Filosofía Antigua

UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y COMUNICACIÓN

Departamento de Ciencias Sociales, Ética y Ciencias Religiosas
Carrera en Humanidades y Filosofía


 


Analectas




Introducción

¿Qué es la filosofía antigua? Intentar responder esta pregunta, ha sido la búsqueda del curso de Filosofía Antigua. Y ha permitido realizar un recorrido por los principales filósofos de la antigüedad. Este camino incluyo el conocimiento de su pensamiento y vida para descubrir en ellos la respuesta a la interrogante planteada. Se elaboraron seis ensayos en los que se vislumbra, desde diferentes perspectivas, la unidad que posee la filosofía antigua (y la filosofía de todos los tiempos) como la elección de un modo de vida.
El presente trabajo es la compilación de los ensayos escritos durante el curso. El deseo es brindar al lector una herramienta que le permita crear un criterio propio de los argumentos planteados.
La elección que ennoblece (Philosophia Perennis)

El pensamiento filosófico ha dejado huellas profundas en la historia humana. El legado conferido permanece en textos que contienen ideas, y sobre todo, la vida de grandes pensadores. Cada uno de estos filósofos ha aportado su experiencia de vida, y sin que sean iguales en conjunto, poseen hilos que las entrelazan y de los que se puede encontrar un horizonte común. Intento reflexionar sobre esta analogía que es la elección de filosofar y cómo ésta es el ideal que ennoblece al mundo.
En primer lugar, es de distinguir que la “elección” determina el modo de vida, el pensamiento del filósofo y su discurso. Hadot dice “que la filosofía es en efecto, ante todo, una manera de vivir, pero que se vincula estrechamente con el discurso filosófico” (2000: 13). Inclusive podemos decir que estas dos son inseparables, pues ni el discurso se basta a sí mismo, ni el modo de vida existe sin una vinculación a un discurso. Por lo tanto, la “elección” es el inicio del caminar filosófico, la esencia que permite una disposición interior. En esto radica su importancia, pues sitúa a que el filósofo “esté perfectamente consciente de quién es y de lo que hace” (Hadot, 2000: 212). Se hace una elección por filosofar, es decir por interiorizar y ensimismarse, para trascenderse, desde la verdad interior. En otras palabras es elegir por lo trascendente, aquello sensible al alma.
En segundo lugar la elección de vida es perennis. Es decir que permanece eternamente, que es continua y no tiene interrupción, pero más que eso, es perennis porque está en el presente, en el ahora. Es en el presente que se hace la elección, es en el ahora que se hila el tejido de la historia y por tanto “se renueva, a cada instante, la elección de vida, es decir, la pureza de la intención” (Hadot, 2000: 212). Dicho en otras palabras el filósofo elige constantemente su modo de vida, con lo cual, la filosofía se renueva constantemente, se regenera y permanece, superándose siempre a sí misma. Es siempre nueva. Por eso Kant dice “Nunca puede aprenderse la filosofía (a no ser desde un punto de vista histórico). Por lo que a la razón se refiere, se puede, a lo más, aprender a filosofar”. (2005, 154). Este aprender a filosofar significa que el filosofo al hacer la elección, al mismo tiempo que asume el modo de vida y el discurso filosófico, no la absolutiza ni se considera poseedor de la misma, sino que es guiado y poseído por la verdad.
En tercer lugar el ser iluminado por el ideal que se desea (Verdad) es un privilegio. Es decir que es una gracia, y como tal, genera gratitud. Por lo tanto el filósofo va incorporando su experiencia al discurso filosófico y al mismo tiempo lo renueva. Esto no tiene solamente implicación personal, sino también en los demás. Hadot dice que “de hecho, para todas las escuelas, lo que motiva profundamente la elección de vida, tanto como sus discursos, es el amor a los hombres” (2000: 240). Esto convierte a la elección en ennoblecedora. Al hacer esta afirmación lo hago entendiendo la elección en cuanto a lo generoso de abrirse a la experiencia de interioridad que la elección supone.
En conclusión, la elección de vida es el paso esencial para tener una vida según la filosofía. Éste es, a mi juicio, un ideal accesible a quien lo desee y que, de asumirlo con todas sus implicaciones, ennoblece. Pues hace al hombre consciente de su existir como parte del mundo y le permite interactuar con él. Sin olvidar su fidelidad y lealtad a la verdad. 

La pérdida de la interioridad

La rica mitología griega nos regala relatos, que con sus enseñanzas nos interpelan. Este es el caso de Narciso. Él era un joven hermoso, que al nacer fue presagiado de vivir muchos años, “Si a sí no se conociera” (Ovidio, 2011: 66). Siendo tan atractivo, fue objeto de la pasión de muchos jóvenes, doncellas y ninfas, pero él permanecía inmutable frente al amor. Némesis, la diosa de la justicia retributiva, escucha el deseo de venganza de todos los despreciados por Narciso. Aprovecha un día caluroso para que Narciso se incline sobre una fuente, “y mientras su sed sedar desea, sed otra le creció, / y mientras bebe, al verla, arrebatado por la imagen de su hermosura, / una esperanza sin cuerpo ama: cuerpo cree ser lo que onda es” (Ovidio, 2011: 68). Enamorado de sí mismo e insensible al resto del mundo, se deja morir inclinándose sobre su propia imagen. En el lugar donde muere Narciso, nace una flor que lleva su nombre.
Este trágico mito conduce mi imaginación hacia la individualidad de quien crea en su mente un mundo privado, en el que solamente él importa. Personalmente veo la muerte del personaje como la pérdida total de la capacidad de relacionarse con su entorno, pues “despreciaba los placeres del amor” (Grimal, 1986: 370). Para los griegos de la antigüedad, la fecundidad y el matrimonio son sinónimos de vida, por ello, al permanecer indiferente al amor, Narciso “posee una naturaleza mucho más efímera que los demás héroes u hombres, por estar excluido del matrimonio y de la fecundidad” (Bermejo, 1996: 111). Reduce su vida, ya que es capaz de amarse únicamente a sí mismo y se olvida de los otros, ya no los necesita. Es entonces que aparece el mensaje más profundo, es decir, la negación de compartir el amor.
Encuentro un gesto significativo en el hecho que Narciso se acerque a la fuente de agua y contemple su propio rostro. Es el punto culmen de la historia. No sólo es el momento de descubrirse, sino el colmo de admirarse como único y perfecto, para perderse totalmente en el auto-amor. Es la coronación al individualismo, con lo cual este personaje no se realiza nunca. 
La validez o significado de este mito sigue vigente para nosotros. En mundo cibernético que impera en la actualidad, muestra el concepto de Narciso para nuestra sociedad. Lo que hace es eliminar la interioridad del individuo desde la cual se puede trascender. Se crea un espejismo o un reflejo en el que se vive totalmente fuera de sí y dentro de la red. Esto ocasiona la pérdida del sentido de quién soy y que hago. Para Narciso su reflejo lo era todo, ya no era capaz de reconocer la realidad, sino que permaneció encerrado en el marco del reflejo. Las implicaciones que esta realidad tiene son contundentes. El perder la interioridad cierra totalmente la vista y nos deja encerrados en la propia particularidad.
En conclusión el mito de Narciso permite dar una interpretación al actual problema de la perdida de interioridad. El vivir totalmente fuera de sí mismo, sin ensimismarse, es la causa de la infelicidad y el sufrimiento, o como en Narciso,  de la muerte a la trascendencia.

 
La coexistencia generadora

El deseo de conocer los orígenes del mundo y el querer hacerlo de forma racional, llevó a Heráclito a desarrollar la idea de la coexistencia de los contrarios que se encuentran en permanente conflicto y originan todo. 
Para empezar, el origen de todo en el mundo es la discordia, la guerra (πόλεμος). Por ejemplo: para que la luz sea, debe de encontrarse con la oscuridad y entonces ambos serán. En este sentido Rodríguez explica que “Debajo del Uno (λογος) hay pares de opuestos. Hay oposición, vida muerte […] grande pequeño […] Hay una ley humana que es que todo se desdobla sucesivamente y se combina para formar unidades” (2003a: 31’:25”). Es decir, que las diferencias hacen posible la existencia. Lo cual es una deducción básica, pues de no existir la oscuridad ¿cómo reconoceríamos qué es luz? Bajo este pensamiento, Heráclito nos regala una frase que manifiesta de forma magnífica cómo los opuestos nos permiten descubrir lo grato y lo favorable: “La enfermedad hace a la salud agradable y buena; el hambre, a la saciedad; la fatiga, al reposo”. (Heráclito, 1986: § 812)
Entonces, es la “lucha” constante de estos binomios de opuestos, la que hace que toda la realidad sea cambiante y variable. Permanecen en un movimiento continuo buscando mantener el equilibrio. Por eso el “todo fluye” (πάντα ρει) toma sentido, porque la actividad constante entre los contrarios crea un flujo permanente. Heráclito dice que “Las cosas frías se calientan, lo caliente se enfría, lo húmedo se seca, lo reseco se humedece” (Heráclito, 1986: § 825). El concepto bajado al pensamiento popular, diría que “todo lo que sube tiene que bajar”. 
El razonamiento de la coexistencia de los contrarios es básico para entender al fuego como principio universal. Al ver que todo está en constante cambio (πάντα ρει), Heráclito coloca a este elemento como el αρχή. “Con el fuego tienen intercambio todas las cosas y con todas las cosas el fuego…” (Heráclito, 1986: § 791). Es él quien más fácil evoluciona y por lo tanto el que encierra en sí mismo la noción de transformación. Todo está hecho por fuego, todo está hecho por los cambios. Julián Marías dirá que “El mundo es un eterno fuego que se transforma” (1974: 27). Pero es importante resaltar que el constante movimiento no es desordenado, por el contrario, funciona bajo un marco de referencia. Esto es que existe un orden que es dado por el λογος. El fuego no es descontrolado y que consume todo, sino que, al igual que un río, avanza en un cauce.
En resumen, el constante cambio (fuego) tiene su base en la coexistencia de los opuestos. De esta manera todo se origina y se descubre el valor del πάντα ρει. Para finalizar quisiera utilizar un fragmento que manifiesta de forma sencilla esta realidad: “También la bebida de cebada se descompone si no se mueve” (Heráclito, 1986: § 823).
Sócrates, arquetipo de educador

Sin importar en cuantos textos investiguemos encontraremos que la comparación más común de Sócrates es con Jesucristo. Esto evidentemente se relaciona con la influencia que ambos tuvieron en su tiempo y que actualmente permanece. Pero además convergen en un punto que los une fuertemente. El martirio. Ahora bien, no es mi interés sumergirme en un análisis religioso, sino el desempolvar la figura de Sócrates como educador. Presento mi tesis basándome en una frase que me compartió un amigo: un buen educador, enseña hasta con la propia muerte.
Un buen educador es quien al querer enseñar a sus alumnos, busca la mejor estrategia “pedagógica” -diríamos actualmente- para instruirlos. Sócrates educa, pero no al estilo de los sofistas, con quienes se le confundía. En realidad él estaba en contra de las ideas y los métodos sofistas, que pretendían ser poseedores de la “verdad”. Inclusive creían poder transmitirla por medio de fórmulas y proposiciones que se podían vender: “La oposición mayor de Sócrates va contra los sofistas; sus esfuerzos máximos tienden a demostrar la inanidad de su presunta ciencia” (Marías, 1974: 38). Entonces, Sócrates propone un nuevo método educativo: el diálogo. “Por eso frente a los retóricos discursos de los sofistas pone su diálogo cortado de preguntas y respuestas” (Marías, 1974: 38). Una técnica que podrá parecer sencilla y hasta común, pero en el caso del “diálogo socrático”, tiene una peculiaridad. Sócrates no intenta enseñar nada a su interlocutor porque reconoce “que no vale nada en lo que se refiere al saber” (Hadot, 2000: 38). Por eso frente a la erudición sofista, él enseña a vivir desde su propio testimonio, enseña a ser. Sólo ayuda a que el otro dé a luz la verdad que lleva dentro.  Entonces, ¿educa? 
Como educador, Sócrates reconoce que “la verdadera pregunta que está en juego no es aquello de lo se habla, sino el que habla” (Hadot, 2000: 40). Sócrates tiene una profunda preocupación por el hombre. Pero sobre todo le interesa la interioridad del mismo. Lo que busca es ayudarlo a reconocer la propia virtud (αρετή). Dice Rodríguez que Sócrates:
Propone ese otro modelo de conducta humana que es la moralidad, el cuidado del alma. El alma es lo importante […] toma el lema de Delfos: Conócete a ti mismo. Conoce tu alma, conoce tus limitaciones, conoce tus errores, disciplínalo, crea un ser nuevo y algo que sea una conducta para siempre (2003b: 41’:45”). 
Es decir, que el oráculo de Delfos “Conócete a ti mismo” (γνώθι σεαυτόν) adquiere el sentido de invitación para tomar posesión de sí mismo y controlar la pasión por medio de la razón.
En último lugar, es de reconocer que “realmente lo que ha dado significado a la vida de Sócrates y a toda su doctrina […] y que lo ha hecho más perdurable, es su muerte” (Rodríguez, 2003b: 82’:46”). Si algo hace trascender a Sócrates es el hecho que se convierte en el primer mártir de la verdad. Antepone la verdad a la misma vida. En otras palabras, no teme a la muerte, pues está convencido que está obrando justamente. “No tienes razón, amigo, si crees que un hombre que sea de algún provecho ha de tener en cuenta el riesgo de vivir o morir, sino el examinar solamente, al obrar, si hace cosas justas o injustas” (Platón, s/f: Apología, § 28b) De esto deducimos que, Sócrates cree en el modo de vida antes que en la vida corporal. Cree en la φιλο σοφια. 
En conclusión, la figura de Sócrates que conocemos nos muestra a un personaje que es desconcertante (ατοπως). Pero esta figura, por medio de su pedagogía, su amor a la sabiduría y su entrega radical a la verdad, se convierte en el arquetipo de educador. Es el retrato que trasmite con su modo de vida, el cómo se puede llegar a la verdad, o sea la senda de la verdad.
La doctrina del deseo

El pensamiento de Platón ha marcado no sólo la filosofía, sino la vida misma. Pues la influencia de sus ideas ha llegado hasta nuestros días y continúa vigente. Frente a tan importante influjo surge la pregunta: ¿Cuál es el camino que sigue la filosofía platónica? Intento reflexionar sobre Platón, sus enseñanzas y su doctrina. Entonces el punto central será el que Platón enseña un modo de vida, que se manifiesta al mundo por medio del “Erósofo”.
En primer lugar veremos que Platón, a diferencia de Sócrates, “da una doctrina” (Rodríguez, 2003c: 35’ 31”). Es decir, que Sócrates al dialogar busca conocer, porque no sabe nada. Mientras que Platón utiliza diálogos aparentes, que son en realidad tratados, que encubren una doctrina. Esto lo hacía con una clara intención política y moral. Él quiere alcanzar la justicia suprema, la mayor de las virtudes, tanto para el cuerpo individual (alma) como para el cuerpo político (polis). Por ello en el Estado platónico coloca a los filósofos como “gobernantes encargados de la dirección suprema, de la legislación y de la educación de todas las clases” (Marías, 1974: 53). Platón considera al filósofo como el intermediario, aquel que es capaz de moverse en un intervalo entre lo sabio y lo no sabio. El movimiento es posible gracias al amor que éste, el filósofo no sabio, tiene hacia la sabiduría. Un amor que es eros, pasional.
En segundo lugar, la doctrina de Platón acerca de la idea del Bien presentada en la república, se va configurando a lo largo de sus otros escritos. Por ejemplo en el diálogo de Lisis, sobre la amistad (φιλία), aunque no llega a ninguna conclusión, presenta de fondo la idea de la superioridad del Bien: 
Pero, ¿no será necesario que renunciemos a seguir así y que alcancemos un principio que no tendrá que remontarse a otra amistad, sino que vendrá a ser aquello que es lo primero amado y, por causa de lo cual, decimos que todas las otras cosas son amadas? (Platón s/f: Lisis, § 219c)
En otras palabras, eso “primero amado” prefigura ya el Bien, en cuanto eterno, y pleno; desde el cual no es posible la presencia del mal (porque lo malo no es lo amigo), ni la incertidumbre del deseo (porque no sé si lo querido, lo es porque carezco de él o porque me atrae por ser iguales). Creo simbólico el hecho de que el diálogo de Lisis quede inconcluso, es decir que después de dialogar en busca de lo que significa ser amigo, no se le encuentre una respuesta precisa. Considero que prepara el camino para descubrir al “erósofo”. Porque para llegar a la Verdad, al Bien, se avanza de una relación fraternal (φιλία) a una más profunda y cercana (ερως).
Finalmente, la doctrina de Plantón no es meramente teórica, sino que es “transformación del ser, es virtud, y podemos decir ahora que también es afectividad” (Hadot, 2000: 83). Es por tanto una “sublimación del amor” para alcanzar la belleza. De esto se obtiene dos reflexiones importantes: la primera es la superioridad del alma sobre el cuerpo y su corrupción. Para Platón el alma es la única que puede llegar al verdadero conocimiento, por ello el “erósofo” deberá “sublimar su amor, intentando mejorar el objeto de su amor” (Hadot, 2000: 82). Por tanto se inclinará hacia lo trascendente, aquello que no puede ser experimentado por el mundo sensible (el cuerpo), sino sólo por el alma. La segunda es el de la Belleza porque sólo esta tiene el privilegio de manifestarse en esas imágenes de ella misma. Es esa atracción, como de imán, que se experimenta por lo bello, lo que mueve al “erósofo” hacia la verdad. Un deseo de unirse, no para poseerla, sino para ser poseído por ella.
En conclusión, Platón por medio de su doctrina presenta lo que para él significa ser filósofo, es decir, un modo de vida en el que por medio de la interioridad, se pueda alcanzar el Bien. Pero este modo de vida es impulsado por un amor que es el más profundo, es el eros, que hace sublimar el objeto amado hasta alcanzar el Bien y con él la justicia para la polis, pero sobre todo para el alma.
Terapia de la dignidad

Es facilísimo encontrar en las redes sociales comentarios que demuestran la falta de sentido, la crisis existencial o, en otras palabras, el desconcierto frente a la inmensidad del mundo globalizado y a sus rápidos cambios. ¿Qué solución se podría proponer a esta situación?, ¿será posible responder? Deseo presentar una opción propuesta en la antigüedad a una situación similar. Es una forma para enfrentar la crisis por medio de mantener la dignidad del ser humano frente a la adversidad.
Durante el periodo helenístico, Grecia descubrió la inmensidad del Imperio y se vio sumergida en una mezcla de religiones, culturas, pensamientos y costumbres. La influencia de esta mezcla no se dejó esperar y la filosofía buscó responder adecuadamente a la necesidad del hombre de entender y asimilar la novedad del Imperio que era la causa de su inseguridad y temor. Entonces, “la filosofía parece ser una terapéutica de las preocupaciones, de las angustias y de la desgracia humana” (Hadot, 2000: 117). El hombre desea la felicidad, la tranquilidad del alma y la paz interior. Por ello la elección de la filosofía es en gran medida para crear estabilidad en medio de una cultura cambiante. Es un modo de vida accesible a todos quienes la asuman.
Frente a esta realidad surge la Stoa (Στοα), una escuela fundada por Zenón de Citio. Ésta consideraba la razón y la virtud como lo único verdaderamente importante para la vida y por tanto, para la felicidad. De esta manera la dicha consiste en el cumplimiento de la exigencia del bien, dictada por la razón, que trasciende al individuo y le da coherencia consigo mismo (Cfr. Hadot, 2000: 143). Para entender esta idea los estoicos son conscientes de la trágica situación del humano, que no es libre, sino que está atado a causas externas a su decisión. A este respecto Ferrater-Mora expone que para los estoicos “La felicidad radica en la aceptación del destino, en el combate contra las fuerzas de la pasión que producen la intranquilidad” (1984: Estoicos). 
Esta escuela tiene la seguridad de que las cosas seguirán igual a través del tiempo, no porque no cambien, sino porque “el mundo es un todo orgánico” (Hadot, 2000: 145). Es decir que únicamente existe un cosmos –un todo armonioso y ordenado– que se repite constantemente. Marco Aurelio lo expresará diciendo en una de sus meditaciones:
La naturaleza del todo no tiene nada externo, y lo admirable de su arte es que, ciñéndose a sus confines, todo lo que está en su interior y parece descomponerse, envejecer y ser inútil lo transforma en ella misma y crea de nuevo otras cosas renovadas a partir de eso para no usar de substancia exterior ni precisar de un lugar donde expulsar lo más descompuesto (s/f: Meditaciones, §8.50)
Por tanto, el ser humano no tiene implicaciones en lo que sucede. Sólo se ve afectado por los sucesos y su libertad consiste en la elección moral, o en otras palabras, en la voluntad de hacer el bien. Puede únicamente decidir actuar bien. En este punto surge, a mi parecer, una dificultad en cuanto a la idea de libertad que en la actualidad se maneja. Pues lo que realmente hace el estoicismo es entregarse a la decisión del destino. Marías dirá: “Los hados, que guían al que quiere, al que no quiere lo arrastran; es inútil, pues, la resistencia.” (1974: 89)
Finalmente, vivir estoicamente es hacerlo desde la ataraxia (άταραξία), es decir, cultivar una actitud imperturbable frente al destino. Marco Aurelio lo expresa haciendo una comparación con un promontorio: “Sé igual al promontorio contra el que sin interrupción baten las olas. Él permanece quieto mientras que en su derredor sucumben las olas que bullen” (S/f: Meditaciones, §4.49). Es entonces una filosofía de dignidad para hacer frente a la adversidad, que ayuda a permanecer en pie dentro de un mundo en ruinas. Este mantenerse contenido presupone una profunda vida interior, un ensimismamiento, para disfrutar con alegría de la seguridad de actuar. Esto no es resignación sino contención: “El estoico siempre actúa “con reserva”, pero actúa, participa en la vida social y política” (Hadot, 2000: 151). Se entiende entonces como un control que modera la intensidad del impulso, que lo asume, lo contempla y de una manera consciente y voluntaria acciona hacia el bien.
En conclusión lo que los estoicos proponen, a mi juicio, es una terapia de la dignidad. La opción de mantener la estabilidad y la imperturbabilidad frente a los acontecimientos externos, los cuales no pueden ser modificados pues dependen de “algo” fuera de sí mismo, el destino. Para terminar me gustaría compartir un pensamiento de Marco Aurelio que encierra, a mi parecer, la filosofía estoica: 
Levántame y tírame donde quieras. Porque allí mi espíritu divino lo mantendré propicio, es decir, conforme, si va a poder ser y actuar consistentemente según su propia constitución. ¿Acaso algo merece provocar que el alma esté mal y por debajo de su propio valor, por humillarse, lamentarse, hundirse, amedrentarse? ¿Qué encontrarás que se merezca eso? (S/f: Meditaciones, §8.45).
Conclusión

El recorrido hecho por la filosofía antigua, va entretejiendo las ideas más relevantes que permiten dar una respuesta a la pregunta inicial ¿qué es la filosofía? El aporte de cada ensayo brinda al menos un elemento a la respuesta de esta interrogante. Empezando por descubrir que lo esencial en la filosofía es la elección de un modo de vida que permita trascender. Luego, con el apoyo del mito de Narciso,  se mostró los resultados que puede tener la pérdida de la interioridad. Basados en las ideas de grandes filósofos como Heráclito se aprendió la existencia del λογος y el movimiento generador. Sócrates, con su ejemplo de vida y muerte, iluminó la creencia en un modo de vida antes que en la vida corporal. Después surge Platón con la grandiosa definición del erósofo  y finalmente las escuelas helenísticas proponen un modo de vida para vivir feliz en la adversidad. Entonces los diferentes elementos, en conjunto, iluminan la definición de filosofía, como elección de un modo de vida y permiten reconocer los diferentes avances que se ha tenido en el descubrimiento de la Verdad.


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