Hablemos de Dios


 


Aristóteles dijo en su libro La Metafísica que “El Ser se dice de muchas maneras”. Y como nos lo muestra la historia, lo mismo se puede decir de Dios, que hay muchas maneras en las que el ser humano se ha expresado de Dios y son diversos los modos en los que se ha aproximado al misterio de Dios. Hablar de Dios es decir palabras mayores. Los judíos ni siquiera se atrevían a decir su nombre. Mucho se ha escrito sobre Dios y seguramente se seguirá escribiendo al respecto. Desde aquellos que afirman su existencia hasta aquellos que la niegan rotundamente, y pasando por quienes prefieren hablar de lo divino como energía, la historia de la humanidad ha estado marcada por la relación del ser humano con Dios o con lo divino o con lo sagrado, con aquello que está lejos del alcance del hombre, aquello misterioso e inexplicable a lo que según distintas tradiciones se le ha dado nombres diversos.
A fin de cuentas, ¿Qué podemos decir de Dios? ¿Cómo hablar de Dios? El libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra cómo Pablo iba predicando por todas partes el mensaje de Jesucristo. Yo quisiera hacer hincapié en un pasaje de esta historia, la visita de Pablo a la ciudad emblema de la filosofía occidental, Atenas. En el Areópago, Pablo se dirige a su público y les habla del “dios desconocido”, al que los atenienses adoraban y dedicaban altares. El “dios desconocido” de los griegos, para Pablo no es otro que el verdadero Dios del que él les ha venido a hablar. No será más el “dios desconocido”. Es el Dios creador del universo y de la raza humana y que envió a Jesucristo a quien resucitó de entre los muertos. Pablo dio testimonio de su fe y aunque algunos se convirtieron y lo siguieron, muchos se fueron sin comprender bien de qué hablaba cuando se refería a la resurrección. El Dios de Pablo resultaba confuso en el reino de la razón.
Para un cristiano católico como yo esto podría parecer una contradicción. Cómo hablar de un Dios desconocido, si mi tradición religiosa sostiene que por el contrario Dios es conocido y se nos ha dado a conocer en la persona de Jesús y antes de él por intermedio de los profetas. Dios no solo se nos ha dado a conocer, sino que se nos ha revelado, como dirá Rahner, se nos ha auto-comunicado. Sin embargo, ¿Podemos pretender decir que lo conocemos todo de Dios? ¿Acaso alguien puede conocer completamente a Dios? Jesús dijo que quien le conoce a él conoce a Dios, que basta conocerle a él para conocer a Dios. ¿Acaso podemos sostener que conocemos a Jesús? Si Dios se ha comunicado por completo, ¿Cómo podríamos no conocerle? ¿Es que hablar de un Dios desconocido quiere decir que no se nos reveló completamente o se debe a nuestra limitada capacidad de aprehender lo revelado?
Dios se nos ha revelado, a lo largo de la historia de la salvación. Y la plenitud de esta revelación, para los cristianos, tuvo lugar en la figura de Jesús. Pero nuestro Dios es el Dios de la historia. Y se manifiesta en la historia de la humanidad. El sigue actuando y creando día a día. Y se sigue dando a conocer. Hay aspectos de Jesús y de Dios que nos siguen siendo ajenos, que se nos escapan, que no conocemos. Dios sigue siendo, de alguna manera, desconocido, para nosotros. Y lo es para nuestro mundo, en nuestra sociedad. Antes los niños no solo venían con un pan bajo el brazo, también traían consigo un catecismo. Hoy eso no sucede más. Este blog busca ser un espacio de reflexión sobre la manera en la que los hombres y mujeres de hoy nos acercamos al misterio de Dios, que justamente porque sigue siendo misterio nos sigue resultando todavía un tanto desconocido.









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