitó las ramas por encima de nuestras cabezas, cayendo una
única hoja que fue al suelo cerca de un riachuelo. Gesticulando hacia el agua
que corría, la santa preguntó, "¿Te has dado cuenta, viajero, que el agua
fluye, es suave pero poderosa? Cede, con fuerza, flexibilidad, se rinde a la
gravedad sin oponer resistencia, adaptándose a la forma de cualquier
contenedor. El agua manifiesta la respuesta más inteligente y poderosa que uno
pueda hacer ante cualquier circunstancia."
"¿Y qué respuesta es esa?"
"La rendición," dijo ella.
"No lo entiendo," dije.
"Fui enseñado a luchar por mis creencias – a nunca abandonar."
"A pesar de que la Ley de la
Rendición significa aceptar cualquier cosa que ocurra en tu vida, no significa
una tolerancia pasiva por lo que no te gusta, o ignorar la injusticia, o
permitir ser una víctima o ser controlado. La verdadera rendición es activa,
positiva, asertiva – un empeño creativo para aprovechar tu situación, con una
apreciación espiritual."
"No puedo pretender que aprecio
la gripe, o un pinchazo en las ruedas del coche, u otros problemas,"
respondí.
"La Ley no consiste en pretender
nada, o en rechazar tus sentimientos verdaderos; consiste en transformarlos.
Aprendes a rendirte cambiando tu perspectiva." La santa pausó unos
instantes, como si buscara las palabras adecuadas. "Míralo de esta forma.
Si hicieras atletismo, tu entrenador podría darte un premio un día y después
ordenarte un entrenamiento durísimo. Tú podrías aceptar – incluso apreciar –
todo esto como parte de tu entrenamiento. Bueno, lo mismo se cumple en la vida
diaria. El Espíritu Santo es tu entrenador, viajero, y la vida es tu
entrenamiento. Entonces, yo te pregunto, ¿qué pasaría si pudieras ver una rueda
pinchada o la gripe como parte de tu aprendizaje y crecimiento?"
"Bueno, sería mejor que lo mirara
de esa manera. Pero nunca me he imaginado rindiéndome ante una rueda
pinchada," bromeé.
Sonriendo, la santa explicó, "En
su sentido más puro, esta Ley te guía a rendirte al momento – a aceptar
cualquier cosa que surja. No sólo implica aceptar las subidas y bajadas de la
vida, si no también a aceptarte a ti mismo – tu cuerpo, tus pensamientos, y tus
sentimientos."
"¿Estás diciéndome que una vez
aprenda a aceptarme a mí mismo y rendirme a cualquier acontecimiento que
suceda, la vida se hará más fácil?"
"La vida continuará ofreciéndote
retos y tests," dijo ella. "Pero cuando te tomes la vida
relajadamente, incluso tus dificultades tendrán un aspecto placentero, como
jugar a un juego lleno de retos o resolver un puzzle."
"No puedo cambiar el sentimiento
de que todo esto es mucho más fácil dicho que hecho."
"¡Todo es más fácil dicho que
hecho!" replicó ella. "Comienza por las cosas pequeñas. Cuando tengas
un mínimo desacuerdo, acepta el punto de vista de la otra persona y mira qué
pasa. Despréndete de los pequeños disgustos. Sigue las enseñanzas de Epitectus,
una santa griega que aconsejó a sus alumnos, ´Aprended a desear que todo debe
de ocurrir de la manera que ocurre.´
"De todas las Leyes que he
aprendido esta parece la más difícil," dije. "Es como si tuviese que
dejar una parte de mí – mis deseos, valores, y preferencias."
La cara de la santa brilló con luz
propia mientras contestaba. "La Ley de la Rendición honora la santidad en
cada alma con su propia chispa Divina. No tienes que dejar eso, viajero; sólo
tienes que apartarte de tu propio camino. Rendir tu pequeña voluntad a una
voluntad Superior no es una práctica común," continuó ella, "porque
puede parecer mejor que hagas lo que prefieras. Esto es entendible. Pero la
vida no siempre nos da lo que preferimos, por tanto nuestros deseos nos llevan
a ataduras, ansiedad, y frustración. Seguir tu pequeña voluntad te llevará a
una satisfacción temporal, pero no a una felicidad duradera. Cuando ves
claramente que la vida no sólo consiste en obtener lo que quieres, sino también
en aprender a querer lo que obtienes, alinearás tu vida con la Ley de la
Rendición."
"De hecho, ¿cómo se practica esta
Ley?" pregunté.
"Comienza por preguntar en
cualquier situación, ´¿qué es lo mejor aquí para todos los implicados?´ Esto
puede significar orar por lluvia en una zona de mucha sequía, aunque tu propio
techo tenga goteras. La verdadera rendición puede ser expresada en el
sentimiento del corazón ´que no se haga mi voluntad si no La Tuya.´"
"Esto va a ser un gran esfuerzo
para mí."
"¡Un gran esfuerzo para
cualquiera!" dijo ella, sonriendo. "Pero el esfuerzo es una parte de
la vida. Comienza cambiando tu energía y atención a los deseos de esta voluntad
más pequeña por la sabiduría de una voluntad Superior."
"¿Estás hablando del deseo de Dios?"
"Ofrecer una oración ´Se haga Tu
voluntad´ no requiere que creas en un Dios externo, sólo que tu hables desde tu
corazón y te preguntes, ´Si un Dios sabio, adorable, compasivo me estuviera
guiando ahora, ¿qué haría en esta situación?´ Después siente tu corazón, y
escucha a tu Alma; sabrás qué hacer, y encontrarás el coraje y el corazón para
hacerlo – porque el Espíritu de hecho realiza Su trabajo a través de ti, seas o
no consciente de ello."
"No estoy muy seguro de como
comenzar," confesé.
"Simplemente ábrete a la vida al
nivel que puedas. Con el tiempo acabarás practicando la rendición más y más
profundamente hasta el punto que podrás abrazar las nubes de lluvia de la misma
manera que harías con los placeres de un día soleado. ¡Y no olvides relajarte!
La relajación es la manera que tiene el cuerpo de rendirse al momento, dejando
ir ideas fijas de lo que debería pasar, para que puedas responder con frescura
e inocencia a cada momento, sin juicio o expectativa."
Justo entonces vimos al gato que me había
enseñado la Presencia, sentado en una roca cercana. "Su majestad ha vuelto
al trono" dije.
La santa, por supuesto, vio esto como
otro objeto de la lección. "¿Te has dado cuenta, viajero, de que los gatos
persisten en ir a donde quieren?"
"Sí, me he dado cuenta,"
dije mirando hacia el gato.
"Pero si alguien está bloqueando
su camino," añadió, "se sientan, se relajan, se olvidan y aprovechan
la oportunidad para limpiarse las patitas. Poca gente ha aprendido el arte de
rendirse tan bien como los gatos y los maestros de artes marciales."
"¿Qué tiene que ver la rendición
con las artes marciales?"
"Las artes marciales supremas,
tal y como el agua, fluyen y son flexibles, sensibles en vez de rígidas o
reactivas. Tales artes nos enseñan a estirar cuando nos empujan y a empujar
cuando somos estirados, a mezclarse con las fuerzas de la vida en vez de gastar
energía pasándolo mal contra ellas."
Paró de hablar y miró hacia las
montañas por unos momentos, entonces se giró hacia mí. "Hace tiempo en el
Japón feudal, yo era una joven samurai, buscando el dominio de la espada.
Entrenaba muchas horas al día, practicando cortes, defensa, y movimientos
evasivos. Encontré un maestro que aceptó adiestrarme, pero no diría nada sobre
mi técnica, insistiendo que era secundario. En cambio, él ponía énfasis en la
importancia de renunciar a todo tipo ataduras, a la victoria, a la seguridad, o
a los resultados deseados. Sólo el guerrero que podía dejar ir su yo inferior
con sus deseos, miedos, y ataduras permanecería relajado y concentrado. En un
duelo, rendirse a la muerte significaba sobrevivir; estar agarrado a la vida
significaba perderla. ¿Lo entiendes? Esta Ley se puede aplicar a la vida y a la
muerte. Cuanto más dejas ir las ataduras, más te expandes hacia una mayor libertad."
Anticipando mi siguiente pregunta, la
santa añadió, "Tener ataduras de rendición no necesariamente significa dar
la casa propia o los bienes de la tierra; es un acto interno, un deseo de
abrazar cualquier cosa que ocurra."
"¿Cuándo, exactamente, esta Ley
es aplicable en el día a día?"
La santa rió. "¿Cuándo no es
aplicable? Escoge cualquier circunstancia que tú normalmente rechazarías,
evitarías, o resistirías; después ríndete a ella completamente, ponla en tu
camino, y haz lo mejor de ella. Ríndete a tus impulsos más grandes mientras
trabajas por un cambio positivo en tu mundo. Pero, como el gato, no gastes
energías resistiendo circunstancias que no puedes controlar."
Nos paramos para observar las montañas
de debajo. La santa se sentó en la ladera sobre el césped, y yo le imité.
Después, tranquilamente, casi con reverencia, continuó. "Admito lo difícil
que es rendirse a la vida tal como aparece – a la avaricia, al dolor, a la
injusticia en el mundo. Con el tiempo, de todas formas, verás a todo el mundo y
todas las cosas como un aspecto del Espíritu Santo – aceptando con fe que a
pesar de nuestras dificultades, todo en el Universo se está desarrollando como
debe. La rendición es un acto de humildad, una aceptación de que la vida es un
misterio cuya profundidad la mente no puede desentrañar. Como escribió Isaac
Bashevis, ´la vida es la novela de Dios; deja que Dios la escriba.´
"Yo te puedo prometer esto,
viajero," ella concluyó. "La Ley de la Rendición te enseñará el
camino a un estado natural de gracia, abriendo las puertas a una Fe
floreciente, llevándote a la comprensión de la unidad esencial entre tú y todos
los seres – una conciencia tan profunda que acelera tu evolución y te catapulta
al camino del verdadero potencial humano, hacia una realidad Espiritual mucho
más auténtica y profunda que el mundo material."
LA LEY DE LA UNIDAD
RECORDANDO NUESTRA CONEXIÓN
Aparentamos vivir en la Tierra como
seres diferentes con diversos destinos; pero tal y como cada gota de la lluvia
es parte del océano, todos y cada uno de nosotros somos parte del Océano de la
Conciencia, del Cuerpo de Dios.
Encontramos Amor y paz interior en las profundidades de la más alta Verdad que todos somos Uno, una Familia.
Deja atrás el equipaje del miedo, la envidia, y el resentimiento; vuela, vuela con las alas de la comprensión,
para entrar en el Territorio sin fronteras de la Compasión.
Ah, no ser aislado, no a través de la insignificante partición fuera de la Ley de las Estrellas.
El interior – ¿qué es? si no un cielo encendido, repleto de pájaros y profundidad con los vientos del retorno a casa.
Encontramos Amor y paz interior en las profundidades de la más alta Verdad que todos somos Uno, una Familia.
Deja atrás el equipaje del miedo, la envidia, y el resentimiento; vuela, vuela con las alas de la comprensión,
para entrar en el Territorio sin fronteras de la Compasión.
Ah, no ser aislado, no a través de la insignificante partición fuera de la Ley de las Estrellas.
El interior – ¿qué es? si no un cielo encendido, repleto de pájaros y profundidad con los vientos del retorno a casa.
Rainer Maria Rilke
Venían nubes de la costa, trayendo una
rápida lluvia y un arco iris al noreste. Mientras hacíamos una pausa para ver
la panorámica, la santa habló de la última Ley que iba a compartir conmigo
antes de nuestra partida.
"La Ley de la Unidad,"
comenzó ella, "presenta un reto especial para los dos, porque su
naturaleza trascendente sólo la hace entendible desde un estado de conciencia
más elevado. Por tanto, al principio, quizás sólo toque tu mente. Pero mis
palabras son semillas; cuando broten y toquen tu corazón, esta Ley, puede
transformar tu vida para siempre. La Ley de la Unidad llama a voces el gran
entendimiento que no estamos tan separados como aparentamos – que en realidad
todos somos Un Único ser, Una conciencia."
"No pretendo faltarte al
respeto," dije, " Pero ¿y qué? Quiero decir, ¿qué tiene esta Ley que
ver con la vida diaria?"
"Esto quedará claro pronto,"
replicó ella. "La Ley de la Unidad no es fácil de entender para el pequeño
yo porque no coincide con la percepción diaria. Por tanto, primero asumamos que
al nivel de realidad diaria, tenemos de hecho cuerpos, mentes, y emociones
separadas. Si yo tengo un pensamiento, no necesariamente surge al mismo tiempo
en tu mente; si yo experimento una emoción, tú quizás no te sientas de la misma
manera; si yo me golpeo la tibia, tú no sientes el dolor.
"La Ley de la Unidad es una
paradoja, ves – falsa y verdadera, dependiendo de nuestro estado de conciencia.
Que seamos Uno o muchos depende más de nuestra perspectiva que de ninguna
realidad objetiva. El conocimiento convencional nos dice que estamos separados;
la sabiduría Superior nos informa de que Todos somos Uno. Un cambio de
percepción revela que todos somos la misma Conciencia, manifestándose en
cuerpos diferentes, de la misma manera que las hojas forman parte del mismo
árbol. La humanidad se olvida de esta verdad superior, y por el contrario, se
centra sólo en nuestras diferencias aparentes, en nuestra separación aparente.
Pero tú no lo olvidarás, ¿verdad, Viajero?"
"No lo olvidaré," dije.
"Pero no estoy seguro de entenderlo completamente."
"Al menos hemos dado un primer
paso; a ver donde nos lleva el siguiente," dijo ella, cogiendo un
alcornoque del suelo del bosque. "Si examinamos este alcornoque, lo
llamamos ´un´; de hecho está formado por millones de células, moléculas, y
átomos distintos. Llamamos a un pequeño átomo ´un´, pero también está compuesto
por muchas partículas y fuerzas. Si examinamos la tierra, la llamamos ´una´; de
hecho está hecha de tierra, aire, fuego, y agua – incluyendo miles de especies,
billones de seres vivientes, e incontables trillones de átomos. Por tanto, ¿es
un alcornoque, un átomo, o la tierra uno o muchos? ¿Y qué hay de la
humanidad?"
No tenía ninguna respuesta; sólo podía
meditar la pregunta. "Supongo que es una paradoja," finalmente dije.
"Sí," asintió la santa.
"Y ya que es así, puedes escoger como ver la realidad – desde un diminuto
o un expandido estado de percepción."
"Mirémoslo de otra manera,"
continuó la santa. "¿Estás de acuerdo, viajero, que el lenguaje refleja
nuestras percepciones más fundamentales – que de la manera que hablamos y las
palabras que usamos tienen algo que ver con cómo visualizamos nuestra realidad?"
"Sí, esto tiene sentido."
"Por tanto cuando tú dices las
palabras ´Me voy a casa,´ estas palabras tienen un significado, ¿no?"
"Claro."
"Y aquel que te refieres que va a casa está naturalmente separado de la casa. ¿Correcto?"
"Y aquel que te refieres que va a casa está naturalmente separado de la casa. ¿Correcto?"
"Por ahora te sigo."
"Bien, entonces ¿qué quieres
decir con, ´Mi cuerpo se siente bien hoy´? El tú que se refiere a ello como mi
cuerpo – ¿está ese tú también separado del cuerpo?"
"Bueno, nunca lo había pensado
antes. Supongo que es simplemente una convención de lenguaje," contesté.
"Sí lo es," continuó ella.
"Pero estás de acuerdo que el lenguaje refleja nuestra visión fundamental
de la realidad. Y esta frase claramente implica que tú no eres tu cuerpo, si no
algo que tiene un cuerpo."
"Sí, supongo que lo hace."
"¿Es posible que nuestro lenguaje
refleje una verdad más profunda? Vamos a llevarlo un paso adelante. Si no eres
tu cuerpo, ¿quién eres tú?"
"Bueno, supongo que podrías decir
que soy un Alma, o un yo Superior, que tiene un cuerpo o vive en un cuerpo –
algo así."
"De acuerdo entonces. Pero ¿qué
quieres decir cuando te refieres a ´ mi Alma ´ o a ´mi yo Superior´? ¿Quién es
este yo?"
"No – no lo sé."
"¿Podría ser que el yo que habla
a través del cuerpo, que se refiere a mi casa, mi cuerpo, mi Alma, mi yo superior,
sea, en realidad la pura Consciencia misma?"
"No – no lo sé. Es una paradoja –
una . . ."
"Sí, de hecho lo es.
¡Considéralo, viajero! La conciencia que vigila a través de billones de ojos es
la Única Conciencia de Amor y sabiduría infinita que llamamos Dios, que mira
como se une la vida con la piedad y la compasión, y que es la vida misma.
¿Podría ser que hasta cuando diariamente vas a tu negocio, con tus deseos
personales y preocupaciones, y tus sueños, que tú seas esa Conciencia que
también se manifiesta como todos esos cuerpos y mentes y árboles y pájaros y
alcornoques?"
"¿Me perdonas un momento?"
dije. "Mi cerebro está a tope."
Ella rió. "¡Este es el problema!
Tu cerebro no puede descifrarlo; sólo puedes sentirlo o no. Cuando lo hagas, en
momentos excepcionales de expansión, tu mente finalmente descansará; serás
inmerso en la felicidad más absoluta y experimentarás pura paz y gozo. Hasta
entonces, esto sólo son palabras."
Miré, sintiendo como si me estuviera
perdiendo algo importante. Quería experimentar lo que ella estaba diciendo.
De nuevo respondiendo a mis
pensamientos más profundos, la santa levantó mi barbilla y me miró a los ojos.
Le devolví la mirada, y me encontré a mí mismo en un cansancio más y más
profundo, hasta que su cara comenzó a cambiar: primero vi luz alrededor de
ella; después ella era una mujer muy mayor, y después una fiera guerrera, y
después otra gente, también, hasta que finalmente, vi a . . . mí mismo. No
quiero decir mi reflejo; quiero decir que nuestra conexión era tan profunda que
allí sólo había un ser, no dos.
Después volví a la conciencia del día
a día. Estábamos sentados con las piernas cruzadas en el césped. Estaba
estupefacto y sin palabras. "Esto sólo era un avance, viajero," dijo
la santa. "No te estoy pidiendo, en tu conciencia del día a día, que
experimentes o creas o comprendas completamente tu Unidad con toda la Creación.
Esa experiencia sólo es concedida por la gracia. Pero cuando has sentido esa
Unidad hasta con un ser humano, puedes concebirlo con el mundo. Una parte de
ti, en un lugar en las profundidades de tu corazón, reside esta verdad
superior; esta es la razón por la que puedes, en cualquier momento, alinearte
con la Ley de la Unidad escogiendo percibir a otra gente – queridos, amigos, y
adversarios – como partes de tu yo expandido.
"Por tanto la próxima vez que
discutas con alguien," continuó ella, "o hagas el amor, o juegues a
algún deporte, pregúntate, ´¿qué ocurre si escojo ver a los demás como un
aspecto de mí – escojo percibirlos como Uno? ¿Cómo actuaría? ¿Cómo
influenciaría mis relaciones? ¿Qué pasaría entonces con los sentimientos de
envidia o celos? ¿Qué pasaría si mi pequeño auto-interés se convirtiera en un
auto-interés Mayor? ¿No se convertiría la competición en cooperación cuando te
dieras cuenta que incluso tus aparentes adversarios son tus alumnos y
profesores – una parte de ti?"
"Parece como si lo pudiera
cambiar casi todo."
"Este entendimiento, de hecho,
puede y va a cambiar el mundo, un humano a la vez," dijo la santa.
"Algunos profesores y libros se
refieren a esta idea de la Unidad."
"Pocos lo han oído,"
respondió ella. "El mundo ahora está madurando, casi listo para entender –
no sólo unos pocos idealistas, sino ya hay una multitud de realistas creciendo
en progresión exponencial que reconocen que la evolución humana – que la
existencia humana – depende de esta visión expandida de la humanidad como Una.
Así como nuestros órganos colaboran por el bien de todo el cuerpo, el Planeta
se encuentra en la cúspide, a las puertas de un cambio desde el competitivo
interés personal a una cooperación con el corazón abierto para el interés de
Todo el Cuerpo de la Humanidad."
En ese momento entendí porque me había
dado la bienvenida como a un antiguo hermano perdido. La santa, de hecho, me
veía a mí y al resto de personas como una parte de ella. "Ahora puedes
entender," dijo ella hablando en mis pensamientos, "porqué la vida es
tan divertida para mí. Hablar contigo, mirar a un árbol, mirar a los ciervos,
sólo veo otro aspecto de mí misma. Recojo frambuesas y es como -"
"Como aquella historia de
J.D.Salinger," interrumpí. "Un niño bebe un poco de leche y se siente
como si estuviera virtiendo a Dios dentro de Dios."
"Sí, viajero, es así. Y cuando
comienzas a ver a amigos y adversarios, queridos y extraños, a través de los
ojos del Único Ser, entonces todos los dilemas y los conflictos se disuelven,
todas las heridas se curan, y toda paradoja es resuelta a la Luz de esta Verdad
existencial. Este es el final de toda búsqueda, porque tú eres todo el mundo y
todos los lugares. Es el fin de cualquier miedo, porque te aferras a esa Verdad
viviente que eres – esa Conciencia pura que nunca muere. En la Unidad están
todas las Leyes Espirituales: un estado de equilibrio y ecuanimidad, una fe
perfecta en las elecciones que haces y en el proceso de tu vida, la paciencia
necesaria mientras andas paso a paso en el presente eterno, la compasión por
todos los otros, partes de ti - aspectos de tu Ser. Aquí las dudas son
superadas, y todas las acciones brillan con integridad. Después de muchas vidas
buscando, eres Uno con el Universo."
La voz de la santa se volvió más
suave, como si estuviera en una ilusión: "¿Puedes aferrarte a ello,
viajero? ¿Puedes sentir la verdad de mis palabras? ¿Entiendes que tú eres el
chico que se está quemando en un pueblo en guerra, y que eres el piloto que
está bombardeando? ¿Que tú eres la madre y el recién nacido, la víctima de un
brutal asalto y el violador que comete el crimen? Has cometido todas las cosas
en nombre de Dios o de la maldad. El más elevado y el más humilde eres tú,
llevando trapos y oro. Tú estás en cada acto de amabilidad y crueldad, de
cobardía y coraje. Donde va el tonto o la santa, y las criaturas que andan o
nadan o vuelan, allá vas tu. Uno y muchos, altos y bajos, desagradables y
dulces, tú eres la Tierra, y todo el espacio por encima y por debajo.
"Tú eres la luz que brilla a
través de los ojos de todos los seres, verdaderamente Uno. Así es como conozco
tus pensamientos y puedo hablar de mis vidas pasadas: Como somos Uno,
compartimos todas las vidas pasadas, las cuales están ocurriendo ahora, desde
el pasado, el presente, y el futuro todo es Uno."
"¿Quieres decir, que cuando sea
capaz de entender esta Unidad con tanta profundidad como tú, también seré capaz
de sintonizar con los pensamientos de otra gente y conocer vidas pasadas?"
"¡Por supuesto!" dijo ella,
riendo. "Sabrás todo lo que hay que saber para poder servir a los demás.
Pero tales poderes no te preocuparán, porque tú serás todo el mundo. Alinear tu
vida con la Ley de la Unidad cambia todo incluso cuando parece lo mismo. Vives
una vida ordinaria, como lo hago yo; pareces una persona normal, pero el mundo
se vuelve infinitamente más dulce, más intenso, bonito, divertido, y
placentero."
Salimos de un anillo de árboles y
comenzamos a bajar la montaña, de vuelta hacia donde encontraría el camino
familiar de mi casa, puesto que estábamos llegando al final de nuestro tiempo
juntos. Mientras caminábamos, la santa anunció una nueva visión de nuestro
futuro: "A la vez que una conciencia Global se despierta, viajero, nos
encontramos a nosotros mismos en medio de una transición fundamental.
"Esta transición no será sin
dificultades, pero el Gran Despertar es tan inevitable como el último respiro
de los que dejan el cuerpo físico o el primer sollozo de un bebé. Mientras
hablamos, la ilusión de la separación está dando paso a una Verdad superior de
nuestra Unidad. Ahora es el momento de abrazar la Tierra, puesto que muy
pronto, abrazaremos el Universo."
EPÍLOGO:
LA DESPEDIDA DE LA SANTA
De vez en cuando, fíjate bien en algo
que no esté hecho con las manos: Una montaña, una Estrella, la curva de un río.
De allí vendrá hacia ti la sabiduría y la paciencia, y por encima de todo, la seguridad de que no estás solo en el mundo.
De allí vendrá hacia ti la sabiduría y la paciencia, y por encima de todo, la seguridad de que no estás solo en el mundo.
Sidney Lovett
Mientras la santa acababa de hablar,
llegamos a un sendero familiar, y tuve un sentimiento de haber completado una
tarea. "¿Significa esto que el entrenamiento ha acabado?"
"Has completado los primeros
pasos importantes, pero el viaje nunca acaba," contestó ella.
"¿Qué hay sobre la ayuda que
dijiste que necesitabas - la importante misión?"
"Aquello, viajero, tú y muchas
otras Almas lo entenderéis en el debido momento. La misión está ocurriendo
incluso en estos momentos en que hablamos – todo es parte del Gran Despertar. Y
ahora, me debo ir; hay una joven chica en Inglaterra que debo conocer pronto, y
después un abuelo en España. Un niño en Alemania me espera, aunque no lo sabe,
y hay un soldado Iraní que ahora está de guardia y me llama silenciosamente.
Siento sus deseos pues no tienen palabras. Y hay otros también, viajero,
esperando como tú has esperado."
"¿Cómo podré agradecértelo?"
pregunté.
"Vive las Leyes," dijo ella.
"Eso es suficiente."
"Nunca te olvidaré."
"Cuando recuerdes las Leyes, me
recordarás a mí." Puso sus manos sobre mis hombros. Sus ojos, llenos con
la luz de la compasión, miraban profundamente en los míos.
"Viajero, nuestro tiempo juntos
ha iniciado un proceso de aprendizaje maravilloso e irreversible. No te he dado
estas Leyes para ligarte sino para liberarte. Ellas provienen de tu interior;
son las llaves de los alquimistas para el Amor, para la libertad, para el gozo,
y para la realización. Ellas son el camino de piedras hacia tu destino humano y
lo que yace más allá.
"No tienes que recordar estas
Leyes; sólo tienes que vivirlas, y ellas transformarán tu vida. Son semillas,
han estado bien plantadas y estarán dentro de ti para siempre, esperando el
momento oportuno para brotar y crecer, y lo harán – con la máxima seguridad –
pues el Jardinero siempre está contigo, proveyéndote de cualquier cosa que
necesites. Estos brotes florecerán en su debido momento, dando frutos de
coraje, amor, y comprensión.
"Nada iguala su poder. Y todavía,
todas ellas son secundarias a la Ley del Amor, pues si pierdes contacto con la
sabiduría de tu Corazón, nada más es útil; si Amas nada más es necesario. Estas
leyes liberarán el amor atrapado dentro de ti para expandirlo al mundo como un
servicio para el bien común.
"Estos son mis deseos y oraciones
por ti, todos los días de tu vida: Que encuentres gracia Divina cuando te
rindas a la vida. Que encuentres felicidad, cuando dejes de buscarla. Que
llegues a confiar en tus Leyes y heredes la sabiduría de la Tierra. Que vuelvas
a conectar con el Corazón de la naturaleza y sientas las bendiciones del
Espíritu Santo.
"Los retos de la vida diaria
continuarán, y tenderás a olvidar lo que te he enseñado. Pero una parte más
profunda de ti recordará, y cuando lo haga, los problemas de la vida no
parecerán más substanciales que las burbujas del jabón. El camino se abrirá
ante ti donde antes sólo crecían malas hierbas de confusiones. Tu futuro, y el
futuro de toda la Humanidad, es un camino hacia la Luz, hacia un entendimiento
creciente de la Unidad con el Creador y toda la creación. Y lo que yace a
partir de ahí está más allá de la descripción.
"Incluso cuando el cielo aparezca
en su máxima oscuridad, debes saber que el sol siempre brilla hacia ti, que el
Amor te rodea, y que la Luz pura dentro de ti te guiará a casa. Por tanto
confía el proceso que sigue tu vida, y conoce con seguridad, a través de los
picos y valles de tu viaje, que tu Alma descansa segura y a salvo en los brazos
del Espíritu Santo. Por tanto, sé guiado, como yo he sido guiada, conoce la paz
de Dios."
Habiendo hablado, la santa se giró
hacia el camino y desapareció rápidamente. El sol estaba comenzando a romper a
través de la niebla cuando encontré mi camino. Miré hacia atrás una vez, quizás
esperando ver la figura de una mujer en algún lugar por encima, en los límites
del bosque. Pero sólo viendo mi propia sombra, dibujada por el sol poniente, me
giré otra vez de camino a casa.
FIN
*
* *
Copyright © Swami Ediciones, Dan
Millman 1995. Este libro está protegido por las leyes internacionales del
copyright. En un esfuerzo de llevar a la práctica aquello que publicamos y
vivimos al límite de nuestras capacidades, hemos decidido publicar este libro
gratuitamente en la Web, que también puede conseguirlo en librerías. ISBN -84 -
93115320
E-Mail: jesus@editorialswami.com
Descargado gratuitamente de la
biblioteca virtual de www.elmistico.com.ar
Para más ebooks, libros, manuales,
tutoriales, software ,etc.
dirigite a www.elmistico.com.ar/descarga
Para mantenerte actualizado suscribite y
estar al tanto de novedades para descargarte suscribite a elmistico@elistas.net
Netyzen
“POR QUE LA
VERDAD SIEMPRE DEBE PERMANECER ACCESIBLE A TODOS…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario