Reconciliacion




La sangre del justo y la del malvado
corren por tu mismo corazon.
La espada del que gopea y la que 
recibe el latigazo, son parte de 
de tu mismo cuerpo.

En tu lagrimas,
lloran el dolor del bueno 
y la confusion de su agresor. 
Tu misma ternura abraza el rostro 
de tu madre Maria; 
y el del soldado que te clava.

En tu corazon no hay excluidos,
en tu cuerpo todos cabemos,
en tus lagrimas todos lloramos,
en tu ternura todos existimos.

¡Dejame estar contigo, Señor, 
en tu misterio, y vivir en el hogar 
de tu pasion, donde reconcilias lo imposible.


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